PERU. 3 DE OCTUBRE DE 1968

Recuerdo bien ese 3 de octubre de 1968. …..

Nelson Coronel

Por aquel entonces vivíamos en Ciudad y Campo, en el Rímac. Las dos últimas semanas habían sido muy movidas políticamente. El gobierno de Belaunde se caía a pedazos y las marchas de protesta en el centro de Lima se producían casi todas las noches con grandes enfrentamientos con la policía. El colmo fue cuando se comentó que “se había perdido” la página 11 del contrato que el gobierno había firmado con la Standar Oil, la empresa petrolera norteamericana que tenía bajo su propiedad los campos petroleros de Talara y la refinería.

En 1963, tras una larga campaña de los sectores políticos patrióticos, encabezados por la izquierda y el apoyo del diario El Comercio, se exigía que se declarara nulo el Laudo firmado con la empresa petrolera norteamericana y que los campos petroleros de la Brea y Pariñas pasaran a poder de la Empresa Petrolera Fiscal. En el plano político se había formado el Frente de Defensa del Petróleo que presidió el general Pando, un militar nacionalista de gran prestigio en las Fuerzas Armadas.

La campaña “Petróleo para el Perú” se imponía en todas partes. Yo recuerdo las campañas que hacíamos todas las noches en San Marcos para pintar las paredes de todo Lima con la consigna “Petróleo para el Perú”. En ese tiempo era costumbre que todo estudiante progresista tuviese a mano un sello de goma y su respectivo tampón con el que marcábamos todos los billetes que pasaban por nuestras manos y así, casi todo el circulante, llevaba la consigna del nacionalismo patriota.

Cuando Belaunde asumió el poder en 1963, ofreció resolver el problema de la Brea y Pariñas en los primeros 90 días de su gobierno y envió al congreso, dominado totalmente por el APRA, asociado ya a los sectores de derecha, un proyecto que declaraba nulo el Laudo y solicitaba que los campos de la Brea y Pariñas pasen a poder de la Empresa Petrolera Fiscal. El Congreso en oposición, dio la ley 14596, que declaraba nulo el Laudo Arbitral, pero no se pronunciaba sobre el segundo punto.

En Julio de 1968, por presiones de los sectores nacionalistas, el gobierno de Belaunde inició tratos con la IPC (Internacional Petroleum Company que era el nombre legal en el Perú de la subsidiaria de la empresa norteamericana Standard Oil) y el 13 de agosto se firmó el Acta de Talara, por el cual todos los campos petroleros pasaban a poder de la Empresa Petrolera Fiscal (La empresa Petrolera del Estado Peruano). El Acta fue firmada por Belaúnde, por el Presidente del Senado Carlos Manuel Cox y por el Presidente de la Cámara de Diputados Andrés Townsend Escurra (ambos dirigentes apristas que durante todo el periodo del gobierno de Belaunde habían bloqueado la mayoría de sus iniciativas) y por los altos funcionarios de la IPC. Aparentemente se terminaba así con el «Problema de la Brea y Pariñas». Pero, el presidente de la Empresa Petrolera Fiscal, Ing. Carlos Loret de Mola, denunció el 10 de setiembre de 1968, que faltaba una página (la número 11) en el contrato que fijaba los precios. Esa fue la famosa «Pérdida de la Página Once», que levantó el país contra Belaunde, pues se le acusaba de traicionar al Perú en favor de los intereses de la IPC.

Lima ardía prácticamente. Todos los días numerosos contingentes de estudiantes y trabajadores salíamos en protesta contra el acuerdo de Belaunde y el centro de Lima era un ambiente tóxico impregnado por los gases lacrimógenos que lanzaba la policía, el lanzamiento de agua contra los manifestantes ( en los camiones cisterna de la policía, que en ese entonces llamábamos “Rochabús” porqué habían sido adquiridos por un Ministro del interior de ese apellido) y el enfrentamiento continuo entre los manifestantes, la policía a caballo y a pie.

En ese contexto de enfrentamiento se produjo el golpe militar que despojó del poder a Belaunde y lo envió al exilio.

Recuerdo muy bien lo sucedido. En la madrugada del 3 de octubre se empezó a escuchar el ruido de los tanques saliendo del Cuartel de la División Blindada en el Rímac. Nosotros vivíamos a pocas cuadras del gran cuartel y sentimos muy temprano el ruido de los tanques saliendo en dirección a la Plaza de Armas. Mi padre me dijo: “Volvieron a meterse los militares, seguro que anulan los acuerdos y le devuelven todo a los gringos”….esa era la apreciación inicial, los militares siempre habían intervenido para asegurar el poder a la derecha.

La TV de aquella época (en blanco y negro) trasmitía las imágenes de lo que estaba sucediendo: un tanque golpeó la puerta de la reja principal, la que da la Plaza de Armas, un grupo de soldados ingresaba por el patio principal y momentos después se veía como sacaban a Belaunde (en ese momento de la mañana aún en piyama), lo introducían en una camioneta y partían con rumbo desconocido. Poco después, la misma TV informaba que había sido llevado al aeropuerto y obligado a subir a un avión que partía con destino a Buenos Aires

Durante toda la mañana miles de curiosos llegaban para ver lo que sucedía en la Plaza de Armas, que había sido cerrada, en todas las esquinas había un tanque y piquetes de soldados no permitían ingresar a la plaza. En San Marcos había mitin en el patio de derecho que luego salió hasta el Parque Universitario. Los oradores denunciaban el golpe militar. Esa noche salieron ediciones de los órganos de la izquierda. En “Unidad” se denunciaba el golpe militar y en otras publicaciones, otros grupos de izquierda, también lo hacían. Todo parecía “haber vuelto a la normalidad” como había señalado Martín Adán cuando se produjo el golpe militar contra Bustamante, pero la sorpresa vino después.