POR QUÉ, Y QUIÉN DIO LA ORDEN DEL ATAQUE A IRÁN

Por Francisco Colmenares*

Hoy, Irán es el tercer país más rico de petróleo del mundo y dispone 

de 45 por ciento de las reservas de gas de la OPEP. Su importante y 

creciente producción petrolera, en particular al finalizar la Segunda 

Guerra Mundial, hizo voltear la mirada con interés hacia ese país. 

Frente al decreto de nacionalización de su industria petrolera en 

1950, Inglaterra y Estados Unidos se aliaron para conspirar y 

derrocar, en 1953, con un golpe de Estado al gobierno –electo 

democráticamente– de Mohammad Mossadegh.

Desde que la revolución iraní, encabezada por el ayatollah Ruholla 

Musavi Jomeini derrocó en 1979 al gobierno monárquico del sha Reza 

Phalevi, pieza clave con la monarquía de Arabia Saudita para el 

control del manejo del petróleo en Medio Oriente, todos los gobiernos 

de Estados Unidos –republicanos y demócratas– no dejaron de promover 

acciones para derrotarla. Para ello, recurrieron a atentados, matando 

a su presidente en un accidente aéreo, jefes militares, daños a 

instalaciones estratégicas y un prolongado bloqueo comercial en el que 

participan activamente, sus sumisos aliados de Europa.

Estados Unidos, con sus niveles actuales de producción de crudo y gas, 

más las importaciones que hace de Canadá, ha logrado cubrir sus 

necesidades de consumo. Sin embargo, al descansar su alta producción 

de crudo y gas en yacimientos explotados mediante el fracking, su 

poderío enfrenta una fragilidad extraordinaria.

Además, con excepción de Inglaterra y Noruega, el resto de sus aliados 

europeos dependen para su consumo de la importación del petróleo y del 

gas, en particular de Medio Oriente.

Detrás de las despiadadas matanzas contra los palestinos, contra la 

población toda de Gaza, de la decisión para expulsarlos de su 

territorio y del banal discurso del genocida y mercenario Benjamín 

Netanyahu, a quien la Corte Internacional ordenó arrestar por crímenes 

de guerra y de lesa humanidad, está el interés imperial de controlar 

la extracción y el flujo del petróleo y del gas en la región.

Desconfían del control que puedan seguir teniendo las monarquías y 

gobiernos en Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Kuwait o 

del frágil control que tienen en Irak o Libia; ambos, países 

devastados por la intervención militar de Estados Unidos y sus aliados 

europeos y que mantienen prolongadas guerras civiles.

Frente al fracaso para doblegar al gobierno de Irán e impedir los 

acuerdos comerciales directos o a través del BRICS con Rusia y China y 

otros países, Estados Unidos enarboló el pretexto de que Irán, más 

allá de su programa de energía atómica, estaba preparando armas 

nucleares. Para frenar este supuesto proyecto iraní, recurrió al 

ataque militar de Israel, que con alrededor de 10 millones de 

habitantes, se ha transformado en la más agresiva y despiadada plaza 

militar de mercenarios al servicio, principalmente, de los intereses 

petroleros y geopolíticos de Estados Unidos en Medio Oriente.

El ataque de Israel contra Irán se fraguó bajo las órdenes y en 

complicidad con el poder imperial que perdió, desde finales del siglo 

XX, a un aliado estratégico; precisamente, cuando atravesaba una larga 

declinación de su capacidad petrolera y que no podía superar, aun con 

elevados precios del petróleo.

Quedan a Irán y a su pueblo defenderse y enfrentar este cobarde ataque 

de Israel. Queda a la OPEP+ declarar un inmediato embargo de petróleo 

para obligar a Israel a detener sus ataques militares y retirarse sin 

condiciones de Gaza y de los territorios pertenecientes a Palestina.

Son tiempos de lucha por la paz y la hermandad de los pueblos de 

cualquier religión y contra la agresión de Israel y del poder imperial.

* Autor del libro Rebeldía, Tlatelolco y cárcel en Lecumberri

Fuente: La Jornada, sábado, 21 de junio de 2025

La Jornada: ¿Por qué y quién ordenó el ataque a Irán?