Por Gustavo Espinoza M.
La Fiesta Nacional constituye siempre un motivo de reflexión en torno al sentido de Patria; y evoca la belleza literaria desplegada por el poeta Marco Martos, quien hace algunos años puso en la mesa de los peruanos una atinada creación. En ella, nos dijo: “No es este tu país / porque conozcas sus linderos / ni por el idioma común / ni por el nombre de sus muertos / Es este tu país / porque si tuvieras que hacerlo / lo elegirías de nuevo / para construir aquí / todos tus sueños…”.
Una sugerente idea, sin duda, que nos lleva a asegurar que la Patria no es sólo la historia y el paisaje. Es también el sentimiento de los hombres y mujeres que viven y luchan en estos linderos y que serán capaces, siempre, de encontrar una ruta de salida a los retos que obstruyen, por ahora, la concreción de su destino.
La palabra “Patria” -como la palabra “Libertad”- luce siempre muy bella. Ocurre, sin embargo, que esa usada por quienes se parapetan tras ella, ocultando viles designios. Sirven para encubrir desaguisados y truhanerías de alto nivel. En otras palabras, para embellecer crímenes abominables y esconder aviesos propósitos.
Así, por ejemplo, nos hablan de “democracia”, “estabilidad política”, “sucesión constitucional”, y otras frases similares cuando lo que buscan es consolidar un régimen irrito que les permite destruir la voluntad popular y recomponer un esquema impuesto contra la voluntad ciudadana, en el que gobiernan quienes perdieron las elecciones.
Ellos, a su vez, hacen tabla raza de todos los derechos ciudadanos y forjan un “modelo” de dominación contrario a los reales valores nacionales.
Haciendo gala de cinismo desvergonzado, recursan los convenios internacionales referidos a los Derechos Humanos arguyendo que el Perú es un país “soberano”, que no puede “someterse” a “dictados extranjeros”, En paralelo, aplican sin chistar las recetas del Fondo Monetario y se someten a las decisiones de los organismos financieros internacionales.
Todos hemos visto a la generala del Comando Sur de los Estados Unidos, la señora Laura Richardson, dirigir a las huiestas militares peruanas en prácticas de guerra en diversas oportunidades. Y también hemos permitido que el territorio nacional sea hollado por soldados de los Estados Unidos, que han copado las instalaciones castrenses de nuestro país sin el menor respeto a nuestra Independencia y Soberanía. ¿Eso, es Patriotismo?
Los que hablan del “respeto” a las riquezas nacionales, permitieron siempre que empresas extranjeras se llevaran los recursos naturales dejando como huella de sus latrocinios, grandes socavones. ¿Quiénes se llevaron el Petróleo peruano desde 1911 hasta 1968 ondeando sobre el cielo de Talara la bandera de los Estados Unidos como si fuera territorio norteamericano? ¿Quiénes se llevan desde 1953 el cobre de Toquepala, y después el de Cuajone y el de Quellaveco; y ahora aspiran -con la complicidad del gobierno- llevarse también toda la riqueza minera de “Tía María”?
¿Quiénes depredaron la antigua ciudad de Pasco y esquilmaron los suelos de Huancavelica y Apurímac, dejando hambre, muerte y miseria extendida en perjuicio de miles de peruanos? ¿Quiénes están tras los lotes petroleros de la amazonía, y buscan obsesivamente destruir Petro Perú? ¿Quiénes aportan capitales a empresas supuestamente peruanas para que exploten recursos, como en Yanacocha, Conga, Antamina y otras?.
Muy recientemente la empresa norteamericana Anadarko aseguro que el Perú} podría incrementar su producción de petróleo en un 400% tras el hallazgo de yacimientos de crudo en la costa norte de nuestro país. Pero ¿de quién será ese petróleo?
Hoy, el Canciller de la República tiene el desparpajo de elogiar al traidor Philipp Petaín, condenado por la Justicia Francesa por su papel como testaferro de Hitler en el “Gobierno de Vichy” durante la ocupación nazi del país Galo; y responsable también del holocausto judío al que aportó más de 60 mil víctimas; al tiempo que calla ante el genocidio sionista contra Palestina en Gaza y otros lugares y se toma “la libertad” de “exigir elecciones libres” en Venezuela cuando no quiere convocarlas acá, y en alianza con la mafia fujimorista devora la estructura del Estado para “asegurar” el 2026 un “recambio” que favorezcan a la clase dominante.
¿Es Patriótico y Democrático un país en el que el 67% de los niños registran índices de desnutrición, donde más del 50% de la población vive bajo el límite de la pobreza, donde el 78% de la PEA no tiene un puesto de trabajo, donde hoy mismo hay un millón y medio de jóvenes que ni estudian ni trabajan?
¿Es Patriotismo guardar silencio ante la inseguridad ciudadanía, el crecimiento del crimen organizado, el olvido del interior, el abandono de las poblaciones de frontera y expresiones tan demenciales como “Puno, no es el Perú”? ¿O callar, cuando en repudio a Dina Boluarte se registraron 1,327 protestas, 240 bloqueos de carreteras. 1,230 heridos y más de 70 muertos, en medio de la impunidad?
En circunstancias como ésta, hay que tomar en cuenta lo que nos dice bellamente Marco Martos, pero también hacer nuestra la profunda sabiduría de José Martí: “El amor, madre, a la patria no es el amor ridículo a la tierra, ni a la yerba que pisan nuestras plantas. Es el odio invencible a quien la oprime,
es el rencor eterno a quien la ataca” (fin)