LA OTAN. LA GUERRA DEL TERROR

PEPE ESCOBAR, ANALISTA GEOPOLÍTICO 

NO a una Tercera Guerra Mundial, sino a una implacable Guerra CONTRA el Terrorismo   alimentado por los Otanistas .

Esto no es una fiesta,
esto no es una discoteca,
esto no es ninguna tontería,
no hay tiempo para bailar
ni para tonterías,
ahora no tengo tiempo para eso.

Talking Heads, la vida en tiempos de guerra

Primero, recordemos: el presidente Putin, tranquilo, sereno, advierte que cualquier ataque a Rusia con misiles de largo alcance de la OTAN será un acto de guerra.

Entonces hubo una reacción: las ratas de la OTAN  corrieron a las cloacas, a toda prisa… Por ahora.

Todo esto fue una consecuencia directa de la debacle de Kursk. Una apuesta desesperada. Porque la situación en la guerra por delegación en Ucrania era desesperada para la OTAN. Y, entonces quedó meridianamente claro que todo era básicamente irrecuperable.

Así que quedan dos opciones.

La rendición incondicional de Ucrania, en las condiciones de Rusia, que equivale a la humillación total de la OTAN.

O una escalada a una guerra total con Rusia.

Si la OTAN está en guerra con Rusia las clases dominantes de Estados Unidos –pero no las del Reino Unido– parecen haber captado el mensaje de Putin: “ teniendo en cuenta el cambio en la esencia del conflicto,  tomaremos decisiones apropiadas  en respuesta a las amenazas que se nos plantearán”.

El viceministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Ryabkov, fue más preciso: “La decisión está tomada, se le ha dado carta blanca y todas las indulgencias [a Kiev), así que [ en Rusia] estamos preparados para todo. Y reaccionaremos de una manera que no será agradable”.

La OTAN en guerra de facto con Rusia

A todos los efectos prácticos, la OTAN ya está en guerra con Rusia: vuelos de reconocimiento ininterrumpidos, ataques de alta precisión a aeródromos en Crimea, obligando a la Flota del Mar Negro a trasladarse fuera de Sebastopol, son sólo algunos ejemplos. 

Tienen “permiso” para atacar hasta 500 kilómetros en el interior de Rusia y una lista de objetivos ya presentada por Kiev para su “aprobación”, Putin ha dicho claramente lo obvio.

Rusia está librando una guerra existencial por la supervivencia de la Madre Patria, algo que ha hecho repetidamente durante siglos.

La URSS sufrió 27 millones de bajas y salió de la Segunda Guerra Mundial más fuerte que nunca. Esa demostración de fuerza de voluntad, en sí misma, asusta a todo Occidente.

El ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, cuya paciencia taoísta parece estar agotándose, añadió algo de color al panorama, recurriendo a la literatura inglesa:

“ George Orwell tenía una gran imaginación y una gran visión histórica, pero ni siquiera él podía imaginar cómo sería un Estado totalitario. Describió algunos de sus contornos, pero no logró penetrar en las profundidades del totalitarismo que hoy vemos en el marco del “orden basado en reglas”. No tengo nada que añadir. Los actuales líderes de Washington, que reprimen cualquier disenso, lo han “superado”. Esto es totalitarismo en su forma más pura”.

Lavrov concluyó que “están históricamente condenados”, pero no tienen el coraje de provocar una Tercera Guerra Mundial. Los cobardes típicos sólo pueden recurrir a una guerra del terrorismo.

A continuación se presentan algunos ejemplos. El SVR (servicio de inteligencia exterior ruso) descubrió un complot de Kiev para lanzar un ataque con misiles contra un hospital o un jardín de infancia en territorio controlado por Ucrania .

Los objetivos incluyen elevar la moral (derrumbada) de las Fuerzas Armadas de Ucrania; justificar la eliminación completa de cualquier restricción a los ataques con misiles en áreas profundas dentro de la Federación Rusa; y atraer el apoyo del Sur Global, que mayoritariamente entiende lo que Rusia está haciendo en Ucrania.

Paralelamente, si esta gigantesca operación de falsa bandera funciona, el Hegemón que actúa sistemáticamente para “aumentar la presión” ¿Cómo? Gritando a todo pulmón sobre Irán y la RPDC; cuyos misiles probablemente serían los perpetradores de la carnicería.

Por más que esto parezca descabellado desde el punto de vista de la máxima estupidez (considerando la demencia que se extiende desde Washington y Londres hasta Kiev) sigue siendo posible, ya que la OTAN conserva de facto la iniciativa estratégica en esta guerra. 

