La sociedad tiene que reaccionar para
que el gobierno
no liquide con lo que há sobrado del Estado.
Paulo Cannabrava Filho*
Una galería de más de 200 fotos, postada en Facebook por Samuel Iavelberg en el
álbum «Baúl del Exilio 18” me provocó una reflexión sobre una historia que
quieren borrar. La historia del trabalhismo[1] como vía para el
socialismo como lo soñara Getúlio Vargas.
Las fotos son del Encuentro de Lisboa, organizado bajo el liderazgo de Leonel
Brizola, reuniendo brasileros en el exilio con oriundos de varios rincones del
país, con el objetivo de refundar el Partido Trabalhista Brasileiro – PTB.
La ignominia de una Vargas (Ivete) en una jugada del jefe de inteligencia de
las Fuerzas Armadas, general Golbery do Couto e Silva, se quedó con la sigla,
es decir, registró el partido en el Tribunal Electoral, impidiendo que Brizola lo
hiciese, pero no llevó las ideas ni la voluntad de los que fundaron luego del
PDT (Partido Democrático Trabalhista)
Neiva Moreira me llamó de México para invitarme al encuentro. Yo estaba en
Panamá, en la Oficina de Comunicación del jefe de gobierno, totalmente dedicado
al apoyo panameño al Frente Sandinista de Liberação Nacional (FSLN) em fase
crucial de la lucha contra la dictadura de la familia Somoza en Nicarágua.
Pocos días después, una nueva llamada, de esta vez del mismo Leonel Brizola,
insistiendo en mi participación. Entendió mis razones. Le pregunté en que
podría ayudar y me respondió que, si posible, billetes aéreos. Por orden del
general Omar Torrijos se compraron billetes de Nueva York a Lisboa puestos a
disposición del líder brasilero.
La revolución sandinista vitoriosa tomó el poder en 1979; en 1980 regresé a
Brasil, a São Paulo, y junto a Euzébio Rocha, Terezinha Zerbini, Rogê Ferreira y
tantos otros, que me perdonarán la omisión, pues son tantos, iniciamos la
organización del PDT paulista. Mis dos hijos, con los hijos de francisco Julião
se empeñaron con entusiasmo en la organización de la Juventud Socialista del
PDT.
Neiva Moreira,
Darcy Ribeiro y Theotônio dos Santos
En las fotos de Samuel Iavelberg, muchas saudades de tantos que ya nos dejaron: Brizola, Neiva Moreira, Darcy Ribeiro, Gomes Talarico, capitán Altair, Moniz Bandeira, Theotônio dos Santos, Betinho, Doutel de Andrade… ¿quién más?
Leonel Brizola recepciona Salvador Allende, entonces
senador en Chile por el Partido Socialista
Mario Soares,
Leonel Brizola e Doutel de Andrade, na mesa de abertura.
Golbery: un general brasilero asalariado de la Dow Chimical
Fue un golpe terrible asestado por Golbery do Couto e Silva, un general
asalariado de Dow Chemical, en el proyecto de reconstrucción del trabalhismo histórico.
Al mismo tiempo en que Golbery amansaba a Lula, Luís Inácio da Silva, el nuevo líder
surgido en las luchas sindicales del ABC, visitándolo en la cárcel, daba el
duro golpe en el proyecto laborista. Realmente un golpe terrible.
Es fácil inmaginar el tiempo que Brizola y sus compañeros han tenido que gastar
para recomponer las bases tradicionales, compitiendo con Ivete Vargas, y formar
nuevas bases bajo la nueva bandera. Brizola había logrado formar un gran frente
de izquierda con lo que había de mejor en el viejo PTB y otros partidos y
muchos jóvenes, algunos oriundos de los movimientos que enfrentaron a la
dictadura con armas en las manos.
La competición con Ivete era muy desigual, dado que ella contaba con el apoyo
de los militares en el poder. Mientras para ella no faltaban recursos, incluso
mediáticos, para los trabalhistas auténticos faltaba todo, principalmente
medios de comunicación. Desde un primer momento la media hegemónica se puso en
oposición férrea contra el proyecto de reconstrucción del partido creado por
Vargas e Goulart, ahora con nuevo nombre.
Brizola significaba retomar el hilo de la historia, que se venía tejiendo desde
los tiempos de la Alianza Nacional Libertadora que a partir de la Revolución de
1930, iniciara un proyecto de desarrollo industrial y un proyecto político de
construir una patria soberana y socialista.
