UNA VISITA A CHILE

Por HECTOR SALAZAR ZAPATERO

¿Qué razones nos llevaron a viajar a Chile?

Diremos en primer lugar, más allá de las diferencias mostradas por sus realidades nacionales, Chile y Perú compartieron en los últimos cuarenta años aspectos históricos comunes, tales como: – La derrota de las fuerzas izquierdistas y reformistas – la implementación del modelo económico neoliberal, llevados a cabo por regímenes autoritarios, – si bien en momentos históricos diferentes, los ciudadanos de ambos países experimentaron la violencia política, – la violación de los derechos humanos, – el impacto social de las políticas de shock neoliberales, – la apertura radical de las fronteras económicas, – la flexibilidad laboral, por último la entronización del nuevo desarrollo capitalista, – dejando en el pasado la acción de los estados interventores, la recuperación, aun cuando parcialmente, de un régimen democrático

Pero además por la enorme experiencia de la Izquierda chilena, en especial del PCCH, que después de recuperarse, volvió a ganar en las elecciones del 2013, como resultado de una política acertada de unidad. Llegamos a Santiago el 4 de setiembre, en vísperas del 11 de setiembre, día que se recordaba el golpe de Estado al gobierno de Unidad popular, liderado por el compañero Salvador Allende, para lo cual organizaciones populares como las que Comisión de la Defensa de los Derechos Humanos, los grupos guevaristas, entre otros, todos ellos bajo la dirección del PC chileno, organizaban una gran cantidad de actividades, de divulgación de la experiencia de la Unidad Popular, de las transformaciones que se impulsaron, para contrarrestar el esfuerzo de tergiversación y ocultamiento histórico realizados durante la dictadura y ahora por la derecha, en su vano intento de confundir a las nuevas generaciones los acontecimientos desconocidos por ellos.

Este procedimiento es habitual en la historia y medios de comunicación que se identifican con determinado sistema social, en este caso del capitalismo financiero, en su forma neoliberal para ocultar la violación sistemática de los derechos humanos, cometidas por la dictadura pinochetista y falsear aspectos referidos a la Unidad Popular, la lucha anti 2 dictatorial, la transición pactada entre otros. Así, pues, me parecieron importantes todos estos actos para desmitificar grandes mentiras y falsedades. Se dice, por ejemplo, que el golpe fue producto de la violencia y el caos provocado por la Unidad Popular; que la dictadura y el golpe de Estado salvaron a Chile del marxismo y del caos; que la Unidad Popular buscaba una dictadura autoritaria, y el argumento más moderno y actual, que todos los actores políticos, víctimas y victimarios, fueron responsables del golpe y de los crímenes que se cometieron posteriormente.

Esta es una lección de gran valor, recuperar la memoria histórica es un imperativo para elevar la conciencia política ciudadana y avanzar en el desenlace democrático y de la actual confrontación política. Lo de la dictadura autoritaria de la UP no resiste el menor análisis, pues nunca existió. Por de pronto, la Unidad Popular era una coalición plural de comunistas, socialistas, radicales y cristianos de izquierda, cuatro grandes corrientes, con distintos puntos de vista. La discusión y la convivencia política dentro de la Unidad Popular no eran fáciles, pues existía un proceso plural real, en que no había imposiciones de unas fuerzas sobre otras. Es más, hay apreciaciones críticas fundadas respecto de las omisiones e incumplimientos de la UP en relación al tema del poder, que precisamente apuntan a debilidades y concesiones ante la derecha y el golpismo. Todas estas mentiras son refutadas con argumentos contundentes.

El caos, la violencia y el terrorismo, se dio antes del golpe, durante la Unidad Popular, y durante la dictadura, fueron impulsados por la derecha, por el Partido Nacional, por el Comando Rolando Matus, por Patria y Libertad, que durante el gobierno de la UP cometieron atentados terroristas, sabotajes y asesinatos. En el último período de la Unidad Popular hubo una frecuencia de decenas de atentados por día. Asesinatos como el del Comandante en Jefe del Ejército René Schneider, fueron comprobadamente cometidos por agentes de Patria y Libertad y la CIA, inmediatamente después que triunfa Salvador Allende, en una primera intentona de golpe. Un agente de la CIA relata que hubo a lo menos trece intentos de golpe antes que tuviera éxito el del 11 de Septiembre de 1973. El asesinato del comandante Arturo Araya, edecán naval del presidente Allende. El asesinato de Edmundo Pérez Zujovic, con el objetivo político de acelerar el proceso de 3 incorporación del Partido Demócrata Cristiano a la conspiración y de su alejamiento de posibles acuerdos y entendimientos con la Unidad Popular.

Hay profusa evidencia en los documentos desclasificados de la CIA y el Departamento de Estado, que muestran, con nombre y apellido, este itinerario de la violencia y terrorismo ejecutado por el golpismo antes del golpe, durante la Unidad Popular, y después, durante la dictadura del terrorismo de Estado. Sobre el argumento de que todos seríamos responsables de lo sucedido, quiero insistir en que el golpe de Estado fue el resultado de un proceso de intervención y conspiración norteamericana en la política chilena que partió no en 1970, sino en los años previos a la elección presidencial de 1964, cuando Allende también fue candidato, como demuestran los archivos desclasificados de manera irrefutable.

