Héctor Vargas Haya
A DIFERENCIA DE LO QUE ACONTECE, en todo el Continente Americano y en el Mundo, y en demostración de incultura y primitiva conducta xenofóbica, en nuestra querida patria se ha borrado del calendario y de un plumazo, la efemérides del 12 de octubre, fecha en la que desde el Continente de la Era Moderna, de la Ilustración, de los inventos y descubrimientos, se incorporó a esta parte del Universo, que se denomina América, a la Era de la Civilización. Pero no faltaron algunos trogloditas autores del estropicio.
Vergonzosamente, es el Perú el único país que incalificablemente se ha permitido desconocer los fastos de la Historia, demostrando una suerte de conducta subalterna y primitiva, en la que se hallan comprometidos ciertos llamados educadores que obedeciendo a subalternas conductas se prestaron a la ignominia de eliminar del Calendario y de los textos escolares, el día del Descubrimiento de América, gran suceso protagonizado por Cristóbal Colón, a quien la inteligencia universal lo exalta por la proeza de haber cambiado la Historia. Incontables y célebres historiadores del mundo han dedicado singular atención a la enorme trascendencia del Descubrimiento de América. El historiador de talla mundial, Francisco López de Góngora en 1952, dijo: “El Descubrimiento de América es el suceso más grande desde la creación del mundo, salvo por la creación y muerte de su propio Creador.
No pocos historiadores y juristas, uno de ellos, Samuel Sewall, en la ciudad de Boston, fue uno de los tantos en reclamar que todo el Continente debería llevar el nombre de Colón, “héroe magnánimo a quien designó Dios para ser el descubridor de este Continente”. En la época de la Independencia, Cristóbal Colón llegó a ser prócer nacional. En Estados Unidos, se celebra el Columbus Day, y el Estado en el que se halla la Capital Washington, se denomina Columbia. Igualmente ocurre con Colombia. El Colón es la moneda de Costa Rica, y el gran teatro de Buenos Aires lleva el nombre del descubridor. La Escuela Superior de King, de Nueva York, se denomina Columbia. En Boston, Samuel Sewall propuso que América debería denominarse Colón.
En el tercer centenario del Descubrimiento de América, 1792, Colón fue considerado Prócer Nacional. El historiador Francisco López de Góngora, decía en 1552 que fue el mayor suceso desde la creación del mundo. En el Central Park of New York y en Washington, se yerguen los monumentos de Colón. En Chicago, la Exposición Mundial de Colón “Jubileo de la Humanidad”. En 1882, en Conecticut se creó la Orden de “Los Caballeros de Colón”. En 1893, Dvorak compuso la Sinfonía del Nuevo Mundo. Para el escritor Benjamín Harrison, Colón es el pionero del progreso y para Henry Harrisse, la hazaña de unir a los dos mundos es la más grande de la Era Moderna, del Renacimiento y los descubrimientos. Colón es el nombre del gran teatro de la ópera de Buenos Aires. Colombia es la toponimia del descubridor. Colón es el nombre de la moneda de Panamá. En el Perú, lo único que queda por borrar es el nombre del Paseo Colón, faena que se le escapó a un alcalde primitivo que pretendió desaparecer todo rasgo referido al conquistador y fundador de Lima, Francisco Pizarro.
Colón tuvo el coraje de cruzar el entonces desconocido Océano Atlántico, en sus frágiles carabelas y encumbró la civilización americana, tras incorporar al concierto del mundo civilizado y a la cultura universal al nuevo continente, extrayéndolo de la prehistoria. Son incontables las referencias, recuerdos, festejos y memorias a Colón, uno de los más grandes, bautizado de “el jubileo de la humanidad”, expresión con la que fue llamada la Exposición Mundial de Colón, en Chicago, en la que el presidente Grover Cleveland en su afán de enaltecer las repercusiones del gran suceso de Colón, puso de manifiesto, ciertas demostraciones sobre los inventos y creaciones y maravillas que se generaron con su descubrimiento con el que Colón descorrió el velo que el Nuevo Mundo, ocultaba y abrió las puertas al futuro de la humanidad y a la incorporación de un continente sumido en la prehistoria, al concierto de la Era Moderna y de la Ilustración.
Numerosos historiadores y observadores mundiales no escatimaron elogios y, calificativos a la hazaña de Colón, a la que adjetivaron como el gran portento e inigualable suceso. El académico francés, Henry Harrisse en cargado de meticuloso examen de todo el historial acerca de Colón, logró que desde entonces, “los historiadores ya no tuvieran excusas para concluir que Colón rescató del nivel de la simple especulación, la idea de que más lejanamente en la inmensidad del Océano Atlántico había tierra firme a la que se podía arribar cruzando el mar e hizo la idea de que se trató de un hecho consumado que unió a los dos mundo y que tal hazaña coloca a Colón en el panteón de los próceres y que su hazaña sea siempre admirada por la humanidad.
Es interminable la relación de estudiosos, historiadores y analistas de todo el Mundo que coinciden en la incomparable proeza de Colón por la que logró incorporar a la civilización a todo un desconocido Continente, perdido en lo arcano y por tanto en el total desconocimiento de que al otro lado del Atlántico existiera un territorio primitivo, perdido en el tiempo y donde aún se podía encontrar a los semejantes de los hombres de Neaderthal y Cromangion. Colón fue un hombre superior, en su mente se debatía que al otro lado de un desconocido océano existían seres humanos, y no se equivocó, aunque que, cumplida su tarea, pocos dieron crédito a su hazaña, y como siempre, no faltaron quienes, por envidia o por otras razones subalternas trataron de minimizarla, a la que calificaron de una simple acción que cualquiera la podría realizar. Esta incredulidad o mezquindad dio origen a una sabrosa anécdota:
Relata la Historia, que conmovido Colón, a su arribo a España reunió a un grupo de críticos y sabios y en torno de una mesa, les pidió que pararan un huevo, por supuesto que nadie pudo hacerlo, entonces Colón cogió al huevo le dio un pequeño golpe en uno de los extremos y lo paró, ante la curiosa expectativa de sus críticos. Moraleja: todo es fácil después de realizado o logrado o, generalmente minimizado por envidia o por mezquindad.
Y respecto del origen y la existencia de Colón, con incomprensible ingratitud, se conoce muy poco acerca de su vida, su origen, su infancia y sus inquietudes. Nació en 1541, en Génova-Italia, fue el mayor de cinco hermanos. Colón desciende de una familia muy modesta, tejedora de lana y desde niño, demostrando calidad superior se introdujo en círculos de elevada cultura, así lo describe el historiador John H. Parry, y relata que después de la muerte de su esposa Beatriz de Arana de Córdoba, se hizo cargo de su único hijo Fernando, y aun cuando vivió en la pobreza no abandonó sus aspiraciones de explorar el Mundo. Colón proviene de cuna humilde y murió en la pobreza, sólo y abandonado, víctima de artritis y de fiebres tropicales. En 1506, a catorce años del descubrimiento, cerca de su muerte, y agobiado dejó una carta a la Corte de España, en Valladolid: “Todo lo que nos queda a mí y a mis hermanos nos fue quitado y vendido, aún la capa que me cubría para mi gran deshonra. Estoy en la ruina, como ya os he dicho. Antes de hoy solía llorar por otras personas, ahora pido al Cielo tenga piedad de mí y que la Tierra llore por mi causa”.