La coyuntura mundial era altamente favorable. El nuevo partido ya nació
afiliado a la Internacional Socialista. Brizola reconocido como líder por los
grandes estadistas europeos, como el canciller alemán Willy Brandt y Mário
Soares, que acabara de dejar el cargo de primero ministro de Portugal.
Brizola, heredero legítimo de Vargas y de Goulart tenía historia para contar.
Como diputado estadual, alcalde de Porto Porto Alegre, gobernador de Rio Grande
do Sul deputado federal por Rio Grande do Sul y por Rio de Janeiro. Tenía como
proyecto reformas realmente revolucionarias: Reforma Agraria, Reforma Tributaria,
como base para la inclusión social; desarrollo integral y sustentable con
énfasis en la soberanía nacional.
Era respetado, admirado y odiado por su pasado y aún más por lo que podría
venir a ser.
Como alcalde y gobernador hizo una verdadera revolución en la educación,
poniendo todos los niños en la escuela. Como gobernador expropió los monopolios
de electricidad y telefonía, creó el movimiento de los Sin Tierra e hizo una
reforma agraria en base a cooperativas. Movilizó toda la nación y paró el golpe
de los militares en 1961 garantizando la toma de posesión de João Goulart.
Apoyó las reformas del gobierno trabalhista y ha creado los Grupos dos 11, en
la creencia de que solamente el pueblo organizado garantiría las reformas y
pararía el nuevo golpe que anteveía.
Después del golpe de 1º de abril de 1964, exiliado en Uruguay, organizó el primer intento armado de combate a la dictadura. Retornó a Brasil tras 14 años de exilio, liderizando el trabalhismo socialista democrático, se eligió gobernador de Rio de Janeiro por dos vezes. Fue candidato a la presidencia de la República por el PDT y hizo una alianza PDT-PT como vive de Lula.
Era odiado. Fue declarado enemigo público número uno por el gobierno de los
Estados Unidos y por la Rede Globo, claro. La familia Marinho, propietaria de
la Globo intentó evitar que Brizola se eligiese gobernador por medio de un
fraude en el conteo de votos.
Ahí se libraba una gran batalla en el campo de las ideas.
Aun durante la dictadura, laboristas y comunistas han trabajado juntos en la
reorganización del movimiento sindical y han sido protagonistas de las grandes
huelgas que desafiaron la dictadura como las Contagem, en Minas Gerais, Osasco
en São Paulo, y obviamente en la región del ABC (Santo André, São Bernardo, São
Caetano y Diadema) en la Gran São Paulo.
Paralelamente, a partir de las intervenciones en los sindicatos y prisiones de
sus dirigentes, los agente de la dictadura pasaron a trabajar para formar su
base de apoyo entre los trabajadores. Algo complicado, pero el objetivo final
era comprensible: domesticar al trabajador, neutralizar el movimiento sindical.
Para eso han contado con la ayuda de la AFL/Cios, la gran central sindical
estadounidense que, con dinero a fondo perdido, suministrado por la CIA y otros
órganos de gobierno, pasaron a formar los cuadros para el nuevo sindicalismo.
Las empresas transnacionales facilitaban la vida de los que aceptaban
participar en los cursos de formación. Esos cursos eran ministrados por la
Iadesil -el Instituto Americano para o Desenvolvimiento del Sindicalismo Libre-
y los mejores alumnos ganaban como premio un viaje a los Estados Unidos.
Durante la dictadura la Iglesia de Roma fue la única organización dejada libre
para organizarse en la ciudad y el campo, principalmente en los barrios
periféricos. Las Comunidades Eclesiales de Base, las Pastorales Obreras e
Campesinas realmente constituyeron una masa organizada y ideologizada y también
mantenían cursos de formación de cuadros.
Lo que era lo “nuevo” se hizo viejo y lo que era “viejo” se acabó.
En ese contexto de disputa entre lo “nuevo” y lo “viejo” en la reorganización
del movimiento sindical surgieron el Partido de los Trabajadores (PT) y la
Centro única de los Trabajadores (CUT). Esa central única de los trabajadores,
lejos de ser la única, nació junto con la Confederación General de los
Trabajadores (CGT), de la cual luego surgió la Fuerza Sindical y hoy comparten
con otras 11 centrales sindicales la atomización de la organización de los
trabajadores.
