De Barroso a Fachin, estilos diferentes en el mismo desafío
Paulo Cannabrava Filho*
El Supremo Tribunal Federal vivió esta semana un nuevo cambio de mando. Sale Luís Roberto Barroso, entra Luiz Edson Fachin. El relevo en la presidencia puede parecer meramente protocolar, pero trae simbolismo y abre expectativas en tiempos de crisis política y tensión entre los poderes.
Barroso: visibilidad y polémicas
Nombrado en 2013 por Dilma Rousseff, Barroso deja la presidencia tras un año de duros enfrentamientos y juicios de gran repercusión. Condujo al tribunal en temas como la despenalización de la marihuana y la regulación de las big tech. Nunca evitó la escena pública: habló en defensa de la democracia, pronunció discursos firmes e incluso pidió disculpas por haber dicho que el STF “derrotó al bolsonarismo”. Se va con la imagen de quien no teme la visibilidad — admirado por unos, criticado por otros.
Sus puntos fuertes fueron el coraje para enfrentar temas sensibles y la capacidad de liderazgo institucional. Entre las críticas, el riesgo de politización, la presión de los extremos y las dificultades para conciliar posiciones dentro del propio tribunal.
Fachin: discreción y firmeza
Nombrado en 2015 también por Dilma, Fachin asume con un estilo diferente. Más discreto, técnico y menos dado a la exposición. Es visto como jurista de gabinete, pero con posiciones firmes en defensa de los derechos fundamentales. No será un presidente apagado, pero tampoco se espera de él la retórica de Barroso.
Deberá mantener la cohesión del tribunal y enfrentar procesos de alto impacto — los juicios finales de los golpistas del 8 de enero y la presión por la amnistía que ronda el Congreso. Su desafío será equilibrar discreción con firmeza, tanto en los autos como en los bastidores.
Dos estilos, un mismo deber
La diferencia entre Barroso y Fachin es evidente. Barroso utilizó la presidencia para dialogar con la sociedad, aun corriendo el riesgo de politizar la Corte. Fachin probablemente busque una presidencia más silenciosa, pero tendrá que demostrar autoridad en decisiones cruciales. Uno no es mejor ni peor que el otro: son estilos distintos ante un mismo deber — preservar al Supremo como guardián de la Constitución.
El papel del STF
La Constitución es la referencia máxima, y el Supremo, su guardián. Corresponde al tribunal corregir violaciones, proteger derechos fundamentales y mantener el pacto democrático. El relevo en el mando no cambia ese papel, pero la manera en que cada presidente ejerza la función puede definir si la Corte se mantiene altiva o si se deja arrastrar por el vendaval de la política.
*Paulo Cannabrava Filho, periodista editor de la revista Diálogos do Sul Global. Texto redactado com auxilio del chapgpt