Pensamiento crítico. Por Gerardo Fernández Casanova El pasado domingo 11 de agosto tuvieron lugar en Argentina las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) en las que la fórmula progresista, representada por la dupla Fernández (Alberto y Cristina) derrotó por más de 17% al proyecto de reelección de Mauricio Macri; esa noche la gente salió a la calle a cantar y bailar el triunfo, después de tres años y medio del gobierno más neoliberal y abyecto del mundo que, de un plumazo, acabó con los logros políticos, económicos y sociales del kirchnerismo; empobreciendo a la mayoría con tarifazos de porcentajes de dos o tres dígitos; con el traidor pago de los fondos “buitres”; con la acelerada privatización de los bienes públicos; con la dócil entrega al Fondo Monetario Internacional y sus recetas rapaces, el despido masivo de trabajadores y, en fin, el retroceso más criminal del país austral. Hasta ahí el júbilo popular para dar lugar a la furia, el brutal encabronamiento del pueblo, causado por la perfectamente identificada venganza del aún presidente: el viernes anterior se manipuló para inflar el mercado de valores e inyectar dólares del Banco Central de la República Argentina (BCRA), a efecto de mostrar una cierta recuperación de la moneda nacional, aderezado con la manipulación de las encuestas para mostrar un empate técnico entre las fórmulas punteras (Macri y los Fernández); fallido el intento por una votación superlativa contra Macri, el lunes, después de un discurso de reproche a los votantes, el aún presidente ejerció vil venganza, ordenando al BCRA dejar correr la cotización del dólar después de abrir la mañana con un primer tramo de devaluación de $45 a $51 por dólar, la corrida de banco provocó que en pocas horas la divisa se cotizara hasta en $60; la bolsa se desplomó y el riesgo país casi se duplicó. Todo por el berrinche del presidente perdedor, no sin haber enriquecido a sus allegados con la medida. Se pretendió mostrar que tal era el efecto del triunfo de la fórmula progresista lo cual ha sido cabalmente desmentido por la información y por los empresarios. Para acabarla de amolar Jair Bolsonaro (ellos también tienen su troglodita norteño) amenazó con destruir el Mercosur y cortar toda suerte de colaboración entre Brasil y Argentina donde, según Bolsonaro, gobernará Maduro. Las elecciones constitucionales serán hasta fines de octubre en las que, con toda certeza se confirmará el triunfo progresista con mayor contundencia. Es de observarse la perversidad de las oligarquías latinoamericanas, capaces de incendiar el país antes que aceptar el mandato democrático. No obstante, nuevamente comienza a reaparecer la espada de Bolívar por América Latina, ahora con México, que siempre estuvo de espaldas, incluido en la cauda emancipadora, no sin cierta cautela geopolítica (la maldita vecindad).Por cierto, también acá se mantiene el júbilo, ahora nutrido por el comienzo de la aplicación de la justicia en castigo de quienes depredaron el erario; Emilio Lozoya (prófugo) y Rosario Robles tras las rejas, junto con los militares responsables del robo de combustible y otros peces gordos, son primeras piezas de un amplio rompecabezas trazado inteligentemente por la Fiscalía General de la República. Despacio porque hay prisa de hacerlo bien, ante una judicatura proclive a ser laxa ante los criminales de cuello blanco.La oligarquía mexicana no canta mal las rancheras, aunque con menor estridencia debido a la habilidad del Presidente López Obrador que ha bordado fino en eso de las alianzas y la mesura –no siempre comprendidas por quienes quisiéramos ver sangre plutocrática correr- que ha permitido mantener la estabilidad económica. No obstante también los hay que son tercos y recalcitrantes en su afán por descarrilar el proyecto de la 4T, a la cauda de infaustos amparos contra la construcción del nuevo aeropuerto de Santa Lucía y a favor de retomar la obra devastadora del Lago de Texcoco, se suman otras acciones menos explícitas pero más dañinas: el permanente golpeteo en la prensa tradicional, que no deja de buscar el más mínimo pretexto para lanzar la jauría de opinócratas para descalificar al gobernante; la virulencia criminal exacerbada; las, por ahora escuálidas, marchas de protesta y la puesta en escena de ataques de policías contra mujeres, más falsos que un billete de siete pesos. Todo esto augura una trama desestabilizadora contra la posibilidad de generar un nuevo régimen de justicia y democracia. Gustavo de Hoyos, presidente de la Confederación Patronal, y Claudio X. González, a cargo de varias organizaciones civiles de fachada, son quienes hoy dan la cara en esta arremetida. Bien sabemos quién está atrás. Habrá que tener cuidado. http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/08/19/pensamiento-critico-mexico-jubilo-y-furia/ResponderResponder a todosReenviar |