por Pedro Martínez Pírez
Para quienes somos ya veteranos y conocimos los últimos años de la dictadura de Fulgencio Batista y los primeros días de la Revolución Cubana, los acontecimientos de este domingo 11 de julio de 2021, no nos sorprenden.
El imperio y los anexionistas de origen cubano fomentaron los desórdenes de este domingo en varias ciudades cubanas, conociendo el agotamiento de un país que sufre sesenta años de criminal bloqueo económico, comercial y financiero, que transita por su peor momento en el enfrentamiento a la pandemia de la Covid-19 y que todavía no logra vacunar a la mayoría de la población cubana.
El momento era el oportuno para tratar de pescar en río revuelto, cuando la nación cubana, pese a sus fortalezas, es más vulnerable, y donde un gobierno, el de Estados Unidos, trata de justificar, por cálculos electoralistas, las crueles medidas adoptadas por su antecesor Donald Trump.
Cuando ví al presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez recorriendo las calles de la localidad de San Antonio de los Baños, en la provincia de Artemisa, donde posiblemente se iniciaron las protestas alentadas desde las redes sociales, recordé el 5 de agosto de 1994, cuando el Comandante Fidel Castro se enfrentó personalmente a las protestas en La Habana, también alentadas por el imperio, cuando tocó fondo la economía del país en el llamado Período Especial.
Son los desafíos que deben enfrentar los dirigentes de la Revolución Cubana a lo largo de los últimos sesenta años, pues Estados Unidos se niega a reconocer la independencia de Cuba, la cual mancilló desde hace más de un siglo.
Pero la diferencia en estos tiempos es una: la pandemia que ha venido a sumarse a las penurias de todas las naciones del mundo, en especial de aquellas que, como Cuba, han hecho de la Salud un derecho del pueblo.
De poco han valido para el nuevo gobierno de Estados Unidos los logros de Cuba en el enfrentamiento a la pandemia. Sus esfuerzos por disponer de una vacuna propia, la primera de América Latina. Su solidaridad con otras naciones del mundo mediante sus brigadas médicas internacionalistas.
Para el imperialismo ha sido más importante en estos días, luego del magnificidio en Haití, ocultar su responsabilidad, proteger al gobierno paramilitar de Colombia, y tratar de concentrar en Cuba las miradas del mundo.
Piensan que la Revolución ya no cuenta con el liderazgo de Fidel Castro –que convirtió a Cuba en un gigante político–, y que es el momento de acelerar la presión sobre los continuadores del proceso revolucionario iniciado el primero de enero de 1959.
Pero la jornada dominical demostró que más allá de las insuficiencias y de los propios errores cometidos por el gobierno, el ingeniero Díaz-Canel es un legítimo continuador del Comandante Fidel Castro, y que la mayoría de los cubanos comprenden las dificultades coyunturales de Cuba y repudian los intentos de restauración capitalista.
Once de julio de 2021, 5 de agosto de 1994, páginas de una historia de la cual el imperio y los anexionistas de origen cubano, son protagonistas. Por eso el presidente de Cuba llamó a los revolucionarios a tomar las calles y defender un proceso que devolvió a los cubanos la dignidad plena del hombre, como lo pidió José Martí.
La Habana, 12 de julio de 2021.