Por Franklin Ledezma
En artículo titulado Diversos autores judíos críticos del sionismo-El
conocimiento como arma eficaz de lucha, aseguramos que muy pocas
personas le dan importancia a la inteligencia artificial, que tarde o
temprano convertirá en robots a los desprevenidos humanos. Por esto le
recomendamos a los incrédulos, que tengan en cuenta lo que señaló
oportunamente Bill Gates, cofundador de Microsoft:
“La inteligencia artificial está en un punto en que cambiará la vida
tal como la conocemos hasta ahora y que ya está sucediendo en áreas
clave como la medicina y la educación”. “Es algo muy profundo y un
poco aterrador. Porque está sucediendo muy rápido y no hay un límite”.
Por esto hoy ofrecemos a nuestros amables lectores, reflexiones
puntuales sobre la Inteligencia Artificial (AI).
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En la obra “Entre Dos Eras”, escrita por Zbigniew Brzniski, ex asesor
de Seguridad Nacional durante el gobierno de Jimmy Carter y cofundó la
Comisión Trilateral con David Rockefeller, anticipa el papel de la
nueva tecnología en los mecanismos sociales de dominación
Según el autor en 1970 la humanidad se encontraba en una transición,
pasando de la era industrial a una nueva era que él llamó
“tecnotrónica” que se distingue por el creciente poder de la
tecnología digital, los medios de comunicación, las redes informáticas
y, fundamentalmente, la cibernética.
Desde ese año Brzezinski ya hablaba de una sociedad hiperconectada,
estructurada en torno al flujo constante de información digital, donde
el individuo es a la vez consumidor y producto, sujeto activo y objeto
pasivo.
Aseguraba que los individuos se convertirían en “objetos
manipulables”, inmersos en un océano de información filtrada,
seleccionada y dirigida por sistemas tecnocráticos opacos. El
condicionamiento de masas implica una sobreabundancia de información,
pero no para informar, sino para saturar, desdibujar los puntos de
referencia y ahogar el significado en el flujo informe del
entretenimiento.
Esta sutil manipulación, este filtrado de realidades y este arte de la
distracción constituyen precisamente lo que hoy se llama “ingeniería
social”, una técnica avanzada que, como decía Arthur C. Clarke, es
indistinguible de la magia.
Según Brzezinski, la tecnotrónica permite una vigilancia masiva tan
sofisticada que se vuelve casi invisible. Es una “transparencia
forzosa” capaz de archivar y analizar la información más personal de
los individuos en tiempo real. Los límites entre la vida privada y la
pública, entre la realidad física y la virtual, se difuminan, lo que
constituye una transformación radical de las relaciones sociales y
políticas.
Sostiene que lo que en realidad está ocurriendo es una transferencia
de la soberanía popular a estructuras burocráticas, financieras y
tecnológicas que escapan a los controles democráticos tradicionales.
El poder político se desplaza hacia instituciones internacionales y
tecnocráticas capaces de ejercer funciones de gobierno supranacional
basadas en una racionalidad tecnológica supuestamente neutral, libre
de aparentes restricciones ideológicas.
Señala que las nuevas técnicas se asocian a las estrategias
sicológicas para inducir estados alterados de conciencia, adhesión
inconsciente, una forma de fascinación colectiva que facilita la
domesticación de las masas. El control social tecnológico entra así en
una dimensión que roza lo psicológico, explotando profundos mecanismos
cognitivos y emocionales para mejorar el dominio sobre las sociedades.
Los seres humanos son una red interconectada de datos, un recurso
cognitivo que se canaliza, extrae y dirige según las necesidades del
capital. Este fenómeno encaja con la actual guerra cognitiva, una
guerra librada contra los pueblos, ya no mediante la fuerza bruta de
las armas tradicionales, sino mediante la captura sutil y constante de
la atención, las emociones y los deseos. Es una guerra contra su
capacidad de desear cosas distintas a las que el capitalismo puede
satisfacer y rentabilizar.
Desde 1970 Brzezinski ya comprendió que la cibernética, nacida en los
laboratorios militares, no era una simple ciencia de la información,
sino una doctrina para controlar sociedades complejas. El ciclo de
retroalimentación entre la información sensorial, el procesamiento
cognitivo y la producción conductual se convierte en un nuevo campo de
la ingeniería. El deseo es la variable a disciplinar.
En su libro, Brzezinski cita a Gordon J.F. McDonald, miembro de la
Academia de Ciencias de Estados Unidos, quien contribuyó a la obra
colectiva “Hacia el año 2018”, publicada por la Asociación de Política
Exterior: “La tecnología permitirá a los dirigentes de los principales
países del mundo librar una guerra secreta de la que solo una pequeña
fracción de los miembros de las fuerzas de seguridad estará al tanto”.
Lo que antes era una especulación prospectiva ahora se está
verificando ante nuestros ojos en los múltiples dispositivos de
vigilancia masiva, algoritmos predictivos, campañas virales
cuidadosamente orquestadas y operaciones psicológicas digitales
destinadas a influir en las percepciones y los comportamientos
colectivos. La guerra ya está en marcha. No es una hipótesis
paranoica: es un hecho observable. Es una guerra por saturación, por
hipnosis, por fragmentación. No se declara, se infiltra. No explota,
implosiona.
