FIDEL fidel REBELIÓN 31 de marzo de 2023 ESPAÑA
Wilkie Delgado Correa*
El 1 de enero del 2023 esta verdad: Fidel ascendió con la roca y la mantuvo en la cima y
con su obra superó el mito de Sísifo. Y esa roca es Cuba libre, independiente y
soberana.
El 1 de enero del 2023 se cumplió el 64 aniversario del triunfo de la Revolución Cubana,
y así como en los años se repiten los días y los meses, creo indispensable reiterar ideas
y enfoques valorativos anteriores y otros nuevos que mantienen su esencialidad en una
ocasión tan significativa como la de este aniversario.
Como afirmara Hugo Chávez hace años, Fidel “es ese gigante de todos los tiempos y
todos los lugares”, independientemente que siempre quede flotando sobre las
conciencias la frase de Martí, asumida por Fidel como propia de su filosofía existencial,
de que “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.
Si algo es indudable es que Fidel representa al hombre rebelde de nuestros tiempos o,
mejor sería decir, de todos los tiempos.
En su ensayo titulado “El hombre rebelde”, Albert Camus concluyó que el hombre
rebelde debía ser una síntesis de todos aquellos seres mitológicos y humanos que han
sido portadores de esta naturaleza de rebeldía durante la historia de la humanidad, de la
cual Sísifo fue un hito primigenio.}
Personajes hay en la mitología, en la historia y en la ficción capaces de poblar la
imaginación y fantasía de todos los hombres. Los polos opuestos pueden ser Jeremías y
Sísifo.
El primero, Jeremías, fue uno de los cuatro profetas mayores (650 – 580 a.n.e), que fue
autor de Profecías y de las famosas “Lamentaciones” sobre la destrucción de Jerusalén.
Es el sinónimo o modelo, según el léxico común, de la persona que continuamente se
lamenta. Sobre este personaje, escribió José Martí: “Jeremías se quejó tan bien, que no
valen quejas después de las suyas”.
El otro personaje, esta vez mitológico, es Sísifo. Hijo de Eolo y rey de Corinto, fue
condenado a los infiernos, después de su muerte, a subir una enorme roca a la cima de
una montaña, de donde volvía a caer sin cesar. Es el paradigma de la rebeldía y de la
persistencia ante los avatares del destino adverso.
José Martí definió su escogencia en la vida: estaba indefectiblemente con el optimismo
así como con la rebeldía de Sísifo. De esta manera lo expresó:
“Los tiempos son para Sísifos, y no para Jeremías; para empujar rocas hasta la cima de
las montañas; no para llorar sobre exánimes ruinas”. “(…) Ese andar afanosos… ese
aparecer y deslumbrar; ese sentarse como Sísifo triunfador, sobre la piedra que ha
empujado con sus brazos a la cumbre del monte, a recibir luz de sol y ofrenda de
hombres; y ese… dar a quien sabe ver, y gozar en admirar, la medida de una titánica
figura, titánica hasta en el modo de ocultar que lo era.”
“Pero estos tiempos no son de vagar sino de obrar… Hay un gran ruido de vendas que
caen a tierra. Los hombres ven sus llagas, y, discutiendo los modos de curarlas, no ven
que crecen. No se tiene, frente a tanta angustia, el derecho de soñar. Soñar, aunque sea
una tortura, parece un regalo. Cuando todos los hombres son Sísifos, no está bien en
hombres, ser Jeremías.”
“Es necesario ponerse en pie y ver lo que pasa en el mundo, para que no pase lo que se
pueda evitar (…) con un poco de fuerza.”
Así continúan las cosas en este mundo. A pesar de los Jeremías y sus lamentos
desalentadores, prosigue el gesto de rebeldía de los Sísifos. Y es que como sentenció
Martí: “Es rebelde el hombre por naturaleza, y echará siempre abajo a cuantos crean
que se le pueden poner por delante o por encima.”
Fidel es el ser humano y el político paradigmático de una auténtica rebeldía en nuestros
tiempos. Esto se ha reflejado tanto en sus acciones como en sus ideas: son
innumerables los hechos concretos de su vida que expresan esa rebeldía natural e
indomable.
Existe una anécdota reveladora de esta cualidad desde sus días de adolescente.
