Luis Varese
En memoria de Dina Darwiche, su hijito Jad de 4 años y Ali Basma, funcionarios de ACNUR que fueron masacrados por las bombas israelíes en Líbano. A 4 los niños de Guayaquil.
Con el objetivo de destruir el Estado de Derecho, el orden Internacional, el Imperio que gobierna gran parte del Mundo, viola de manera sistemática todas las reglas y tratados que nos vienen, de alguna manera, sosteniendo desde la Segunda Guerra Mundial. En varios artículos anteriores me he ocupado de este tema.
Hoy en día los que van a la vanguardia de esta destrucción del Estado de Derecho, son el Gobierno de Benjamín Netanyahu, los EEUU y la Unión Europea, además de los países con gobernantes súbditos.
Quienes creímos que Europa podía ser un baluarte de la institucionalidad democrática liberal, nos equivocamos. Sus gobiernos están supeditados, sin pudor alguno, a los designios de los grandes codiciosos del mundo. No se respetan las mayorías democráticas que luchan por sus derechos y el último ejemplo descarnado es Francia.
Francia, la de la Revolución antimonárquica, la de la Libertad, Igualdad, Fraternidad, no está dirigida por ese hombrecillo ignorante sin condiciones de estadista, llamado François Macron, sino por sus empresarios, miembros de la Codicia Mundi, y por la extrema derecha fascista. Francia, su gobierno, ha traicionado 235 años de historia, desde la Toma de la Bastilla, hasta nuestros días. El Nuevo Frente Popular de Malenchon y sus aliados, ganó la mayoría del parlamento y sin embargo no se ha respetado esta voluntad popular. Hoy Macron se aferra a la presidencia como gato desesperado.
Italia ha dejado de lado su lucha descentralista y democrática, para volver a un fascismo “aggiornato”, donde la izquierda está desorientada o traiciona su propia historia. La mediocridad de los gobiernos izquierdistas timoratos, que no fueron capaces de consolidar un proceso de construcción de un estado democrático y la habilidad de un Berlusconi, (delincuente de marca mayor) que logró dirigir el voto y las conciencias a través del “nuevo orden mediático”, logrando crear un “estado de ánimo” anti solidario, individualista, indiferente a lo colectivo. Esta base de las ideas es campo fértil para el fascismo que hoy los gobierna.
España con una extrema derecha tremendamente agresiva, que ha conseguido romper a PODEMOS a través de ataques individuales a sus dirigentes, en complicidad con los medios de comunicación y el poder judicial. Un PESOE pendular que se mueve entre la derecha y la izquierda y que a pesar de haber avanzado en medidas que benefician a las mayorías, no logra firmeza en el concierto de la Unión Europea.
La UE ha cambiado de brújula, y el Parlamento Europeo ha cedido ante el fascismo y la extrema derecha, sucumbiendo a las opciones personalistas de sus dirigentes, sostenidos por un discurso guerrerista con a OTAN a la cabeza, racista antinmigrante y destinado a satisfacer La Codicia.
Coloco a estos tres países, como originalmente más cercanos en sus posiciones, de lo que hubiera podido ser su contribución al nuevo orden mundial.
Los Objetivos “militares”.
Niños, niñas, adolescentes, mujeres, ancianos, trabajadores humanitarios, periodistas, la ONU, escuelas, hospitales, campos de refugiados, barrios de población civil, pozos de agua.
Esos son los objetivos “militares” del gobierno de Israel, Estados Unidos y la Unión Europea.
Definamos terrorismo: “Actos delictivos concebidos o planeados para provocar un estado de terror en la población en general, en un grupo de personas o en determinadas personas, que son injustificables en todas las circunstancias, cualesquiera que sean las consideraciones políticas, filosóficas, ideológicas, raciales, étnicas, religiosas o de cualquier otra índole que se hagan valer para justificarlos”. (Manual de Educación, European Council.)
Este es el terrorismo que aplica Netanyahu en Gaza, en Beirut. Con plena impunidad otorgada por todes nosotres. En esa ruta caminan los gobiernos derechistas de Nuestramérica como es el caso de El Salvador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú y de Ecuador, donde la impunidad de policías y militares campea.
Con el aplauso de la ignorancia y el miedo, salen los militares a las calles, como si fueran una fuerza entrenada para enfrentar algo más que el enemigo externo. Un soldadito con un arma de largo alcance y de repetición, enfrenta a niños desarmados como si fueran el “enemigo de la Patria”.
Es la respuesta militar a la violencia delincuencial común, que es tarea de la Policía. Es la impunidad y la violación sistemática del Estado de Derecho y los derechos humanos básicos.
Niegan la realidad con gran descaro, pero los videos reproducidos de cámaras de seguridad o videos particulares, nos muestran la acción de estas fuerzas armadas que caminan hacia el descrédito y el desprestigio, empujadas por políticos oligarcas y corruptos o por mandos igualmente corruptos. Esto vale para El Salvador, el Ecuador, el Perú o Paraguay, de manera idéntica.
Nos presentan a soldados golpeando a los niños Steven, Josué, Nehemías e Ismael, como si fuera la manera de tratar a ciudadanos. Los videos los muestran como torturadores de profesión, como si no tuvieran oficiales comandándoles y ordenándoles actuar. Como si no hubiera civiles encumbrados por artes de birlibirloque y la ignorancia de un electorado alienado, que les da un poder malsano.
La destrucción del Estado de Derecho se repite a nivel mundial, respaldada por un gringo enloquecido de poder que se zurró en el orden establecido estadounidense, Donald Trump, quien anuncia entre otras cosas, la “recuperación del Canal de Panamá o la compra de Groenlandia, porque Estados Unidos las necesita para su Seguridad Nacional”.
Todo ello está ligado, desde el infanticidio-genocidio en Gaza, los asesinatos selectivos en Teherán, Damasco o Beirut, las desapariciones en Guayaquil, y Esmeraldas, los crímenes de Juliaca, Puno, Ayacucho, Apurímac; los anuncios de guerra en el Esequibo, Panamá o Caracas; la destrucción de Planalto en Brasilia o la invasión de la Embajada de México en Quito.
Todo ello forma parte de una corriente de pensamiento y una estrategia de ruptura del frágil orden mundial y la recomposición geopolítica que mantenga la supremacía imperial de Estados Unidos y “occidente” sobre el Planeta entero.