Por Gilberto López y Rivas
El 10 y 11 de septiembre tuvo lugar en Caracas, Venezuela, el Congreso
Mundial contra el Fascismo, Neofascismo y Expresiones Similares, que
reunió a más de mil delegados de más de 95 países, y en cuya clausura,
el presidente Nicolás Maduro anunció la creación de una internacional
antifascista, con sede en ese país, con el propósito de librar
batallas presentes y futuras por un mundo diferente y hacer frente a
la violencia que la extrema derecha está generando en la nación
sudamericana y en muchos otros países del mundo. En su discurso,
Maduro rememoró a Salvador Allende y al golpe de Estado de las fuerzas
armadas, una traición institucional que llevó al poder a una cúpula
militar, considerando esta acción como una estrategia de terrorismo
fascista, apoyada por Estados Unidos y sus aliados europeos y
latinoamericanos. Asimismo, convocó al acompañamiento de todos los
movimientos antifascistas, anticolonialistas, antimperialistas y
democráticos del mundo, para la batalla que está dando Venezuela por
su derecho a la libertad y al futuro. La vicepresidenta, Delcy
Rodríguez, llamó a la unidad del movimiento internacional antifascista
para combatir y no permitir que el fascismo extienda sus tentáculos en
este planeta, porque es la amenaza más grave que tiene hoy la
humanidad, yo diría que al lado de la emergencia climática, producto
todo de un solo modelo de producción, que es el capitalismo y su
desarrollo neoliberal e imperialista.
Con todo fundamento durante el Congreso se equipararon con el fascismo
a las fuerzas de la ultraderecha que operan coordinadamente en el
ámbito mundial, ya que precisamente una de las definiciones clásicas
de este fenómeno señala su relación estrecha con el terrorismo de los
grupos del poder económico y político-militar capitalista para someter
a los trabajadores y a toda resistencia, y su inclinación por expandir
su dominación, por la vía de la violencia extrema, el racismo y el
sometimiento de sociedades, pueblos y naciones. Recordemos la
identificación del fascismo por la Internacional Comunista que, en
1935, planteaba que el el fascismo en el poder es la dictadura abierta
y terrorista de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más
imperialistas del capital financiero. Esto es, el terror de la
burguesía para proteger sus intereses estratégicos, utilizando las
variantes nacionalistas, el apoyo de clases medias descontentas y
sectores desclasados de las clases subalternas.
El terrorismo del capital financiero nazifascista se desarrolló en un
espacio internacional multipolar, que guardaba un precario equilibrio,
y chocó con una amplia alianza de potencias capitalistas, y con la
enorme fuerza socialista de la época representada por la Unión
Soviética. Además, el fenómeno fascista, con su aniquilamiento de las
razas inferiores, comunistas, minorías étnicas, homosexuales,
discapacitados, y su expansionismo territorial, era un proyecto
imperialista de dimensiones limitadas. El mundo de mediados del siglo
XX, no había alcanzado los espacios globalizados de este milenio. No
obstante, considero admisible la identificación de fascismo para
definir este proceso de agresión conservadora, porque no se ha
generado un concepto alternativo que contenga tales características.
La ideología y las prácticas supremacistas de los grupos gobernantes
de Estados Unidos, en el que demócratas y republicanos compiten por
ser el mejor guardián de los intereses de la única nación
indispensable, tienen grandes similitudes con el fascismo, como el
predominio y crecimiento del militarismo, la promoción de las grandes
corporaciones castrenses, el apoyo a los genocidios en proceso, el
ultranacionalismo, el darwinismo social exacerbado en las redes
sociales y en los medios de comunicación masiva.
Algunos comentaristas sobre el Congreso Mundial han señalado sus
reservas con la utilización del termino de fascismo para denominar a
las fuerzas políticas de la ultraderecha que están ganando posiciones
políticas en muchos países y en el ámbito mundial, estimuladas y
encabezadas, por Estados Unidos y sus aliados europeos.
Al respecto, he venido proponiendo el concepto de terrorismo global de
Estado para especificar la violencia perpetrada por aparatos estatales
imperialistas y neocoloniales en los ámbitos mundial y nacional contra
pueblos y gobiernos, con el propósito de infundir terror y en
violación del derecho internacional. El terrorismo global de Estado
trasgrede los marcos ideológicos y políticos de la represión legal,
justificada por los ordenamientos jurídicos nacionales e
internacionales, y apela a métodos no convencionales, a la vez
intensivos y extensivos, para aniquilar la resistencia política y la
protesta social.
En este contexto es una gran contribución política la iniciativa del
gobierno de Venezuela de dar cabida a la integración de la
Internacional Antifascista. ¡Hoy como ayer el fascismo será derrotado!
Fuente: La Jornada, viernes, 27 de septiembre de 2024