La TV nos muestra a un grupo de familias venezolanas clamando en el puente de Rumichaka (frontera de Ecuador y Colombia) que quieren continuar camino hacia su país. Tanques y tanquetas peruanas en la Frontera entre Perú y Ecuador, dicen que para impedir la movilidad de migrantes y refugiados (¿?) Importante despliegue militar – policial en ambos lados de la frontera, o será parte de la militarización contra Venezuela o para que nos vayamos acostumbrando a la idea de la guerra, o todo junto y a la vez.
Antes de entrar al tema de los migrantes y refugiados venezolanos, permítanme compartir una reflexión y algunas cifras. Los refugiados son los perseguidos de los perseguidos, los marginados de los marginados, los pobres de los pobres. No sólo sufren el tener que huir de su país, de su patio, de su chacra, de su casa, de su barrio de su calle, de sus amigos. La mayoría son mujeres, niños, niñas y adolescentes. Para quienes están en el trabajo humanitario estas son frases de Perogrullo. Repetidas y repetitivas. Para otros no significan nada porque no les interesa el prójimo o la prójima; y para otros, peor aún, los refugiados son una molestia o un peligro. Pero afortunadamente para muchos, los refugiados y los migrantes son gente que necesita apoyo. A ellos va dirigido este artículo.
Es indispensable y dramático, conocer algunas cifras. Más de 70 millones de personas obligadas a dejar su casa en contra de su voluntad. De estos, veinticinco millones ochocientos mil (25.8) son refugiados reconocidos por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). TREINTAYSIETEMIL PERSONAS salen diariamente de sus casas por causa de conflictos. Los principales países de acogida son Turquía 3.7 millones, Pakistán 1.4 millones, Uganda 1.2 millones, Sudán 1.1 millones y Alemania 1.1 millones. Estas cifras son recogidas por el ACNUR, comprobadas. Seguramente son más. El propio ACNUR lo dice. Si estas cifras no le dicen nada, imagínese usted un minuto, con sus hijos corriendo para que no le alcancen las bombas y dejando atrás todo, o lo poco que construyó en años de su vida.
Las grandes potencias económicas dedican recursos insuficientes al trabajo humanitario
Las Agencias de Naciones Unidas deben recurrir a mil y una estrategias para conseguir fondos (vean lo que acaba de hacer o decir Trump sobre la OMS). Las ONGs de prestigio mundial como Oxfam, Médicos Sin Fronteras, Consejo Noruego Para Refugiados, Cáritas u otras deben prácticamente clamar por el apoyo de los donantes.
Los países donantes casi siempre tienen intereses políticos que se expresan en mayor o menor medida, según las circunstancias. EEUU por ejemplo apoya la SALIDA de los solicitantes y migrantes venezolanos, pero NO apoya su retorno o repatriación voluntaria, que es un derecho (la solución duradera principal al refugio). Ese es un hecho y negarlo es absurdo. La Cruz Roja Internacional, logra mantener una mayor distancia política debido al carácter del Derecho Internacional Humanitario, su mandato principal. Todo ello es cierto y a la vez es cierto que el trabajo humanitario es indispensable, que los trabajadores humanitarios son lo mejor que tienen las organizaciones internacionales (salvo la excepciones que confirman la regla) y que gracias a ellos estos millones de personas son atendidos y atendidas por alguien que les tiende mano y corazón. En los grandes campamentos de refugiadas y refugiados o en las calles y aldeas donde se encuentren, la presencia de un trabajador humanitario nacional o extranjero es un alivio para la gente que huye de la guerra o del hambre. Estas compañeras o compañeros están entre lo mejor de la humanidad organizada, adicionando a los médicos y médicas cubanos y cubanas, que son sin dudarlo, lo mejor de este sector.
La Pandemia y el retorno humanitario
Volvamos a las fronteras y a la escena de Rumichaka. Hay, se dice, más de 5000 venezolanos que quieren regresar, desde Chile, Perú, Ecuador y Colombia. Suena muy lógico ya que con la pandemia la posibilidad del trabajo eventual desaparece y la xenofobia aumenta. Así está ocurriendo.
Lo más práctico y objetivo sería armar un corredor humanitario de regreso, por vía terrestre o por vía aérea. Probablemente es más eficaz por vía aérea, más humano y menos costoso que un viaje de 5 ó 7 días en autobuses. Eso sería lo auténticamente humanitario.
El argumento legal de la Protección Internacional de que las condiciones que generaron el refugio o la migración (que no es igual) no han cambiado, es factible obviarlo dada la crisis que significa el Covid-19.
En Venezuela han manejado mejor la situación de salud. No pagarán los arriendos, ni los servicios y además estarán en casa. Chile, Perú, Ecuador y Colombia deberían solicitar la participación y financiamiento de la Comunidad Internacional, en este sentido y los funcionarios de ACNUR, o las ONGs como Consejo Noruego, Médicos Sin Fronteras, HIAS o la OIM, son capaces de responder con eficacia y mucha entrega y sacrificio a estos requerimientos.
Es una tarea urgente que hay que cumplir. Tal vez las Cancillerías del Pacífico se unen para ello. Sería una acción de paz realmente humanitaria, en lugar de andar promoviendo la guerra contra Venezuela.
La cuarentena al llegar, es tarea del Gobierno Venezolano que ha demostrado altísima capacidad organizativa y cuenta además con el apoyo de los médicos cubanos.
El apoyo al retorno voluntario, en tiempos de la pandemia es urgente y prioritario, no jueguen a la ideología, apuesten por la humanidad.