Cuando el padre le amenazó con el castigo de mantenerlo en su casa campestre, y
alejado de los estudios, fue rotundo en afirmar: “Si no me permiten continuar mis
estudios, le doy candela a la casa”.
Fue un rebelde resuelto cuando en su época de estudiante universitario, denunció y
desafió a las pandillas gansteriles presentes entonces dentro del recinto de la
Universidad de La Habana.
Fue un rebelde militante cuando se incorporó a un contingente liberador contra la
dictadura trujillista en República Dominicana y cuando se incorporó a los contingentes
sublevados del pueblo colombiano como protestas ante el asesinato de de Gaitán.
Fue un rebelde sin precedente cuando enfrentó el golpe de Estado de Batista con un
recurso legal acusatorio, establecido ante los Tribunales de Justicia, por la flagrante
violación de la Constitución de la República cometida por parte de todos los complotados
en el acto político ilegal y traicionero.
Fue un rebelde consecuente cuando, convencido de la imposibilidad de cualquier
cambio por la vía política y pacífica, organizó y ejecutó el asalto armado al Cuartel
Moncada en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953, fecha que devino posteriormente
en Día de la Rebeldía Nacional. También cuando se defendió ante el tribunal que lo
juzgaba por esas acciones armadas, y cuando culminó su alegato en forma retadora:
“”Condenadme, no importa. La historia me absolverá”.
Fue un rebelde soñador e iluminado cuando desafió el poderío militar de la dictadura, y
anunció públicamente que en 1956 serían “Héroes o Mártires”, y cuando cumplió su
palabra con un desembarco, casi catastrófico, en el yate Granma, al frente de 82
hombres decididos a librar la lucha en las montañas.
Fue un rebelde estratégico cuando decidió liderar una Revolución armada que estaba en
contra del dogma político reinante que afirmaba que “en Cuba era imposible que
triunfara una revolución contra el ejército y contra los americanos”, y, además, sólo
contando con un puñado de hombres y la fe inmensa en el pueblo cubano.
Fue un rebelde que se agigantaba cuando en la Sierra Maestra tuvo oportunidad de ser
testigo de la destrucción y la muerte provocada por los bombardeos de la aviación de la
tiranía de Batista, armada y pertrechada generosamente por el gobierno norteamericano.
Entonces reflejó su indignación ante el crimen en esta nota: “… me he jurado que los
americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe,
empezará para mí una guerra más larga y grande: la guerra que voy a echar contra
ellos: me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero”.
Fue un rebelde de nuevo tipo cuando se negó a aceptar el escamoteo del triunfo de la
Revolución el primero de enero de 1959, pretendido por sectores civiles y militares, bajo
la asesoría de la Embajada de Estados Unidos en La Habana, y con la complicidad del
fugitivo dictador Batista. Entonces dijo: “Golpe de Estado de espaldas al pueblo, no;
porque eso sería prolongar la guerra”. Y actuó tan veloz como un rayo, ordenando el
avance y toma por las fuerzas revolucionarias y del pueblo de todas las ciudades en
poder del enemigo.
Fue un rebelde convencido del apoyo sin límites de su pueblo, cuando ya con la certeza
de que Estados Unidos preparaba la invasión mercenaria contra Cuba, y que las
agresiones del 15 de abril de 1961 eran su preludio, declaró el día 16, víspera del
desembarco de esta por Bahía de Cochinos, el carácter socialista de la Revolución junto
con la movilización de todo el pueblo en defensa de su causa. En menos de setenta y
dos horas, se alcanzó la victoria de Girón, que constituyó la primera derrota del
imperialismo en América.
Fue un rebelde defensor de la independencia y soberanía de su país, cuando, con
absoluto apego a los principios y leyes internacionales, se negó a permitir los vuelos
espías de los aviones de Estados Unidos y tampoco aceptó la inspección en territorio
cubano del retiro de los cohetes soviéticos durante la crisis de octubre de 1962, a pesar
de la amenaza nuclear de la cual estaba consciente.
Fue un rebelde internacionalista cuando desafiando a todas las potencias coloniales y a
Estados Unidos, apoyó la lucha de liberación en África, que condujo a la independencia
de muchos países africanos y al derrumbe del apartheid en Sudáfrica.
