“La Humanidad”
Por: Yunior Bolaños Rodríguez / ICAP. Habana. Cuba
Hay una primavera en la magia de la vida tal cual arroyo que consuela la esperanza en el amor; desde el cayado silencio inoportuno de una paz perturbada, dando paso a la mutilada esencia de lo humano en la guerra inconclusa de un corazón incomprendido. Llega entonces la palabra que escucha el secreto del abrazo entre hermanos; ese que se emancipa ante el cambio oportuno cuando el Sacerdote ha tomado la espada; y el Profeta caya y llora por el odio que consume a la humanidad; y el Rey se vuelve pueblo cuando su realeza está en saberse humilde.
Porqué olvidamos que el amor solo traiciona al que lo niega; recordemos que es en la flor esculpida donde nace la luz que emancipará a la historia. Desterrando la inconciencia que debió permanecer enterrada en el pasado que corroía el corazón de los hombres.
La humanidad necesita que el misterio divino se encarne nuevamente y el amor llene sus arcas con sentimientos verdaderos que perduren más allá de la inmortalidad reconocida; en un beso, un abrazo, un estrechón de manos y una sonrisa, y que todos desemboquen en los sueños y caricias que no debieron ser aplazados.
Seamos pues, la parusía de un despertar para la humanidad; donde solo una lagrima ha de correr por nuestras mejillas por amor; y nunca, por la avaricia y la codicia del egoísmo y las guerras inconclusas que matan la inocencia de esta infancia de la humanidad para satisfacer los caprichos de los mercaderes de la muerte.
La humanidad aun es joven, muchos años han pasado e incontables historias de vida han caminado por estas tierras fruto de la creación y de la labranza de las manos de tantos hombres y mujeres libres. Seamos pues, conscientes de que es en el corazón donde se ganan todas las guerras.
Comencemos a cambiar corazones. Toquemos el alma de cada ser humano para que la paz brille nuevamente en sus ventanas y la luz corra las cortinas que por mucho tiempo permanecieron olvidadas tras el polvo del galope inconcluso de la verdad.
Que las guerras, la discriminación y los golpes de estado sean cosa del pasado. La humanidad no merece ser segregada ni descartada.
¡Que viva la vida! Este es el mejor regalo que hemos recibido.
Pero; ¡que viva aún más el amor! Ese es el mayor regalo que le podemos ofrecer a la vida.
Si van de la mano, se inmortaliza a la humanidad y se da ese necesario salto de fe que oxigena la sangre del verdadero revolucionario.