19 febrero, 2024 by obsadmin Deja un comentario
DIANA V. CERNUDA, COLUMNISTA del periódico “AL MAYADEEN”
Es imposible predecir los próximos acontecimientos, pero lo que el mundo debe tener en cuenta es que para Israel, alcanzar la victoria significa exterminar a los gazatíes que quedan vivos, o expulsarlos finalmente de su tierra.
Gaza, su diaria destrucción, y el genocidio aún si juzgar han demostrado una sola realidad. El único país que puede detener a Israel en su agresión contra la Franja es Estados Unidos. El mismo país que lo ha apoyado militar y diplomáticamente, el mismo país que ha bloqueado con su voto todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que piden un alto el fuego, el mismo gobierno que puede lograr que el veredicto de la Haya, favorable a los palestinos, no llegue nunca a concretarse.
Sobre la duración y la conducción de la agresión militar a Gaza, el secretario de Estado, Antony Blinken, expresó recientemente a la CNN que “estas son decisiones que debe tomar “Israel”, pero sabemos que en la práctica no funciona así.
Una conversación a puertas cerradas entre Biden y Netanyahu pudiera cambiar radicalmente el rumbo de los acontecimientos, un cambio en la política de la Casa Blanca obligaría a Tel Aviv a modificar o detener sus operaciones militares aunque luego, para la opinión pública, se manejara un discurso diferente.
Sin embargo, hasta el momento el presidente, el secretario de Estado y los líderes del Congreso de ambos partidos de Estados Unidos han apoyado los bombardeos contra los palestinos. Esto pese al rechazo a la guerra de dos tercios de la población estadounidense y de la opinión mayoritaria del mundo que está contra la agresión genocida de los israelíes
El viejo matrimonio entre Washington y Tel Aviv se sustenta en consideraciones políticas, sociales, religiosos y estratégicas, pero sobre todo se mantiene sobre un fundamento: mucho dinero.
Si no existiera Israel Estados Unidos tendría que inventarlo
El presidente estadounidense Harry Truman se convirtió en el primer líder mundial en reconocer a Israel en 1948. Desde ese momento ambos países mantuvieron relaciones bilaterales, pero provocaron un vuelco en la región.
La victoria de Israel en el conflicto de 1967, conocido como la guerra de los seis días, contra varios estados árabes, hizo que Estados Unidos entendiera lo útil que pudiera resultarle un aliado de ese tipo en Medio Oriente.
Fue durante dicha guerra Israel ocupó franjas de territorios palestinos, incluidos Gaza y Cisjordania, pero para Washington lo estratégico resultaba la posibilidad de usar a Tel Aviv contra los aliados de la Unión Soviética en Oriente Medio. El entonces presidente estadounidense, Lyndon B. Johnson, fue el primero en recibir a un primer ministro israelí en la Casa Blanca y también en entregar sistemas de armas ofensivas a los israelitas.
No obstante, ya en el mandato de John F. Kennedy, Estados Unidos e Israel habían creado una alianza militar que crecería en las siguientes décadas.
Desde los años 70, Washington se comprometió a que su aliado en Medio Oriente mantuviese una ventaja militar cualitativa frente a sus vecinos y potenciales adversarios. A ese propósito se dedico un gran porcentaje del financiamiento que recibe Israel por parte de la nación estadounidense.
Durante la administración de Ronald Reagan en los 80, Estados Unidos e Israel definieron el marco de financiación económica y militar sobre los miles de millones de dólares que los presidentes estadounidenses aprobarían en mandatos posteriores. En 1989, George H. W. Bush definió a Israel como un aliado importante extra-OTAN, lo que posibilitó abaratar la venta de armamento a Tel Aviv.
Actualmente el estado sionista constituye en el mundo el principal receptor de la ayuda estadounidense, un apoyo que le ha permitido transformar sus Fuerzas Armadas y convertirlas en una de las mejores a nivel mundial.