Es interesante recordar que la organización del trabajo idealizada por Vargas
previa la organización en sindicatos, federaciones y confederaciones, tanto de
los trabajadores como de los patrones. El sindicalismo “libre” fue estimulado
por las empresas para los trabajadores, pero no ha interesado para los
empresarios. Sintomático. Mientras hay una sola Fiesp/Ciesp (Federación y
Centro de la Industria del Estado de São Paulo, poderosa, hay 14 centrales obreras,
cada una jalando la brasa para su sardina.
En aquel recomienzo, lo “viejo” significaba el Comando General de los Trabajadores,
el Pacto de Unidad Sindical, la alianza de los laboristas con los comunistas en
apoyo al proyecto desarrollista y reformista de João Goulart y Getúlio Vargas.
Lo “nuevo” significaba terminar con la Era Vargas y todo lo que traía de
reformista, nacionalista, antiimperialista, principalmente los “peligrosos”
laboristas y comunistas.
El PT surgió en ese contexto, en cuna católica (Colegio Sion), uniendo las
bases de las comunidades eclesiales, demócratas cristianos, intelectuales
marxistas, y antimarxistas que deseaban la muerte no sólo de Marx pero también
de Vargas, y gran contingente de militantes sindicales, la mayoría
representando el nuevo sindicalismo, y la minoría el viejo trabalhismo aliado a
los comunistas.
Francisco Weffort, intelectual de la Universidad de São Paulo (USP) uno de los ideólogos del PT, era uno de los que declarara públicamente la muerte de Marx. Con la elección a la presidencia de Fernando Henrique Cardoso en 1994, fue premiado con el Ministerio de la Cultura en que, de 1995 a 2002, consolidó la llamada Ley Rouanet que transfiere a las empresas como principales financiadoras de las actividades culturales. En la década de 1970 fue asesor en la OIT (Organización Internacional del Trabajo), donde maduró las ideas de un sindicalismo de resultados. Ocupó los principales cargos de dirección del PT de 1983 a 1990.
Su obra expresa bien ese rancio anticomunista que no pasa de una visión
obsoleta de la historia, muy común entre profesores de la USP. Recordemos que
la dictadura hizo una verdadera cacería de brujas, expulsando todo lo que era
pensamiento marxista o divergente de las universidades.
Fin del socialismo, fin de la historia, fin de la Era Vargas.
Para Weffort los sucesos en el Este Europeo de 1989/1991 han significado
no sólo el colapso del socialismo, sino el propio fin de la historia, como proclamara
Fukuyama, creyendo no haber cualquier salida para el futuro conducido por las
izquierdas. En el libro Qual Democracia? (Cia. das Letras, 1994), para él
la utopía, así como el socialismo (burocrático, totalitario) de Cuba y China, murió
como modelo ideológico y perspectiva de futuro.
Así como el socialismo murió, él pasó a rechazar cualquier intervención del
Estado y con eso se comprometió con el proceso entreguista y de desestatización
iniciado por Fernando Henrique. Yo me refiero aquí a Weffort porque sintetiza
bien lo que fue la trayectoria del mismo PT que él ayudó a fundar.
Weffort, descreído de la izquierda, se alió al PSDB y al PFL que no eran ni
centro ni derecha, puesto que eran agentes de una teoría que abdicaba del
dominio sobre los centros de decisión nacional para adoptar el pensamiento
único impuesto por el capital financiero, y lo que es peor, a servicio de la
hegemonía de los Estados Unidos.
Así también actuó el PT, elegido con un discurso que parecía ser contra el
sistema, pero en el poder no paró el proceso de privatización ni buscó
alternativas a la hegemonía del capital financiero en la conducción de la
política económica.
Ya Brizola, que tenía viva la utopía en el horizonte, creía en el socialismo
renovado, a partir del pensamiento y obra de Vargas y el aprendizaje ofrecido
por el mundo, de los éxitos y fracasos de los movimientos sociales, y lo más
importante, la percepción de que los fracasos se deben mucho más a factores subjetivos
de que objetivos, es decir, de la acción del Imperio que mantiene colonizadas
las mentes impidiendo la independencia y la construcción de la patria soberana.
Brizola declarado enemigo público número uno del imperio, y de la Rede Globo, el
proyecto del trabalhismo como vía para el socialismo fue derrotado. El PDT,
como proyecto socialista terminó con Brizola.
Sobrevive la sigla, y algunos militantes abnegados, y la gran duda. ¿Hacia dónde van y qué desean esos nuevos líderes que asumieron el partido?
Se no hay un demonio para combatir hay que crearlo.
