LECTURAS DE CUARENTENA

Por Rolando Rojas Rojas


En un país que se supone tuvo la segunda fuerza política de izquierda de América Latina, son pocas las memorias de sus líderes, y mucho menor los balances sobre la responsabilidad personal o el papel cumplido por sus organizaciones en la historia política del siglo XX.

El libro de Gustavo Espinoza, Con la esperanza viva. Memorias de un comunista peruano, es una de esas excepciones. Anteriormente, el desaparecido Guillermo Herrera había publicado: Izquierda Unida y el Partido Comunista Peruano, una exposición extensa y detallada sobre el papel del PCP en la formación, desarrollo y crisis de la IU.

Las memorias de Gustavo Espinoza también son detalladas. Están escritas con un talante moderado, evitando las polémicas, guardando cierto silencio de los conflictos con los partidos de la Nueva Izquierda que surgieron para revindicar la revolución frente a un partido «reformista» y «aburguesado». He disfrutado de su lectura, porque Espinoza es un buen narrador y posee una memoria impecable o debió de registrar en un diario muchos pormenores de lo que nos cuenta. Solo quiero referir dos cosas para intrigarlos a leer el libro:

1. En 1962, el PCP organizó el Frente de Liberación Nacional para participar en las elecciones generales. Lanzó al general César Pando Egúsquiza, un militar nacionalista y defensor de la soberanía petrolera, que obtuvo el 2% de los votos.

Como sabemos, ni Haya, ni Belaunde ni Odría obtuvieron el porcentaje necesario: el tercio más uno de los votos. Los militares dieron un golpe de Estado y convocaron a elecciones para el año siguiente. Espinoza sostiene que la represión de la izquierda, llevando a la cárcel a sus dirigentes y cuadros principales y clausurando sus locales en enero de 1963 tuvo el objetivo de impedir que se organizaran y presentaran candidatura. ¿Por qué? Porque los votos de la izquierda irían a Belaunde, antes que a Odría o Haya, y con estos votos podía superar el tercio más uno.

Y, en efecto, el PCP no pudo presentar candidatura y llamó a votar por Belaunde para frenar al odriísmo y al APRA. Resultado: la lampa obtuvo el 39%. Hay que verificar esta hipótesis. Pero suena convincente en esta cuarentena.

2. La figura de Vargas Caballero dentro del régimen velasquista. Este vicealmirante y Ministro de la Marina se había hecho célebre afirmando que el régimen no iba a apartarse de los valores occidentales y cristianos. Vargas Caballero era un marino conservador y salía cotidianamente en la prensa para contradecir Y polemizar con Velasco. Cuando fue cambiado, encontraron que la marina tenía en el Centro Cívico un sistema de escucha de los teléfonos de Palacio de Gobierno. La anécdota que cuenta Espinoza es la siguiente.

El SIMA, Servicios Industrial de la Marina, entró en huelga y la CGTP buscó mediar en la situación. Obtuvo una cita con Vargas Caballero por intermedio del Ministro de Trabajo. Pero cuando una delegación llegó a su oficina fueron recibidos por un oficial que les gritó: «¿Y que se han creído ustedes, comunistas desgraciados, que el ministro de Marina los iba a recibir? ¿Creen ustedes que la gloriosa Marina de Guerra del Perú va a ensuciarse conversando con comunistas de mierda con ustedes? Deben saber que no tenemos nada que hablar, porque ustedes no tienen derecho a pisar este despacho ilustre que representa a una institución gloriosa» (p. 362). Tal vez exagero, pero cambien el «comunista» por «cholos» y es la clásica relación patrón blanco-empleado cholo.

El libro no se vende en librerías. Hay que pedirla a su autor o comprarla en la Casa Mariátegui, en la oficina de la dirección 💂‍♂️