Beneficios, peligros y el futuro de la humanidad hoy.
Por: Franklin Ledezma Candanedo,
Periodista del Corinto Bolivariano: Panamá.
La Inteligencia Artificial (IA) es la combinación de algoritmos
planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas
capacidades que el ser humano. Una tecnología que todavía nos resulta
lejana y misteriosa, pero que desde hace años está presente en nuestro
día a día a todas horas.
La IA, para quien no la usa a diario, parece un concepto propio de
grandes producciones cinematográficas o libros de ciencia ficción.
Pero lo cierto es que se trata de un conjunto de concepciones casi
centenarias que están cada vez más presentes y a las que recurrimos,
muchas veces, sin darnos cuenta.
Se considera la IA la Cuarta Revolución Tecnológica tras la
proliferación de las plataformas móviles y en la nube. Pese a la
innovación que proyecta en nuestras vidas, su historia es un largo
proceso de avances tecnológicos.
El término “artificial” significa que la inteligencia en cuestión no
es inherente a seres vivos, sino que se crea mediante la programación
y el diseño de sistemas informáticos.
Antecedentes:
La idea de crear máquinas que imiten la inteligencia humana estaba
presente incluso en la antigüedad, con mitos y leyendas sobre
autómatas y máquinas pensantes. Sin embargo, no fue hasta mitad del
siglo XX cuando se investigó su verdadero potencial, después de que se
desarrollaran las primeras computadoras electrónicas.
En 1943 Warren McCulloch y Walter Pitts presentaron su modelo de
neuronas artificiales, considerada la primera inteligencia artificial,
aun cuando todavía no existía el término. Posteriormente, el
matemático británico Alan Turing publicó en 1950 un artículo con el
título “Computing machinery and intelligence” (“Maquinaria e
inteligencia informática”) en la revista Mind donde se hacía una
pregunta: ¿Pueden pensar las máquinas? Proponía un experimento que
pasó a denominarse Test de Turing y que, según el autor, permitiría
determinar si la máquina podría tener un comportamiento inteligente
similar al de un ser humano o indistinguible de este.
John McCarthy acuñó en 1956 el término “inteligencia artificial” e
impulsó en la década de 1960 el desarrollo del primer lenguaje de
programación de IA, LISP. Los primeros sistemas de inteligencia
artificial se centraron en reglas, lo que condujo al desarrollo de
sistemas más complejos en las décadas de 1970 y 1980, junto a un
impulso de la financiación. En esos momentos, la IA experimentó un
renacimiento gracias a avances en algoritmos, hardware y técnicas de
aprendizaje automático.
Ya en la década de 1990, los avances en la potencia informática y la
disponibilidad de grandes cantidades de datos permitieron a los
investigadores evolucionar algoritmos de aprendizaje y consolidar las
bases de la IA del presente. En los últimos años, esta tecnología ha
vivido un crecimiento exponencial, impulsado en buena medida por el
desarrollo del aprendizaje profundo, que aprovecha redes neuronales
artificiales con diversas capas para procesar e interpretar
estructuras de datos complejas. Este avance ha revolucionado las
aplicaciones de IA, incluyendo el reconocimiento de imágenes y voz, el
procesamiento del lenguaje natural y los sistemas autónomos.
La inteligencia artificial desempeña un papel fundamental en la
transformación digital y sostenible en diversos sectores. No solo crea
un clima favorable para el desarrollo de un escenario digital cada vez
más avanzado, sino que además es una de las tecnologías sostenibles
con mayor impacto: permite reducir el número de equipos, recursos o
materiales en las organizaciones o empresas. Presenta una mayor
productividad con menos, lo que garantiza una base digital y
sostenible para cualquier empresa.
Actualmente, la IA no trata de crear conocimiento nuevo, sino de
recopilar y procesar los datos para sacarles el mayor partido a la
hora de decidir
Se trata de computadoras que emulan el pensamiento lógico racional de
los humanos, es decir, se investiga cómo lograr que las máquinas
puedan percibir, razonar y actuar en consecuencia.
Los avances en IA ya están impulsando el uso del big data debido a su
habilidad para procesar ingentes cantidades de datos y proporcionar
ventajas comunicacionales, comerciales y empresariales que la han
llevado a posicionarse como la tecnología esencial de las próximas
décadas. Transporte, educación, sanidad, cultura…ningún sector se
resistirá a sus encantos.
Ya existen chatbots que nos preguntan por la condición de nuestra
salud y síntomas para realizar un diagnóstico. La recolección de datos
genera patrones que ayudan a identificar factores genéticos
susceptibles de desarrollar una enfermedad.
