SIN UNIDAD NO SE PUEDE VENCER A LA DERECHA.
Por Hugo Otero Lanzarotti
El reciente y significativo triunfo de Jeannette Jara, militante del Partido Comunista, como candidata presidencial de la izquierda chilena, envía una señal clara que los sectores progresistas peruanos deben asumir con urgencia: sin unidad, no es posible derrotar a la derecha ni abrir paso a un verdadero cambio democrático.
La elección de Jara es fruto de un proceso ejemplar de articulación política. Las fuerzas de la centroizquierda chilena —el Partido Socialista, el Frente Amplio, el Partido Comunista, el Partido por la Democracia, el Partido Radical, la Democracia Cristiana y la Federación Regionalista Verde Social— decidieron dejar de lado divisiones y apostar por una candidatura común, definida a través de elecciones primarias abiertas, donde participaron tanto militantes como ciudadanos independientes de todo el país. Esta alianza ahora se presenta bajo el nombre de Unidad por Chile.
Durante su campaña en las primarias, Jeannette Jara —exministra de Trabajo del presidente Gabriel Boric— transmitió un mensaje directo, sencillo y empático, enfocado en los problemas reales de la vida cotidiana de la ciudadanía. Habló de “bien común”, de “justicia social” y se definió sin ambigüedades como “militante de izquierda”. Con firmeza, proclamó: “Mi gobierno será popular, de Chile y para Chile”.
La izquierda chilena se prepara ahora para una dura contienda presidencial frente a una derecha poderosa, bien financiada y articulada. El camino no será fácil, pero parte con una ventaja decisiva: la unidad.
Ese es el mensaje que debería resonar en el Perú para recuperar la confianza perdida en los políticos y la política. Aquí, las fuerzas progresistas continúan divididas, fragmentadas por personalismos, desconfianzas y agendas parciales, mientras la derecha —autoritara, corrupta y articulada en torno a intereses económicos— sigue controlando el aparato político, mediático y judicial.
La experiencia chilena demuestra que la unidad no es una opción: es una necesidad histórica. Solo un frente amplio y coherente, capaz de integrar las diversas corrientes de la izquierda democrática peruana —desde el socialismo, el progresismo, el humanismo cristiano, el ambientalismo y el movimiento popular— podrá construir una alternativa real de poder que derrote al modelo actual, excluyente y autoritario.
La hora exige generosidad, visión de país y valentía política. El pueblo peruano necesita un gobierno democrático y popular que represente sus intereses y recupere la esperanza. Como ha demostrado Chile: sin unidad, no hay victoria.

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