Por ejemplo su conocido Domo de Hierro construido en 2011, fue desarrollado por la empresa estatal israelí Rafael Advanced Defense Systems con componentes fueron fabricados en Estados Unidos. Washington ayudó a financiarlo con una “subvención” de $200 millones de dólares
Según datos de los departamentos de Defensa y de Estado, desde 1951 hasta 2022 (el año más reciente del que existen datos) la ayuda militar estadounidense a Israel, ha sido de 225 mil 200 millones de dólares
En 2022, Washington le entregó más 3 mil 300 millones de dólares. Unos 8,8 millones de esa cantidad se destinaron a la economía del país y el 99,7% restante se entregó a las fuerzas armadas.
“De acuerdo con el último memorando de entendimiento entre ambos países, se asignan a Israel un mínimo de 3 mil 800 millones de dólares anuales hasta el 2028.
Alrededor de 3 mil 300 millones de dólares corresponden a la Financiación Militar Extranjera (FME), que representa cerca del 16% del presupuesto de defensa israelí, que en 2021 rondaba el 5,71% de su PIB. Los 500 millones de dólares restantes se dedican a los programas de defensa antimisiles conjuntos, como el Iron Dome, Arrow II y Arrow III, y David’s Sling. Los memorandos previos no incluían esta partida para la defensa antimisiles, que se asignaba de manera separada”.
Los patrocinios pro israelíes en la política de Estados Unidos
La asistencia a Israel es uno de los pocos temas en los cuales coinciden ambos partidos estadounidenses y eso se debe al accionar de organizaciones que operan públicamente como parte del lobby pro israelí.
Hablamos de grupos poderosos que durante años han ejercido toda la presión posible para asegurar que las políticas estadounidenses -sea cual sea el gobierno de turno- aseguren un apoyo permanente al estado sionista.
Dentro de las más conocidas se encuentran el AIPAC (el Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos – Israel), el CUFI (Cristianos Unidos por Israel) y la CoP (la Conferencia de Presidentes de las Mayores Organizaciones Judías de los Estados Unidos).
¿De qué forma logran sus objetivos dichas organizaciones? Primero, extendiendo su radio de acción en el escenario mediático, político y social. Por ejemplo, apoyan a ciertos canales, voceros o periodistas que difundan una narrativa favorable a sus objetivos. También trabajan en universidades, en proyectos educativos y en campañas en internet para influir sobre la opinión de los jóvenes.
Un estudio de 2019 analizó 50 años de titulares de noticias sobre el conflicto entre Israel y Palestina y encontró que en Estados Unidos los periódicos citan preferentemente fuentes israelíes , lo hacen más del doble que de fuentes palestinas.
Desde el pasado 7 de octubre, la prensa internacional cubre el conflicto desde Israel con una visión totalmente parcializada ya que el propio régimen impide la entrada de los medios a Gaza.
Sin embargo, son pocas las organizaciones mediáticas que dan voz al peligroso trabajo que están realizando los periodistas palestinos que aún sobreviven en la Franja.
Con una labor en redes sociales publican fotos, videos y todo tipo de información de primera mano sobre lo que sucede en la franja, pero solo una pequeña parte de esos contenidos se refleja en los medios estadounidenses que continuamente deshumanizan el dolor de miles de civiles palestinos.
En ese mismo empeño, el propio presidente Biden llegó a cuestionar el número de muertos palestinos alegando que el ministerio de salud de Gaza está controlado por Hamas, a lo cual ese organismo respondió con la publicación de un documento que contenía los nombres, la edad, el sexo y los números de identidad de los cerca de 7 mil palestinos que habían fallecido hasta entonces.
En el plano político, desde hace décadas el lobby pro israelí financia campañas electorales de ciertas figuras que son favorables a Tel Aviv y ataca con bastante dinero para realizar las campañas contra aquellas figuras políticas que no le son afines. Hay mucha gente sentada hoy en el Congreso de Estados Unidos gracias al financiamiento de Israel.
