Editorial de la revista Marka / 18 de julio 2023
En la Jornada que se iniciará el 19 de Julio, nos movilizaremos millones de peruanos en todos los confines de la Patria.
En la costa, la sierra y la selva; en el norte, el centro y el sur; en los valles y en las quebradas; en los contrafuertes andinos; las aldeas y las ciudades; los peruanos actuaremos a una sola voz exigiendo la concreción de una demanda que surge de las entrañas mismas del Perú.
La destitución de Dina Boluarte, el cierre del Congreso, la convocatoria a una Asamblea Constituyente y la libertad de los presos políticos encarcelados sin proceso alguno y retenidos abusivamente; construyen hoy las esencia de un legítimo clamor nacional. .
Será entonces esta gran movilización social una manera práctica de demostrar al mundo que los peruanos tenemos sangre en las venas, y que no nos dejamos aplastar ni intimidar por la fuerza de un régimen siniestro surgido de una coalición perversa que aplica una política absolutamente contraria a los intereses del país.
El evento que se aproximas, coincidirá con las Fiestas Patrias. Alcanzar la victoria en él, será entonces, la mejor manera de rendir homenaje a los libertadores, a los héroes, y a los grandes hombres del pensamiento, la cultura y la vida nacional, desde Túpac Amaru hasta nuestros días.
Y será también un modo concreto de abrir paso al forjamiento de una sociedad mejor, tal como la quisieron José Carlos Mariátegui, Basadre, Arguedas y todos los que pretendieron construir un Perú Nuevo en un Mundo Nuevo .
Es claro para todos, que éstos serán los días de la unidad, de la organización, social, de la elevación de la conciencia política de las masas y se la lucha indesmayable de todos los que poseen verdadero y auténtico sentido de Patria.
Nosotros no necesitamos, ni queremos, la violencia. Nuestra fuerza radica en la justeza de nuestras ideas y en el Poder de Convocatoria que seamos capaces de forjar. Así se confirmó antes. Todos los caídos entre diciembre y febrero, fueron modestos pobladores. Incluso los soldados que perecieron en Ilave, fueron víctimas de la barbarie del gobierno, y no de la acción de los pueblos.
Nuestra voluntad de paz, es obvia. Pero somos conscientes que ella, por si sola, no garantiza nada. Si el aparato represivo del Estado -movido por el pánico de los gobernantes- nos impone la violencia, será preciso responder a ella, sin reservas cobardes. (fin)