Señala el autor que nadie oculta nada. Todo está a plena luz del día,
que es la estrategia de encubrimiento más efectiva de todas. El
encubrimiento mediante la obviedad, que es el tema central del cuento
de Edgar Allan Poe, “La carta robada”. Es lo que también explican
Marshall McLuhan y Barrington Nevitt: “Solo los secretos más
insignificantes merecen protección. Los grandes descubrimientos están
protegidos por la incredulidad pública”.
Las nuevas tecnologías permiten hoy cumplir con la utopía de control
cognitivo de Brzezinski, que es preocupante porque permanece invisible
en gran medida, rodeado por la saturación de información y la ilusión
de autonomía que ofrecen las terminales digitales.
Expertos opinan sobre la Inteligencia Artificial (AI)
En un panel hecho bajo el título Oportunidades y desafíos de la
aplicabilidad de la Inteligencia Artificial (AI) en lo cotidiano
organizado por Ernst & Young, Microsoft y The Trust for The Americas,
expertos en tecnología compartieron sus perspectivas sobre cómo
trabajar con IA, las habilidades necesarias para trabajar en este
campo y los desafíos que enfrentan las nuevas generaciones.
Advirtieron que la IA puede ser engañada con mayor facilidad que a los
humanos, lo que puede ser peligroso en situaciones críticas, como la
conducción autónoma.
Es un conjunto de técnicas y tecnologías que permiten a las máquinas
realizar tareas que requerían la inteligencia humana, como el
aprendizaje, la resolución de problemas y la toma de decisiones. Según
el experto en IA, Stuart Russell, “no hay nada mágico en la
inteligencia humana; es simplemente un algoritmo increíblemente
complejo”.
La IA se divide en dos tipos: la IA débil y la IA fuerte. La débil
está diseñada para realizar una tarea específica, como el
reconocimiento de voz o la clasificación de imágenes. Se utiliza en
aplicaciones cotidianas como Siri y Alexa en casa. En contraste, la IA
fuerte tiene la capacidad de aprender, razonar y tomar decisiones
autónomas similares a las de un ser humano.
Antecedentes.
La inteligencia artificial (IA) ha sido muy estudiada y desarrollada
desde los inicios de la informática. En 1956, John McCarthy y sus
colegas acuñaron el término “inteligencia artificial” en una
conferencia en el Dartmouth College. En 1943, McCulloch y Pitts
presentaron su modelo de neurona artificial. El matemático Alan Turing
en 1950 propuso una prueba para determinar si una máquina podía
comportarse de manera inteligente como un ser humano. En 1963, Joseph
Weizenbaum creó “Eliza”, que fue uno de los primeros programas en
procesar lenguaje natural y posibilitó una conversación coherente
entre un humano y una máquina. En 1997, Deep Blue, una
supercomputadora de ajedrez desarrollada por IBM, derrotó al campeón
mundial de ajedrez, Garry Kasparov.
¡En el año 2011 Watson, una computadora de procesamiento de lenguaje
natural de IBM, ganó el famoso concurso de preguntas y respuestas
Jeopardy! superando a los humanos y en 2016, AlphaGo, un programa de
IA desarrollado por Google, derrotó al campeón mundial del juego Go
Lee.
La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una de las
tecnologías más relevantes de nuestro tiempo. Mucho técnicos se
preguntan ¿hasta dónde puede llegar la IA?
La inteligencia artificial ha avanzado significativamente en los
últimos años, llegando a ser capaz de realizar tareas que antes se
consideraban imposibles para las máquinas. Sin embargo, todavía
estamos lejos de alcanzar una verdadera inteligencia artificial
general, que pueda imitar completamente la inteligencia humana en
todas sus facetas. Aun así, la inteligencia artificial puede tener un
impacto significativo en el comportamiento humano.
Puede ser programada para aprender del comportamiento humano y puede
utilizar estos datos para hacer predicciones sobre las decisiones que
tomará una persona en el futuro. Por ejemplo, las empresas utilizan la
IA para predecir el comportamiento del consumidor y ofrecer productos
o servicios personalizados. Pero esto también puede tener un lado
negativo, ya que esta podría ser utilizada para manipular a las
personas.
La IA puede ser utilizada para apoyar a los humanos en la toma de
decisiones, pero también puede ser peligrosa si no se tiene en cuenta
la ética. Como dijo el científico de la computación autor de “El
algoritmo maestro”, Pedro Domingos, “el único límite real para la
inteligencia artificial es la ética humana”, destacando la importancia
de considerar la ética en la inteligencia artificial como un factor
fundamental para su desarrollo y aplicación responsable.
Mientras que la IA puede imitar la inteligencia humana, aún no puede
reemplazar la empatía y la creatividad humana. La empatía es una
habilidad que las máquinas no pueden poseer; no pueden entender
completamente las emociones humanas ni conectarse emocionalmente con
las personas. La creatividad también es algo en lo que las máquinas
aún no pueden superar a los humanos.
Vinculado al tema de este artículo y aunque es necesariamente extenso,
para que se capten los peligros que enfrenta la humanidad, en la
próxima entrega periodística ofrecemos a nuestros amables lectores,
informaciones sobre el autor ruso lituano Daniel Estulin, un escritor
conocido por sus investigaciones en relación con las teorías de la
conspiración del Grupo Bilderberg. Desde que publicó su primera obra
en 1975, «La verdadera historia del Club Bilderberg», le hemos dado
seguimiento a sus investigaciones y resultados de las reuniones
anuales de esta malévola organización, integrada por Elites globales y
su influencia en los asuntos del mundo entero.