VENEZUELA. GOLPE EN MARCHA (Editorial de La Jonada)

Editorial de La Jornada, martes, 30 de julio de 2024

De nueva cuenta, Venezuela se encuentra asediada por la amenaza de un 

golpe de Estado en busca de restaurar el régimen oligárquico dirigido 

desde Washington que controló al país hasta el triunfo de la 

revolución bolivariana en 1998. Los personajes y organismos que hace 

unas horas llamaban a respetar la democracia y propiciar la 

reconciliación nacional tiraron las caretas desde el instante en que 

se dieron cuenta de que su candidato fue derrotado en las urnas por el 

presidente Nicolás Maduro.

El intento en curso para deponer al gobierno constitucional venezolano 

e imponer una administración títere ha seguido un guion calcado del 

que ya padeció la nación caribeña en 2002, 2014, 2017 y 2019, mismo 

que se ha replicado en otros puntos de América Latina: los grandes 

medios de comunicación corporativos reproducen las acusaciones de 

fraude como si fueran hechos probados, desconocen la legalidad 

venezolana y pintan a los grupos de choque de la ultraderecha como 

heroicos luchadores por la democracia; organismos multilaterales de 

claros sesgos conservadores ponen en duda los resultados y legitiman 

las acciones violentas azuzadas por la oposición; cuyos líderes se 

proclaman triunfadores de manera unilateral y ponen en marcha 

mecanismos de desestabilización perfectamente coordinados, en los que 

han ganado destreza a lo largo de lustros de golpismo.

Debe recordarse que el candidato de paja Edmundo González y la 

verdadera líder de la derecha venezolana, María Corina Machado, no son 

sino los más recientes elegidos por la Casa Blanca y la CIA para 

apoderarse del Palacio de Miraflores y, con él, de las mayores 

reservas petroleras del planeta. Apenas en 2019, el entonces diputado 

Juan Guaidó fue el tonto útil con el que Occidente montó la opereta de 

un gobierno paralelo, treta mediante la cual Washington y sus aliados 

robaron los activos de Caracas en el exterior y recrudecieron el 

bloqueo homicida con el que impiden al país adquirir todo tipo de 

bienes, incluidos alimentos y medicinas. Hoy relegado al basurero de 

la historia, Guaidó infligió un daño inconmensurable a su país, y es 

responsable directo del hambre, la enfermedad y la miseria de millones 

de sus compatriotas que no pueden hacer una vida normal por culpa de 

la agresión imperialista. Como en los peores tiempos de la guerra fría 

y del Plan Cóndor con el que Washington orquestó el genocidio de los 

dirigentes y militantes de izquierda en el hemisferio, una serie de 

gobiernos latinoamericanos se unió a la embestida contra Venezuela y 

respaldó a los golpistas. Se han dado episodios vergonzosos como el 

del mandatario chileno Gabriel Boric, quien llegó al poder gracias a 

un vigoroso movimiento social impulsado por el hartazgo con el 

neoliberalismo, las élites alineadas con Washington y el pinochetismo 

enquistado en la democracia nominal chilena a través de una Carta 

Magna redactada en dictadura.

Es imperativo que las potencias occidentales y los medios afines a 

ellas saquen las manos de Venezuela y dejen que sean los venezolanos 

quienes arreglen sus diferencias por la vía institucional y 

democrática: sin el financiamiento, la asesoría y la cobertura 

mediática externa, la derecha local no se atrevería a ensayar una y 

otra vez el derrocamiento el chavismo al que no ha podido vencer a 

través del voto.

https://www.jornada.com.mx/2024/07/30/edito