Ciro Gomes, hoy candidato del partido a la presidencia por el PDT, en el
discurso apunta el enemigo correctamente, y promete someter a plebiscito la
revocación de las medidas que violan la soberanía nacional, de desestatización
y desnacionalización de la industria. ¿Y si el plebiscito dice no? ¿Se acabó la
fiesta?
Lula, después que salió de la cárcel, también ha apuntado al enemigo
correctamente y llama por un nuevo pacto social. Pero, parece estar sólo, su
proprio partido le hace oídos sordos a su prédica.
Libre de Brizola, del trabalhismo y del comunismo, como el sistema no sobrevive
sin tener un demonio, es preciso crear el demonio de turno.
Lula y el PT, transformados en enemigos no por lo que han hecho, sino por lo
que dejaron de hacer. No han tenido voluntad ni condiciones de ir adelante con
las reformas exigidas por el Consenso de Washington y, Dios es brasilero, nos
dió el pré-sal y Getúlio nos dió la Petrobras.
Había condiciones para la retomada de un proyecto desarrollista.
Infraestructura, industria de base, ingeniería, tecnología, abundantes recursos
naturales. Inaceptable para el imperio hegemónico.
Alertado el Imperio entró en acción. La Casa Blanca puso los Servicios de
Inteligencia y el Departamento de Justicia a elaborar y ejecutar la estrategia
de acabar con la fiesta y asumir de una vez el control de los centros de
decisión del país.
Con el “mensalão” comenzó la demonización del PT (petralhas). La Lava Jato, con
los procuradores y jueces orientados por el Departamento de Justicia estadounidense
hizo lo demás.
La media hegemónica cumplió con gallardía su papel manteniendo a la opinión
pública mal informada y confusa, alienada.
El Poder Judicial también cumplió con gallardía (¿o covardía?) su papel.
Legitimó lo ilegitimable, las violaciones a principios pétreos de la Constitución
y de los códigos.
El estado mayor de las fuerzas armadas también cumplió con gallardía (¿o
servilismo?) su papel. Realizó con éxito la operación de inteligencia que
culminó con el fraude electoral de 2018 y la ocupación del Planalto por los
militares.
Como nunca en la historia, casi tres mil militares ocupan los principales puestos de la Administración Federal, en total son casi ocho mil, ganando en doble. En el núcleo duro de la Presidencia hay ocho generales, un almirante e un brigadier. Están en el comando de casi todos los ministerios, mismo en aquellos cuyo titular el civil, están los generales y coroneles como segundo o como asesores.
¿Estado mínimo o Estado desarrollista?
Y hoy ¿qué?
La única certeza es la incerteza. En todos los frentes, en todos los partidos.
El pensamiento único ya no es solamente una imposición de la media y de las
academias, es principalmente impuesto por la fuerza de las armas. Una
generación de militares oportunistas que abdicó de la soberanía nacional
transformando las fuerzas armadas em tropas pretorianas del Imperio.
Y hoy ¿qué es lo que vale?
El Estado mínimo o Estado desarrollista?
Frente al descalabro provocado por la incompetencia de los gestores de la
economía en el enfrentamiento de la pandemia, y la perplejidad con relación a
que será la pós-Covid, la pofessora maestra en desarrollo y planificación
económica, doctora en políticas públicas, colaboradora de Diálogos do Sul, Ceci
Juruá vaticina:
De aquí en adelante, en el pós-pandemia, será exigido de todos nosotros un
esfuerzo suplementario para fines de reconstrucción del Estado Nacional y de la
Patria Soberana. Retomar la trilla diseñada en la Era Vargas: trayectoria de crecimiento
sustentable y de implantación de derechos mínimos de ciudadanía para todos los
brasileros, paralelamente a la defensa de principios y procedimientos democráticos
modernos.
La profesora no está sola.
La sociedad inteligente, aquella de los intelectuales y especialistas, está siendo
sacudida y despertada para los nuevos desafíos. Es preciso liberarse de la
dictadura del capital financiero.
El papa clama que somos todos hermanos (Encíclica Fratelli tutti) y llama para
una Economía de Francisco, aquel pobre que se hizo santo porque cargaba la
iglesia de los ricos a sus espaldas.
La sociedad más justa no se hará por encima del Estado. Solamente un Estado democrático
y popular fuerte podrá dar condiciones para que la sociedad se reorganice e
trace su propio destino, de una patria libre y soberana.
*Periodista, Editor de Diálogos del Sur
www.dialogosdosul.org.br
[1] Optamos por mantener el termino trabalhismo, por sua característica peculiar, distinta del loborismo que reportaría al laborismo britânico.