Según la página especializada Open Secrets un total de 279 políticos estadounidenses recibieron fondos para sus campañas provenientes de grupos proisraelíes en el periodo de 1990 a 2024. Encabeza la lista el actual mandatario Joe Biden con un total de 5 millones 223 mil 313 dólares. Esta cifra que no es pura casualidad.
Le sigue el senador Robert Menéndez con 2 millones 500 mil cinco dólares. Menéndez enfrenta en la actualidad acusaciones formales por parte de fiscales generales por haber recibido regalos del gobierno de Catar, también presuntamente fue sobornado por el gobierno de Egipto.
Curiosamente, los financiamientos proisraelíes escapan a cualquier investigación judicial. En tercer lugar de la lista se encuentra Hillary Clinton que recibió 2 millones 358 mil 112 dólares, en el periodo que ejerció como secretaria de estado de Barack Obama.
La vieja amistad entre Biden y Netanyahu
Estar en el primer puesto de esa lista de patrocinios y financiamientos de los israelíes conlleva para Biden un compromiso ineludible con el gobierno de Tel Aviv y las decisiones que ha tomado con motivo de la actual agresión en Gaza.
Si bien el discurso de Biden ha sido de total lealtad con Israel desde el mismo 7 de octubre, el último tiempo ha variado un poco al admitir que el gobierno de Netanyahu está realizando “bombardeos indiscriminados” contra la franja. Sin embargo pese a este tímido reconocimiento Joe Biden aún se niega a exigir un alto el fuego o condicionar la ayuda militar.
Desde el inicio de su mandato, Biden ha destacado la importancia de buscar una solución diplomática al conflicto entre Israel y Palestina pero en la práctica su gobierno no ha tomado acciones, ni se atrevió a revocar las medidas de Donald Trump relacionadas con el reconocimiento de la anexión de Jerusalén y los Altos del Golán, o el traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén.
La relación entre el actual mandatario estadounidense y Benjamin Netanyahu se remonta a la década de los 80 cuando el primero era aún senador y el actual primer ministro de Israel trabajaba en la embajada en Washington.
Varios años después, durante su época como vicepresidente de Barack Obama, se dice que fue el principal interlocutor con Tel Aviv, dada la falta de sintonía entre Obama y Netanyahu. Como es de esperar, las actuales decisiones de su política exterior guardan mucha relación con esa amistad.
Sin embargo, es probable que el presidente estadounidense no contara con que los efectos de la agresión a Gaza traspasaran las fronteras del conflicto.
Washington, que tiene un pésimo historial de guerras provocadas en Medio Oriente, se enfrenta a la posibilidad de un conflicto regional luego de sus recientes ataques contra Irak y Siria, en respuesta a los que sufriera contra sus bases en esos países, en particular el de la frontera jordana siria, que dejó 3 soldados estadounidenses muertos.
Por otro lado, Estados Unidos está bombardeando, junto a Reino Unido, diferentes puntos de Yemen después que las Fuerzas Armadas yemenitas impidieran que los barcos israelíes naveguen en los mares Rojo y Arábigo, en tanto Israel no detenga la agresión contra la Franja de Gaza.
En otras palabras, Estados Unidos ha atacado a tres países, aparentemente por razones diferentes, pero la causa es la misma: su apoyo a Tel Aviv.
Washington, que estaba tan ocupado en financiar las armas que envía a Ucrania, consciente de las pocas probabilidades de una victoria frente a Rusia, ahora debe preocuparse por otros frentes bélicos.
Además de continuar suministrando apoyo armamentístico a Israel debe encontrar una estrategia para que no escale a males mayores la confrontación que ya empezó en la región.
Tanto Irak como Siria rechazan la presencia de fuerzas militares estadounidenses en sus territorios. Ambos países han sufrido la injerencia de Washington a través de guerras, en un primer caso “para eliminar supuestas armas de destrucción masiva” y en el otro “para enfrentar grupos terroristas” que el propio Washington había financiado.
