¿¿Por qué el jefe de la ONU alerta sobre la posibilidad de un conflicto
nuclear?
Por Luis Manuel Arce Isaac
En el caso de Ucrania se han juntado tres factores muy peligrosos:
primero, un cálculo de Estados Unidos -erróneo o no- sobre su poderío
que le lleva a un incremento de las amenazas a Rusia y China, segundo,
una decisión muy firme de China y Rusia de no ceder a esas amenazas,
tercero, una posición de Europa que ayuda a aumentar el protagonismo de
la OTAN.
Los tres factores contribuyen a alejar un proceso de negociación y
acercar a la humanidad a una complicación de tal naturaleza que, como
advirtió el secretario general de la ONU, António Guterres, eleva a
dimensiones insospechadas el peligro de que se desate un conflicto
nuclear.
La obstinación de Joe Biden y los intereses económicos y militares
que están detrás de él, de no ceder ni un milímetro ante las demandas a
Rusia y China y mantener la guerra e incluso escalarla tratando de
llevarla a otros escenarios como Polonia, y frente a ello la resistencia
de Moscú y Beijing a aceptarao, cierra el camino a una negociación que
tiene que salirse del marco estrecho local entre el Kremlin y Kiev.
Para la ONU ese escenario es un peligroso polvorín demasiado
expuesto a la cruda realidad de una confrontación entre las fuerzas más
poderosas del planeta por un nuevo reparto territorial y de influencias,
no solamente en Europa aunque esta sea la joya de la Corona.
“Una mayor escalada de la guerra, ya sea accidentalmente o a
propósito, amenaza a toda la humanidad. El aumento de la alerta de las
fuerzas nucleares rusas es un hecho escalofriante. La perspectiva de un
conflicto nuclear, antes impensable, vuelve a estar dentro del ámbito de
lo posible”, advirtió el jefe del organismo internacional en una
declaración a la prensa sin que se haya hecho el caso que merece.
Aun sin desarrollarse a plenitud en el ámbito convencional como
sucedió en Vietnam, Afganistán, Irak o Siria, y sin que todavía los
horrores de la guerra lleguen a ser de la envergadura en esos países
sometidos a un verdadero holocausto por los bombardeos de Estados
Unidos,con ciudades incluso milenarias virtualmente reducidas a
escombros, la guerra de Ucrania -y en particular las medidas de castigo
a Rusia- ya constituyen, como también advirtió Guterres, “una espada de
Damocles sobre la economía global”.
El conflicto, y las sanciones que implican una grave reducción en
el suministro de petróleo y gas al mundo que no puede ser suplido tan
fácilmente, afecta también de manera directa los precios de los
minerales, y en particular de los alimentos, y se convierte en factor
principal de una galopante inflación que ya venía manifestándose con
fuerza en Europa y se hace insoportable y muy dañina en Estados Unidos.
De esa ola de altos precios no escapará nadie, como han alertado en
la Organización de Cooperación Económica y Desarrollo (OCDE) y los que
más la sufren ya son las naciones pobres de la periferia a las cuales se
les dificulta el acceso al trigo, aceites y granos básicos, y empeorará
la crisis migratoria desde el sur, ya de por sí indetenible.
Es un escenario indudablemente apocalíptico como lo reflejó el jefe
de la ONU al señalar que los países pobres serán los más afectados por
la subida de los precios de alimentos, combustibles, fertilizantes, y la
perturbación de las cadenas de suministro porque lo que dejen de
exportar Rusia y Ucrania no será suplido por Europa, China, Estados
Unidos, ni productores latinoamericanos como Argentina y Brasil porque
están en crisis.
Biden, que tiene entre ojos a Beijing, aumenta también sus
provocaciones al gigante de Asia en un juego de muy complicado manejo
por su alta peligrosidad pues deja entrever prepotencia y confianza en
una superioridad militar y económica bastante difícil de comparar en una
época tecnológica en la que la paridad de fuerzas no se mide por
cantidad de misiles y tanques como sucedía hasta hace unos años.
Las amenazas de Washington no son meras advertencias. El consejero
de Seguridad Nacional Jake Sullivan, quien se reunió en Roma con Chang
Jiechi, un alto cargo del Buró Político Comunista y de máxima confianza
del líder Xi Jinping, expresó de manera clara y directa preocupaciones
de la Casa Blanca sobre el respaldo de China a Rusia y las implicaciones
que tendría en las relaciones no solo con Estados Unidos, sino con el
resto del mundo, dijo el portavoz Ned Price.
Incluso el vocero se atrevió a decir que Washington vigila de cerca
a China y que implementará sanciones si Beijing ayuda a Moscú.
Contrariamente, Biden se arroga el derecho de “asegurarse” que “Ucrania
tenga armas para defenderse de la fuerza invasora rusa. Enviaremos
dinero, alimentos y ayuda para salvar vidas ucranianas”, fue su
contraproducente comentario.
Junto a esa declaración de Biden, Noruega confirmó los ejercicios
militares de Cold Response, una maniobra conjunta de distintos países de
la Organización del Tratado del Atlántico Norte que se realizan cada dos
años y deben terminar el 1 de abril, pero que, en este contexto,
adquieren otra significación. Paralelamente, el jefe de la diplomacia
europea, el español Josep Borrell, confirmó una cuarta ronda de
sanciones contra el Kremlin que empeorará la economía mundial.
No es necesario añadir más elementos para darle la razón a Guterres
de que un desastre nuclear antes imposible, ahora es posible y que la
economía global está bajo la espada de Damocles.
lma