Los avances en la inteligencia artificial han provocado la
transformación de diversas áreas y sectores, pero también han
suscitado preocupaciones sobre posibles riesgos o desafíos que puedan
surgir en su desarrollo. Estos son algunos ejemplos:
La IA se basa en algoritmos y datos para tomar decisiones, pero estos
pueden estar sesgados y perpetuar injusticias. Estos pueden reflejar y
amplificar sesgos existentes, lo que podría llevar a decisiones
discriminatorias.
La recopilación y el análisis de grandes cantidades de datos para
alimentar algoritmos de IA puede plantear preocupaciones sobre la
privacidad de la información de las personas si no se manejan
adecuadamente. Las violaciones de datos pueden favorecer incluso la
proliferación de posibles ataques cibernéticos.
La IA y la automatización también pueden suponer un riesgo de
desplazar a millones de trabajadores de sus empleos. Las tareas
repetitivas y rutinarias pueden ser fácilmente asumidas por sistemas
de IA avanzados, lo que podría llevar al desempleo masivo en algunos
sectores, lo que plantea desafíos económicos y sociales.
La IA también puede ser utilizada con fines maliciosos, como el
desarrollo de ataques cibernéticos más sofisticados y menos conocidos
para las víctimas.
Las decisiones motivadas por los algoritmos pueden plantear cuestiones
éticas, especialmente cuando se tratan de situaciones críticas, como
la atención médica, la justicia y la seguridad. A esto se une la
dificultad de determinar la responsabilidad legal en caso de
decisiones incorrectas o acciones perjudiciales de sistemas de IA.
Algunos expertos han planteado preocupaciones sobre un posible riesgo
asociado con el desarrollo de una IA súper inteligente a largo plazo.
El principal temor se basa en que, si llegamos a crear una IA con una
inteligencia superior a la humana, podría volverse autónoma y superar
nuestra capacidad de control.
Las tendencias y proyecciones de la IA abarcan una amplia gama de
áreas y tienen un gran potencial para influir significativamente en
diversos sectores. Mirar hacia el futuro de esta tecnología supone
cambiar nuestra concepción de cómo interactuamos con la tecnología y
abordamos temas complejos.
Uno de los enfoques centrales en los próximos años será el desarrollo
de técnicas que permitan comprender y explicar las decisiones tomadas
por los algoritmos. Pero la ética de la IA, que actualmente ocupa un
lugar central en el debate sobre la misma, seguirá teniendo gran
importancia con la creciente implementación de prácticas que aseguren
la equidad y la transparencia en el desarrollo y el despliegue de
sistemas para asegurarlas.
Además, se anticipa un aumento de la especialización de la IA, con
sistemas diseñados para tareas cada vez más específicas en sectores
como la salud, la educación o, incluso, la agricultura. El desarrollo
de todas estas proyecciones será más intenso con la convergencia de la
IA con tecnologías emergentes como la computación cuántica y la
robótica, que permitirá ampliar sus capacidades y aplicaciones en
diversas industrias.
Recientemente la prensa internacional advirtió sobre una posible
rebelión de robots asesinos a lo ‘Terminator’. Al respecto, se informó
que expertos analizaron todo lo relativo al uso de robots humanoides
en la esfera militar. En el estudio se han develado distintas
preocupaciones éticas y legales del uso de esta tecnología en su
proyección a gran escala.
Advirtieron que “los robots humanoides militares son las armas más
parecidas a los humanos hasta la fecha, y su uso normalizado a gran
escala podría provocar asesinatos indiscriminados y muertes
accidentales, lo que inevitablemente resultaría en cargos legales y
condena moral».
De acuerdo con la información publicada, los autores del análisis
exhortaron a realizar investigaciones sobre ética y legalidad en el
uso de tecnologías que involucren a robots humanoides en el ámbito
militar, pues, de acuerdo a su estudio, un robot humanoide con dichos
propósitos estaría claramente violando las leyes de la robótica de
Isaac Asimov.
Para concluir aseguramos que el futuro ya es presente con la IA,
aunque millones de personas no se han percatado que sus proyectos y
actividades diarias e, incluso sus propias decisiones, son tomadas por
los algoritmos, que ya existen chatbots que nos preguntan por la
condición de nuestra salud, computadoras que emulan-y no sólo lo
intentan- el pensamiento lógico racional de los humanos y que desde
hace años está presente en nuestro día a día a toda hora.
Téngase en cuenta que nada es casual en el quehacer diario mundial y
que todo forma parte de objetivos concretos de los amos del planeta-el
Club Bilderberg-que el escritor ruso lituano Daniel Estulin, puso al
descubierto en su primera obra “La Verdadera historia del Club
Bilderberg” (1975), sus macabros plantes de dominación mundial, cuyo
objetivo número 4 establece: “El control de toda la humanidad a través
de medios de manipulación mental (Chips) (IA), que desde hace tiempo
se está cumpliendo, puesto que en diversas partes del mundo se están
colocando estos instrumentos tecnológicos para el control mental, de
tal manera de convertir a todo el mundo en robots a su servicio.