BRASIL. BOLSONARO Y EL FASCISMO ESCATOLÓGICO

Bolsonaro y la irrupción del fascismo escatológico

Fernando de la Cuadra.

 Rebelión / Socialismo y Democracia

Solo me cabe certificarlo, Brasil es gobernado por un individuo ignorante y vulgar. Nada de la
complejidad de la vida y de las problemáticas que enfrenta el mundo y su patria es del interés del actual presidente de ese país.

Cada vez queda más claro que Bolsonaro todavía no supera suetapa anal, pues son ya varios los episodios en que utiliza recursos escatológicos para referirse a los problemas de la nación.

Hace una semana, cuando fue indagado sobre la posible relación contradictoria entre crecimiento y medioambiente, el gobernante no encontró nada mejor que decir que para cuidar del
medioambiente “hay que hacer caca un día sí y otro día no” (sic).

Días después señaló que la “caca petrificada de indígena consigue parar el licenciamiento de
obras”.

En su última manifestación en Piauí inaugurando una escuela insistió en su escatología “Vamos a acabar con la caca en Brasil”, refiriéndose a los comunistas.

El psicoanalista y académico de la Universidad de Sao Paulo, Christian Dunker, entrega una
explicación instigante para este fenómeno: “El discurso moral, cuando se exprime
psicoanalíticamente, frecuentemente termina en la mierda, en la bosta, exactamente lo que el
presidente está practicando”.

Si Bolsonaro solo se dedicara a proferir sus necedades y abrir su cloaca verbal hasta podría ser un personaje inconveniente e irrelevante. El problema es que su gobierno se encuentra
desmontando todas las políticas públicas que aseguraban un nivel mínimo de convivencia y
aspiraciones de desarrollo entre la población. Y en todos los ámbitos. Solo por mencionar el
impacto de sus políticas sobre la acelerada desforestación del territorio amazónico, los datos
recopilados en este primer semestre por organismos especializados como el Instituto de Pesquisa Espaciales (INPE) han demostrado que dicho proceso ha aumentado casi en un 90% en el
presente año.

Además de desconocer los datos entregados por el INPE, el ejecutivo no encontró nada mejor para impugnar las conclusiones de esta institución que remover a su director. La postura radical de
Bolsonaro contra los temas medioambientales lo ubica como un líder de la ultraderecha en esta
cuestión, desconociendo tratados internacionales y provocando el corte de financiamiento en proyectos para esa región de países como Alemania o Noruega, que hasta ahora apoyaban el Fondo
Amazonia.

Su desafecto con los países europeos que dejaron de apoyar este Fondo, también se ha extendido hacia Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que se perfilan como favoritos para ganar las
próximas elecciones en Argentina, diciendo que “Bandidos de izquierda empezaron a volver al
poder”. A pesar de que se han escrito millares de páginas sobre este tema, no deja de resonar la
pregunta sobre las razones que llevaron al electorado brasileño a elegir un candidato tan escaso
de cualidades para ejercer un cargo de esa magnitud. Como entregar los destinos de la nación a
un personaje tan nefasto y perverso.

Puede ser el malestar acumulado contra los gobiernos del PT, la corrupción desatada en la última década, la creciente criminalidad y la inseguridad cotidiana, la manipulación efectuada en las
redes sociales, la expectativa de cambios fuera de la estructura política tradicional, el hartazgo
generalizado, la apatía republicana y un largo etcétera. ¿Y qué pasó con la valorización de la
democracia, conquistada con tanto esfuerzo después de 21 años de dictadura?, ¿Cómo la
ciudadanía le dio carta blanca a este grupo de apologistas de la tortura y el asesinato,
reaccionarios delirantes, económicamente ultraliberales y fundamentalistas religiosos? ¿Cómo se puede soportar el retroceso cultural y social que quiere imponer ese grupo de descalificados,
paranoicos y terraplanistas que niegan el cambio climático y la globalización?

Hace un par de años Yascha Mounk y Roberto Foa pusieron las alarmas sobre lo que denominaroncomo el proceso de “desconsolidación” democrática que comenzaba a campear por el mundo.
Este desapego o desinterés por las formas de regímenes democráticos se puede atribuir al hecho
de que las personas han aumentado sus expectativas sobre este sistema de gobierno, expectativas que no se cumplirían actualmente. En efecto, lo que la democracia proporcionaría en términos
de estabilidad, inclusión, mejoras en la calidad de vida de las personas ya no se está consumando

En función de ello, los ciudadanos han ido perdiendo su aprecio y apoyo por la democracia. Para estos autores, los gobiernos de baja calidad colocan en riesgo la democracia y van minando su
legitimidad. Especialmente propicios para la inclinación hacia gobiernos autoritarios son aquellos escenarios en los que está ausente un sistema de seguridad pública y la falta de confianza en que
las formas democráticas puedan resolver los problemas de inseguridad y acceso a los servicios
básicos de las personas.

Parece que Brasil todavía no ha tomado plena conciencia sobre los riesgos que representa la
inauguración de este ciclo perverso en que la ultraderecha de la mano de las fuerzas armadas ha
ido asumiendo el control sobre la nación. Ello sin duda plantea un peligroso precedente para que otras derechas en otros países aspiren a contar con el concurso de los militares para imponer una dictadura definitiva e irreversible. Hasta ahora las democracias de la región han mantenido una
relación ambigua con el autoritarismo y su versión fascista, aunque si el autoritarismo sigue tomando la iniciativa en plantearse como alternativa frente al malestar y la inseguridad que
experimentan los ciudadanos, no pasará mucho tiempo para que fantasma del fascismo se
apodere de nuestros países y nos lleve de regreso a un periodo de tinieblas.

En otro artículoS  señalábamos que para Umberto Eco siempre existirá la amenaza de restauración de un ur-fascismo o fascismo eterno. El ur-fascismo crece y busca el consenso explotando y
exacerbando el miedo a la diferencia, a los otros. El primer llamamiento de un movimiento
fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. El ur-fascismo es, pues, racista por
definición.

Pero él también se nutre del culto a la tradición y el rechazo a lo moderno, en la misoginia y la
homofobia, en el odio a los extranjeros, en el desprecio a los pobres. Por eso, el fascismo
escatológico de Bolsonaro no se distingue fundamentalmente de estas claves apuntadas por Eco.

Al contrario, este tipo de fascismo libera la excrecencia que llevamos dentro, se nutre de los
despojos corporales, se complace en exponer los residuos del espíritu humano, los códigos
nauseabundos de nuestras vísceras y nuestros prejuicios. El fascismo es escatológico por
antonomasia y quizás si la gran apuesta de futuro consiste en desterrarlo definitivamente de la convivencia humana a través del simple ejercicio de la democracia, la tolerancia y la fraternidad.

(*) Fernando de la Cuadra es doctor en Ciencias Sociales y editor del blog Socialismo y Democracia.  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=259507ResponderResponder a todosReenviar