Fue un rebelde inclaudicable, un verdadero rebelde con causa y fe en el pueblo, cuando
proclamó antes de la desaparición de la Unión Soviética, en los momentos en que nadie
lo soñaba incluso, que si tal hecho ocurriera, Cuba mantendría su carácter socialista. Y
una vez ocurrido lo inesperado, “el fin de la historia” con la caída de todo el campo
socialista, mantuvo inalterable sus posiciones de principios y supo darle sentido y aliento
a la historia.
Fue un rebelde sin miedo y sin tacha al desafiar el dictado imperial desde los inicios de
la Revolución, enfrentando más de seiscientos planes de asesinatos contra su persona,
miles de agresiones de todo tipo a su país y el establecimiento del bloqueo más criminal
y prolongado de la historia. En particular, desafió las amenazas del presidente
estadounidense W. Bush después del 11 de septiembre. La disyuntiva lanzada por este
contra el mundo “de están con nosotros o están con el terrorismo”, fue respondida por el
grito desafiante y valiente de Fidel, de que “no estamos con la guerra ni con el
terrorismo”, algo a lo que nadie se atrevió en su momento.
Si estos son grandes hitos de la rebeldía natural de Fidel, pudieran mencionarse
muchos otros gestos de mayor o menor trascendencia para los destinos de la
Revolución, de la nación cubana y de su persona. Y estas acciones, hechos y
gestos han estado indisolublemente unidos, formando una armazón armónica, a
sus ideas sobre el ser humano, la Revolución, su país y el resto mundo.
Vale recordar una de sus ideas que sintetizan su pensamiento de rebeldía radical y
esencial: “Nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella, por eso es
como si el mundo se hundiera cuando escuchamos una verdad; como si no valiera
que el mundo se hundiera antes que vivir en la mentira.”
Por estas y otras razones, Fidel es el símbolo más rutilante de la rebeldía en la
época que le tocó vivir. Y seguro que lo será para los siglos futuros.
Al pensar que hizo renuncia de todos los cargos oficiales cuando evaluó que no podría
ejercerlos con el esfuerzo y dedicación extraordinarios de siempre y que la Revolución
se mantendría en buenas manos, uno no puede más que admirarle una vez más, por su
compromiso con nuevas luchas en el campo de las ideas, pues como había dicho años
antes: “El futuro es más prolongado que el pasado… Nuestras dificultades serán todavía
enormes; pero sabremos vencerlas. El revolucionario es como el corredor de maratón en
la olimpiada de la historia en que las generaciones se suceden unas a otras. Como
atletas olímpicos que llevan en sus manos una antorcha de luz, hagamos el máximo
esfuerzo en el tramo que nos falta para entregarla victoriosos con honor y esperanza al
relevo mejor que nosotros…”.
“Como si volviéramos a empezar, miremos adelante ahora que hemos aprendido tanto
para ser mejores y hacer más.” Porque “una política de principios vale más que millones
de palabras vacías. Los hechos reales son los que cuentan en la historia. Siempre
hemos dicho que bajo ninguna circunstancia habríamos plegado nuestras banderas.”
Y para culminar ese gesto excepcional de rebeldía meditada, iluminada y consciente,
dejó este testamento para todas las generaciones de cubanos presentes y futuras para
que nunca se le rindan honores con estatuas ni nombres de avenidas, edificaciones,
etc., siendo consecuente con su prédica contra el llamado culto a la personalidad y
rompiendo con ello en la humanidad una tradición y, quizás, con una de las aspiraciones
legítimas de eternidad de todos los grandes personajes de la historia de perpetuarse de
esta manera simbólica más allá de la muerte.
Por todo eso y mucho más, en este nuevo aniversario, Fidel desde su atalaya en el
monolito del Cementerio Patrimonial de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba puede
sentirse satisfecho y reconfortado como Sísifo triunfador, sobre la roca que hubo de
empujar con sus brazos a la cumbre de la montaña, para recibir la luz del sol y la
ofrenda de los hombres, porque logró lo que no pudo Sísifo: la permanencia de la roca
en la cima. Y esa roca es Cuba libre, independiente y soberana.
*Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas y Doctor Honoris Causa. Profesor
Titular y Consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago
de Cuba.
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