Por VALENTIN PACHO Q. / Vice Presidente Federación Sindical Mundial
La humanidad está hoy aterrorizada por el tristemente famoso coronavirus, causante de la Covid-19, enfermedad infecciosa que a cada minuto está aniquilando miles de seres humanos, mientras que el resto seguimos angustiados en espera de una vacuna que no llega. Sobre el origen del coronavirus hay opiniones divididas entre científicos, políticos y analistas de las potencias económicas y bélicas: para unos se trata de una pandemia y para otros es un arma biológica, creada y manipulada en laboratorios.
Lo cierto es que la rápida propagación de la enfermedad ha creado una situación de sálvese quien pueda.
ALIVIO PARA LOS GOBIERNOS NEOLIBERALES, TRAGEDIA PARA LOS PUEBLOS
A medida que se propaga esta nueva amenaza, los gobernantes neoliberales de América Latina y del mundo -empezando por el de mi país: el Perú, maquillan desde sus palacios la información y aprovechan para generar pánico en las poblaciones; así mismo, la prensa al servicio de los poderes económicos desvía la atención sobre los graves problemas sociales de fondo, creando una mayor incertidumbre sobre el futuro.
Por su parte, el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Antonio Guterres y el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Tedros Adhanom Ghebreyesus han anunciado que lo peor de la pandemia aún está por venir y traerá nefastas consecuencias principalmente para los países del Tercer Mundo, en los que se incluyen los de Latinoamérica. Lo anterior pese a que la ONU y sus organismos adscritos no resuelven nada, por lo cual hace tiempo que perdieron credibilidad.
Lo que si resulta indudable es que en pocas semanas las consecuencias de la pandemia están haciendo sentir a los pueblos en carne propia la cruda realidad económica, política, social y ecológica que hace mucho tiempo padecemos bajo el capitalismo.
Los trabajadores de la salud –independientemente de su profesión u oficio- fueron enviados al frente de batalla sin los implementos de protección o sin la calidad requerida. Con la irrupción del coronavirus, los hospitales del sector público han colapsado, luego que durante décadas estuvieran en situación crítica. Hoy podemos ver millones de personas haciendo largas filas en las puertas de los hospitales, sin poder ser atendidos; otros miles más fallecen en las calles en el más cruel abandono. Cientos de trabajadores del sector salud están muriendo en muchos países durante el cumplimiento de su deber.
No cabe duda que estamos ante una inédita y profunda crisis sanitaria.
La COVID-19 ha sido una bomba de tiempo que explotó para mostrarle al mundo que el capitalismo es el sistema más inhumano, depredador, cruel y corrupto; igualmente, ha puesto en evidencia que los gobiernos neoliberales, en obediencia al mandato de los poderes económicos globales, destruyeron las instituciones públicas: impusieron la privatización de la salud, la educación, el transportes y demás servicios esenciales para la sociedad; entregaron a las corporaciones transnacionales las principales propiedades estratégicas y riquezas de las naciones y eliminaron los gastos sociales. Todo ello condujo al empobrecimiento masivo de los pobladores de América Latina y demás regiones del mundo.
Las organizaciones sindicales y sociales así como los sectores populares, fuerzas democráticas y progresistas, lucharon contra las políticas neoliberales del gran capital, pero sus protestas fueron reprimidas brutalmente. Producto de ello, hoy hay una larga lista de sindicalistas asesinados.
Pese a la pobreza extrema, las potencias bélicas -encabezados por Estados Unidos- priorizaron presupuestos fabulosos para fabricar armas nucleares, armas de destrucción masiva y seguir perfeccionando armas químicas y biológicas, pero no huno presupuestos para contribuir al bienestar de la humanidad. Es decir hubo dinero para seguir matando seres humanos, como lo está haciendo el coronavirus.
En ese contexto cabe
preguntarse ¿Quiénes se están beneficiando y quienes están perdiendo con la
Covid-19?,. La respuesta la encontramos en los mismos hechos que están
sucediendo:
Primeramente,
las libertades y movilizaciones populares han
sido abolidas al decretar el enclaustramiento o cuarentena de las personas en
sus casas y bajo la estricta vigilancia de las fuerzas policiales y militares.
Los gobiernos neoliberales ya no tienen que enfrentar las grandes protestas de movilizaciones masivas de sectores sociales, ni las huelgas de los trabajadores golpeados por las políticas neoliberales como ya venía sucediendo en Francia, Grecia, Italia y otros países de la Unión Europea a finales del 2019 o en los países de Asia. Cabe recordar que en el 2020 en América Latina se multiplicaron las movilizaciones contra los gobiernos de Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay Perú y países de Centro América. En Chile, por ejemplo, el gobierno pinochetista de Sebastián Pinera ya estaba a punto de caer.
