PERÚ. ¡ALERTAS, SIEMPRE…!

PERU. ALERTAS, SIEMPRE

Por Gustavo Espinoza M.

Entrevistado recientemente por una emisora uruguaya -Radio Centenario, de Montevideo- debí responder a una inquietud: ¿Cuándo se estabilizará el proceso peruano, hoy convulso?. Luego de pensar unos segundos, aseguré que esa “estabilización” no llegaría en los próximos meses.

Y luego aseguré que, probablemente, sería posible despejar ciertas dudas al calor de los resultados electorales de abril, si es que, definitivamente, tuviesen lugar las elecciones previstas para el cuarto mes del próximo año.

Y  es que, en efecto, ese es uno de los primeros interrogantes a despejar en el periodo que se inicia. La derecha no muestra voluntad alguna de encarar los comicios próximos, por una razón muy simple: no ha sido capaz de construir la unidad elemental que le permita encararlos con alguna certeza de victoria.

Ella tiene en el escenario electoral peruano un cierto “espacio”, un segmento de votación  relativamente estable que bordea entre el 18 y el 20%. Unida a sectores de “centro derecha”, puede cautivar a casi el 50% del electorado y alcanzar incluso más presencia cuando su adversario natural –la izquierda política- luce desunida y dispersa. 

Así ocurrió el 2016 cuando se dio el lujo de poner a la ciudadanía ante una opción sorprendente: escoger entre dos variantes de ella misma, representadas por PPK y Keiko Fujimori. ¡El Paraíso!.

Hoy día, las cosas han cambiado. Es la derecha, la que asoma dividida y fragmentada hasta en cinco candidaturas: Keiko, López Aliaga, Hernando de Soto, Cesa Acuña y Francisco Diez Canseco. Todos ellos representan, realmente, los mismos intereses. Pero ese segmento se extiende aún más con otros candidatos que, sin significar exactamente lo mismo, tienen enormes parecido con la reacción: George Forhsai y Julio Guzmán.

En ese marco, perfectamente podría ocurrir que la derecha no gane las elecciones; o que, incluso, no sea capaz de llegar a una segunda vueltas –si ésta se diera- con candidato propio. Cada uno de los suyos, podría aglutinar un 4 ó  5%  y en una segunda ronda tener que optar -por ejemplo- entre la izquierda y alguien como Forshaiy o Guzmán; y acogerse así a lo que siempre endilgaron al pueblo: al “mal menor”, para ellos ciertamente.

La izquierda afronta problemas de dispersión también. No fue posible construir la unidad por la conducta refractaria de ciertas “cúpulas”, pero la “gente de abajo” podría hacer lo que no quisieron –o no pudieron- sus dirigentes: forjar la unidad polarizando la votación en torno a sólo una de sus propuestas.

En el campo popular, objetivamente, compiten Verónica Mendoza, Marco Arana y Pedro Castillo. Ocurre, sin embargo, que el denominado “Frente Amplio” atraviesa una grave crisis de descomposición,  y que su líder o candidato se sumó sin remilgos a la troupe golpista del pasado 9 de noviembre, lo que lo borró del imaginario popular. Sucesivas renuncias de dirigentes y militantes, realmente terminaron por sepultar las aspiraciones electorales del Presidente del FA.

Pedro Castillo, por su parte, no ha tenido más suerte. Con el apoyo de una organización interesante Perú Libre y un lider sugerente -Vladimir Cerrón-  no fue capaz de proyectar una opción válida en el escenario de la crisis reciente y trocó su palabra por un silencio ominoso. Objetivamente, mostró su inconsistencia y precariedad.

Verónica Mendoza, entonces, asoma como una carta real, con posibilidades y perspectiva. Y asoma capaz de aglutinar un más amplio espectro progresista y democrático. Y puede, efectivamente, proyectar sobre el escenario peruano una imagen más bien austera y honrada. En buena hora.

Pero para que eso sea posible –además de presentarse la condición descrita- es indispensable que se despejen las amenazas que se ciernen en la perspectiva. La derecha y la Mafia, envilecidas y en derrota, conspiran todos los días para revertir las cosas. El tema policial sigue siendo, en este marco, altamente indicativo. Y se da la mano con el uso de los medios de comunicación al servicio de las peores causas.

Algunos de los jefes policiales depuestos viven cada noche en los programas de Willax. A las 8 los entrevista Miagros Leiva; a las 9, Beto Ortiz; y a las 10,  Fhillips Butthers. Y en todos los casos, dicen lo mismo. Y ahora anuncian que se valdrán de “recursos de amparo”, para recuperar sus puestos. Se trata de una crisis que resulta indispensable superar a corto plazo.

La “mayoría parlamentaria” es otra herramienta en uso. Derogó la ley Agro exportadora, pero nadie sabe qué pretenderá establecer a cambio de ella. Abolió -en primera votación- la inmunidad parlamentaria, pero aún falta la segunda,  en marzo.

Habrá que ver cómo se maneja. Por lo pronto, ente Curules se esboza ya la idea de “vacar” a la Presidenta del Legislativo. Sería una manera de poner una Pica de Flandes, y mirar más allá. En el intermedio, sin embargo se cocina un “proyecto de ley” para “reponer” a los mandos policiales afectados por el Gobierno Sagasti.

Y de por medio, claro, hacerle la vida a cuadritos al Jefe de Estado, amagando sus iniciativas, propuestas o disposiciones. Una a una, ellas serán vistas y remiradas por un legislativo que busca zanahorias en un cajón de peras.   

La ofensiva reaccionaria, no cesa entonces. Y están intactas, y con Poder, las figuras golpistas: Merino habla todos los días en los medios en su condición de “Ex  Presidente”; Alarcón, sigue al mando de Fiscalización del Congreso; La Chávez vomita bilis por doquier; y Vega Antonio y Chejade siguen en lo suyo.

La “Prensa Grande” busca acomodar su fusil en esta crisis. ¡Cuidado, entonces! Estar alertas, es un deber. (fin)