Y aunque ahora Estados Unidos alega que sus ataques son una respuesta a la agresión que sufrieron sus bases, lo cierto es que una potencia ocupante no tiene derecho a este tipo defensa, como afirmó el representante permanente de Siria ante las Naciones Unidas, Qusai Al-Dahhak.
Israel: el portaaviones de Estados Unidos en Medio Oriente
Las fuentes que han seguido de cerca la relación entre Israel y Estados Unidos coinciden al señalar la importancia geoestratégica que Washington reconoce en su aliado.
Alexander M. Haig quien fuera el secretario de estado del gobierno de Ronald Reagan, lo conceptualizó de la forma siguiente: “Israel es el mayor portaaviones estadounidense, es insumergible, no tiene soldados estadounidenses, pero está ubicado en una región crítica para la seguridad nacional de Estados Unidos”.
Y así ha sido, Israel ha servido a los intereses de la Casa Blanca en la región pero también ha resultado beneficiado de cada guerra que Estados Unidos provocó en Medio Oriente.
Sin embargo, digamos, que el actual conflicto no era parte del guion escrito en Washington. Biden ha apoyado diplomática y militarmente el genocidio de Gaza y hasta hace poco creían que solo él y Netanyahu estaban dirigiendo la escena, pero la actitud del gobierno israelí han confirmaron que no es así.
La masacre de Gaza ha despertado aún más la indignación de la región. Por eso ocurre el bloqueo de Yemen en el Mar Rojo, por eso están las acciones de Hezbolá desde el Líbano, por eso se activan los ataques contra la ilegal presencia militar de Estados Unidos en Irak y Siria.
El mundo está a punto de ver una guerra regional de grandes magnitudes donde Estados Unidos no va a ganar, pero la región seguirá perdiendo como ha ocurrido con los conflictos anteriores.
Un artículo reciente del New York Times calificaba las recientes acciones de Joe Biden como un equilibrio por la delgada línea entre la disuasión y la escalada. Sin embargo, la verdadera política que ejecuta la Casa Blanca no es otra que continuar ejerciendo su papel de un big brother que protege al estado sionista.
Por un lado envía armas para que continúe la masacre a pesar de resoluciones de la ONU, protestas mundiales y un juicio en La Haya que confirmó lo que ya se sabe.
Y como respuesta a la condena internacional a Israel, la administración Biden y algunos de sus aliados europeos deciden retirar el dinero comprometido con la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA). De esta manera estarían condenando a la muerte por hambre a 2 millones de personas que se han refugiando en la frontera con Egipto.
A continuación, envía al secretario de estado Antony Blinken a su quinto viaje a Medio Oriente desde que empezó la guerra, aparentemente para negociar una tregua entre Israel y Hamas.
Blinken pasó días viajando entre Arabia Saudita, Egipto, Qatar e Israel para buscar una pausa temporal a los bombardeos donde no se cumplirían las principales demandas de Hamas pero al menos se pararía por unos días el asesinato masivo de gazatíes.
Pero esta vez Israel, en un exceso de arrogancia, decepcionó a su defensor histórico al rechazar el alto el fuego. Por su parte , Netayahu afirmó, que la victoria total no llevará años, sino meses, y que ganará con el respaldo de Estados Unidos.
Ya es un hecho. Israel cuenta con Estados Unidos para continuar la matanza aunque Washington contaba con Israel para detener los asesinatos por unos días, mientras lograba la liberación de los rehenes y aplacaba las tensiones en la región. Por ahora esto no pasará.
Es imposible predecir los próximos acontecimientos, pero lo que el mundo debe tener en cuenta es que para Israel, alcanzar la victoria significa exterminar a los gazatíes que quedan vivos, o expulsarlos finalmente de su tierra.
El único país que puede detener este ge ocio, es quien actualmente los apoya … si Estados Unidos no lo hace se arriesga a una guerra regional, donde no van a controlar el guión y mucho menos el final.