Conclusión: los gobiernos neoliberales resultaron favorecidos con la propagación del coronavirus.
LA PANDEMIA: NUEVO NEGOCIO PARA EL GRAN CAPITAL
Así mismo, los dueños de los medios de producción, los patronos capitalistas- están utilizando la pandemia como excusa para ordenar a los gobiernos neoliberales decretar despidos masivos de trabajadores bajo diferentes modalidades, incluso dando facultades a los empresarios quienes bajo el chantaje y otros medios de presión obligan a rebajar salarios y recortar derechos, con lo cual los trabajadores resultan seriamente afectados.
De otra parte, la gran masa de trabajadores desempleados, informales, independientes y cuentapropistas, así como el inmenso número de pequeños comerciantes ambulantes y sectores vulnerables en situación de pobreza están sufriendo hambruna, entre ellos millones de niños cuyas familias ya no tienen ingreso alguno.
La cuarentena ha llegado al límite para los pobres tradicionales y los millones recién empobrecidos. Dolorosamente solo tienen dos opciones: morir de coronavirus o morir de hambre. La mayoría están muriendo de hambre: esa es la cruda realidad para los pueblos de América Latina y demás países del Tercer Mundo.
Mientras tanto los ricos están a sus anchar en sus fincas o en sus mansiones de barrios residenciales -con todas las comodidades, bien alimentados y protegidos, disfrutando sin mayores problemas de las riquezas que obtuvieron de ña explotación de las mayorías trabajadoras agobiadas hoy por el desempleo, la miseria, el hambre y la desesperanza.
Las corporaciones transnacionales de la industria farmacéutica por ejemplo están cosechando ganancias a manos llenas y compiten los grandes laboratorios farmacéuticos para lograr la patente de la vacuna contra la Covid -19, preparándose para hacer el negociazo del siglo XXI a costa de la tragedia humana. Por e4so debemos emplazar a la ONU y la OMS para que las vacunas una vez descubiertas sean otorgadas gratuitamente; de esa manera esas instituciones podrían recuperar algo de credibilidad.
Hasta ahora, los beneficiados con la pandemia son los poderes económicos del capital; y los perdedores, los trabajadores y los sectores vulnerables del pueblo.
LAS LECCIONES
Esta experiencia dolorosa del coronavirus nos reafirma en la convicción de que la propiedad y las políticas de los servicios de la salud, sanidad, educación, vivienda, saneamiento, transporte, energía, agua, política alimentaria y demás servicios fundamentales para la sociedad tienen que necesariamente ser públicas, nunca más deberían ser de propiedad y manejo privado.
Así mismo se hace evidente que estamos ante una situación de guerra: es prioritario salvar vidas y la salud de los seres humanos; acogiéndonos al llamamiento de la Federación Sindical Mundial FSM. La cuarentena no paralizará la lucha de la clase trabajadora ni la de sus sindicatos: unamos nuestras voces y nuestras fuerzas junto a las organizaciones sociales, fuerzas democráticas y progresistas para emplazar y exigir a los gobiernos a decretar las primeras medidas de urgencia entre los principales:
- La inmediata estatización de las clínicas privadas y su infraestructura pasen a formar el sistema de salud pública
- La estatización de los laboratorios y farmacias privadas y la comercialización de los medicamentos a cargo del Estado.
- Que el gobierno decrete impuesto a la riqueza o patrimonio de los ricos empezando por los banqueros y núcleos de millonarios dueños de los medios de producción ya que la fortuna que han acumulado es producto de haber explotado a los trabajadores.
- Que se deje sin efecto los despidos de trabajadores durante la pandemia y se restituya el pago de los salarios dejados de percibir.
- Cobro inmediato de las deudas millonarias por impuestos de las grandes empresas al Estado y se deje sin efecto los que fueron condonadas por gobiernos corruptos.
Con estas medidas permitiría atender en lo inmediato las urgentes necesidades que requieren la atención hospitalaria para salvar vidas; así mismo, cubrir los gastos sociales para no permitir que los sectores vulnerables sigan muriendo de hambre.
Que esta pandemia forje en la conciencia de la humanidad no sólo el principio de solidaridad, sino, además, la convicción de que el sistema capitalista debe de ser sustituido, por otro sistema en el que el bienestar del ser humano sea la prioridad número uno. En esto no caben paliativos: el cambio tiene que ser estructural: tal debe ser el reto a asumir después de la pandemia.