Humberto J. González Silva
(Venezuela)
España protesta airada, y uno se imagina a Sánchez despeinado de la indignación: Los mexicanos no invitaron al rey Felipe, porque han pedido que se disculpe por los crímenes de trescientos años de invasión a Nuestra América. “Tanto la Iglesia católica, la monarquía española y el Estado mexicano debemos ofrecer una disculpa pública a los pueblos originarios que padecieron oprobiosas atrocidades para saquear sus bienes y tierras”, escribió Andrés Manuel López Obrador en 2020.
AMLO mismo pidió perdón en nombre del Estado mexicano, que como otras repúblicas americanas continuó el atropello después de la Independencia. El papa Francisco lo había hecho sin problemas, en lo que es un muy pequeño acto de desagravio ante tamaña indignidad: trescientos años de masacre, expropiación, explotación, humillación… y sólo se les pide una disculpa. Pero lo hizo: “Pido humildemente perdón no sólo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”. Ese fue su discurso en Bolivia, en 2015.
Dije “sin problemas”, pero es evidente que desde la derecha española hubo horror. Inmediatamente se levantaron voces en defensa de la “conquista”, que a los “conservadores” españoles les gusta escribir con mayúscula: “México desenfoca la Conquista para utilizarla políticamente”, titula ABC; “El Papa entra en el juego de AMLO y pide “perdón”” escriben en El Mundo de España con tono burlón.
Felipe no contestó la carta de AMLO. Para la Corona española, esa que lleva Felipe y le gusta sostener a Pedro Sánchez, pedir perdón les parece una ruina. Según ellos, la destrucción y el expolio contra los pueblos originarios de América fue una acción “civilizatoria”, vinieron a traernos “cultura” (como si no hubiera ya en América cientos de culturas), religión (como si el atropello a la espiritualidad de otros pueblos fuera una gracia) y un idioma (como si los pueblos originarios hubieran permanecido mudos hasta la invasión). ¿Es que la esclavitud de las millones de personas secuestradas en África fue también un acto civilizatorio?
No se puede construir un orgullo nacional sobre el atropello a otros pueblos. Y ese ha sido el caso de la España monárquica, asentada en su vocación colonialista. De ahí les viene esa idea de que pueden imponernos gobiernos a su gusto.