LA BATALLA DE CHILE

LA BATALLA DE CHILE

Por Gustavo Espinoza M. 

José Carlos Mariátegui nos recordaba que la realidad nacional estaba menos desconectada del escenario internacional, de lo que creían nuestros analistas criollos. Y es así. Lo que ocurre en otros confines del planeta nos refleja nítidamente nuestra propia realidad y nos ayuda a comprender lucidamente lo que sucede en nuestro propio suelo. Por eso, hoy hay que mirar al sur. 

Septiembre implica, en diversos hitos, la batalla de Chile. El día 4 se recuerda la histórica elección de Salvador Allende en 1970,  que marca la irrupción de la Unidad Popular en la Patria Araucana, y que pintó la región con el rostro del Socialismo.

En contrapartida, el 11 el país fue ahogado en sangre por la insurgencia del fascismo que tras la bota militar apagó temporalmente la causa de ese pueblo, que hoy renace victorioso. Millares cayeron en aquella circunstancia. Unos muertos, otros desaparecidos, los más, detenidos y torturados.

Hoy se recuerda, ese septiembre, como el más duro de la historia, pero también como una lección y un reto. Enseñó al mundo la capacidad de la barbarie ,y lo incitó a combatirla siempre.

El día 15 fue asesinado en el Estadio de Chile Víctor Jara, símbolo de la Canción Protesta que llegara un mes antes a las oficinas de la CGTP,  en la Plaza Dos de Mayo, para despedirse luego de una breve visita al Perú. Recordamos siempre que nos dijo antes de marcharse: “el deber me obliga a estar en la Patria”.

El 18 es el Día Nacional de Chile. Y en él se evocan diversos episodios entre los que se entremezclan etapas que se inician en 1810 y culminan 8 años más tarde,

En ellos desfilan las  aguerridas montoneras de Manuel Rodríguez, las batallas victoriosas –Maipú y Chacabuco- en las que flameara muy en alto la bandera de la Independencia de nuestro continente, y el ejemplo de  personalidades de la talla de José Migue Carrera, Bernardo O’Higgins y hasta José de San Martin, hace 200 años.

Y el 23 de septiembre fue víctima del odio Pablo Neruda, el poeta universal que había sido galardonado dos años antes con el Nobel de la Literatura, y que escribió la epopeya de los pueblos en la lucha contra el fascismo. Aunque su muerte aún no ha sido suficientemente aclarada, crece siempre la idea que le quitaron la vida por designio de La Moneda de entonces,

Hace dos años, en septiembre del 2019, surgió ese movimiento de jóvenes que asomó poco más tarde, en octubre, con la toma de algunos vagones del Metro, protestando por el alza de tarifas del Transporte. Al unísono, la gente dijo: no se trata de 30 pesos, sino de 30 años de pavor y sufrimiento. Y fue verdad.

Hoy Chile vive en nuevas circunstancias,  y se rige por un escenario en el que la impronta de los trabajadores y las poblaciones marginadas, encuentran su lugar en la  cima de la historia.

Como en el Perú y en otros confines de América, allí -donde anidó el Neoliberalismo- se perfila su tumba. Y la impronta de las multitudes no se queda en pequeño. No le  basta  a los pueblos luchar hoy  por un salario o por un conjunto de elementales condiciones de trabajo.

La tarea, es construir un país mejor, más humano y más justo. Y por eso, como augurada Allende. Se abren las grandes alamedas, por las que transita el hombre libre.

El ejemplo valeroso del Mandatario caído, trasciende y  alienta a las nuevas generaciones de chilenos. Chicos y muchachas que no tuvieron la posibilidad de vivir la historia, la leen hoy en los ojos de sus padres y de sus abuelos. Y  la sangre de los mártires de aquellas aciagas jornadas, corre hoy por las venas de millones

Para el pueblo de Chile acabó ya la vigencia de la Constitución de la dictadura. Y una nueva Carta Magna se torna indispensable. Por eso abordaron un proceso nuevo, con Asamblea Constituyente incluida, y con las poblaciones originarias al frente. La luz alumbra otra vez el escenario del sur.

Y en noviembre habrá nuevas elecciones, con una derecha divida y en derrota. En los episodios que signarán esa contienda, los trabajadores harán una nueva experiencia de vida, y de trabajo.  

Saben que nada está escrito debajo de la tierra, y que nada habrá de caer del cielo. Todo deberá ser conquistado gracias al sacrificio, al valor, y a la lucha de cada combatiente.

Y los que se alzan hoy,  cantan con Neruda: “Yo quiero mi país para los míos, quiero / la luz igual sobre la cabellera / de mi patria encendida /  quiero el amor del día y del arado /  quiero borrar la línea que con odio / hacen para apartar el pan del pueblo / y al que desvió la línea de la patria /  hasta entregarla como carcelero / atada, hasta los que pagan por herirla / yo no voy a cantarlo ni callarlo / voy a dejar su número y su nombre / clavado en la pared de la deshonra”   (fin)