Los documentos desclasificados demuestran que entonces empieza a haber dinero, apoyo y actividad de inteligencia para intervenir, como de hecho se hizo en 1964, con sustantivos montos de dinero, para asegurar la elección de Eduardo Frei Montalva, incluso al punto de presionar a partidos de derecha para que bajaran su candidato y apoyaran esa opción Naturalmente, la intervención se intensificó durante la campaña presidencial de 1970, y después de elegido Allende. Aunque la Unidad Popular triunfó electoralmente en 1970 con un 36%, aumentó al 51% en las elecciones de abril de 1971, y a pesar de la conspiración desatada, en marzo de 1973, obtuvo un 44%, es decir, desde el punto de vista electoral hubo un ascenso. Pero más allá del plano electoral, el triunfo de la Unidad Popular fue el producto de un movimiento político y social que se desarrolló durante décadas, con tomas de terrenos, tomas de tierras, sindicalización campesina, presencia de la izquierda allí en un nuevo sector que surge mayoritariamente en el gobierno de Eduardo Frei, en la clase obrera, un proceso de aguda violencia y conflicto social, un proceso muy intenso, en el cual el movimiento popular iba en ascenso, lo que finalmente se tradujo en el triunfo electoral de 1970. Justamente la necesidad de estos hechos desconocidos por los jóvenes los empujaban ahora a llenar plazas, teatros, proyecciones de películas, las presentaciones de numerosos grupos musicales, quienes recordaban las canciones de Víctor, de Violeta Parra, del Grupo de Quillapayú, entre otros. En todas estas actividades se reproducen, los actos heroicos como la de Salvador Allende y las dolorosas experiencias, servían para divulgar y recordar mediante conversaciones 4 y discusiones, necesarias en su preparación para sacar lecciones del pasado y comprender la importancia de su participación las próximas eleciones.

Para reflexionar sobre todo esto sentían la necesidad de conocer a fondo lo que realmente pasó. La multitud de jóvenes chilenos del nivel secundario y universitario, en todos esos actos, repetían en coro a los cantantes, bailaban con la música de las canciones, muchos de ellos salían de la representación teatral realizados por el teatro universitario que recordaban ese infausto a acontecimiento. Marchaban hacia el cementerio para honrar la memoria de Salvador Allende y de miles compañeros asesinados y desaparecidos, recordando lemas enarbolados, tales, como “el pueblo unido, jamas será vencido”, tan caro para nosotros durante las acciones de lucha de los trabajadores, estudiantes, profesionales: como los médicos, las enfermeras, los maestros, las pobladores de las comunidades nativas. No pretendo hacer una enumeración prolongada, pero quisiera decir que el Gobierno de Allende estaba orientado por un programa, el Programa de la Unidad Popular y sus 40 medidas, y que en los mil días de gobierno, su militancia contando con el apoyo de los trabajadores de la ciudad y el campo hizo un esfuerzo extraordinario para llevarlo a la práctica. Buena parte de las metas y medidas que allí se plantearon se cumplieron, en medio de grandes obstáculos que fueron levantados por la reacción a este proceso revolucionario, por EE.UU., por el gran empresariado y la derecha, tanto en su versión tradicional como por la derecha del partido Demócrata Cristiano.

Bajo la figura, la Unidad Popular llegó al poder en 1970 con el proyecto de instaurar el socialismo por la vía democrática. Su programa de gobierno contemplaba la construcción de un Estado Popular y una economía planificada, de corte estatal. El enfoque del gobierno de la Unidad Popular estaba dirigida. a a la defensa de la soberanía nacional, de la nacionalización del cobre, de la reforma agraria, y de una cantidad de transformaciones que fueron hechas justamente para que el pueblo pudiera acceder a la salud, a la educación, a la cultura, a la vivienda, de manera mucho más plena, como corresponde a su calidad de derechos del hombre. Acciones todas contrarios a los objetivos del neoliberalismo dominante en la actualidad, que excluye todo lo que no sea lucro o no genere rentabilidad. Hoy gasto social en sí, es decir, aquel gasto destinado en beneficio del pueblo, trata de 5 ser recuperado por el gobierno de la presidenta Bachelet. Entonces, lo primero que se proponen es rescatar este enfoque al servicio del hombre, de las mayorías nacionales, de la patria y de un desarrollo nacional independiente no supeditado a una superpotencia, como desgraciadamente ocurre hoy en la política de este tercer gobierno de la Concertación, que ha acordado un tratado de libre comercio con Estados Unidos, haciéndole el juego a su política de imponer el Área de Libre Comercio para América Latina, que en definitiva sólo favorece a EE.UU., a sus intereses económicos y políticos, a su estrategia para la región y para el conjunto