Rusia, por su parte, permanece pasiva. Es la OTAN la que elige el método, el lugar y el momento de sus ataques terroristas clave.

Otro ejemplo clásico de esta Guerra del Terror es la alianza con el grupo yihadista (escisión de Al Qaeda) Hayat Tahrir al-Sham en Siria, que recibió 75 drones de Kiev a cambio de la promesa de enviar un grupo de combatientes experimentados al Donbass.

No hay nada nuevo en el frente terrorista: el jefe del espionaje ucraniano Kirill Budanov, considerado en Occidente como una especie de James Bond ucraniano, siempre ha estado en estrecho contacto con los yihadistas en Idlib, como informa el periódico sirio Al-Watan.

Preparándose para el remix de Operación Barbarroja

Paralelamente, tenemos al subsecretario de Estado norteamericano, Kurt Campbell –el rusófobo/sinófobo que inventó el “pivote hacia China” durante el primer gobierno de Obama– informando a los altos burócratas de la UE y la OTAN sobre la cooperación militar del nuevo “eje del mal” acuñado por los medios del Imperio: Rusia-China-Irán.

Campbell informó que Moscú ayudara a Pekín con conocimientos avanzados sobre submarinos, misiles y sistemas furtivos, a cambio de suministros chinos.

Es obvio que la combinación zombi UE/OTAN, no es consciente de la colaboración militar interconectada de las asociaciones estratégicas entre Rusia, China e Irán.

Ciego como mil murciélagos, el combo interpreta el hecho que Rusia comparta con China su hasta ahora fuertemente guardado conocimiento militar como “una señal de creciente imprudencia”.

La verdadera y preocupante historia es que hay una mezcla de ignorancia y pánico. En realidad es el “combo Biden” la que, de hecho, está trabajando arduamente para re-establecer la trayectoria de la guerra por poderes en Ucrania más allá de enero de 2025, sin importar quién sea elegido para la Casa Blanca.

La guerra del terror es el paradigma general, mientras continúan los preparativos para la verdadera guerra contra Rusia, con el horizonte puesto en 2030, según las propias deliberaciones internas de la OTAN. Es entonces cuando creen que estarán en su punto máximo de potencia para impulsar una versión remezclada de la Operación Barbarroja de 1941.

Estos payasos son incapaces de comprender que por naturaleza Putin nunca hace un “farol”. Si no queda otra opción, Rusia recurrirá a la energía nuclear. Tal como están las cosas, Putin y el Consejo de Seguridad (a pesar de la retórica incendiaria de Medvedev) están inmersos en la difícil tarea de absorber golpe tras golpe para evitar el Armagedón.

Eso requiere una paciencia taoísta ilimitada (compartida por Putin, Lavrov y Patrushev), sumada al hecho que Putin juega al go japonés mucho más que al ajedrez y es un estratega formidable.

Putin lee el demente manual de la NATOstan como si fuera un libro de cuentos para niños (de hecho, lo es). En el momento decisivo de máximo beneficio para Rusia, en todos los ámbitos, Putin ordenará la necesaria decapitación de la serpiente de Kiev.

El intenso y continuo debate sobre el uso de armas nucleares por parte de Rusia depende esencialmente de cómo considerará el Kremlin un ataque con misiles de la OTAN como una amenaza a la existencia de la Federación.

Los neoconservadores y los sionistas, así como los vasallos de la OTAN, pueden desear una guerra nuclear –teóricamente– porque, en efecto, eso generaría una despoblación masiva. No hay que olvidar nunca que la pandilla del Foro Económico Mundial y de Davos quiere y predica una reducción de la población humana global de un enorme 85%. El único camino para lograr esta idea demente, es por supuesto una guerra nuclear.

Pero la realidad es mucho más prosaica. Los neoconservadores y los sionistas cobardes –que imitan el ejemplo de los genocidas talmúdicos de Tel Aviv–, en el mejor de los casos, quieren utilizar la amenaza de una guerra nuclear para intimidar, especialmente a la asociación estratégica entre Rusia y China.

En cambio, Putin, Xi y algunos líderes de la mayoría global, como el malasio Anwar, siguen dando muestras de inteligencia, integridad, paciencia, previsión y humanidad. 

Para el Occidente colectivo y sus elites políticas y banqueras terriblemente mediocres, lo importante siempre es el dinero y las ganancias. Bien, eso también puede estar a punto de cambiar drásticamente el 22 de octubre en Kazán, cuando , durante la cumbre de los BRICS,  deberían anunciarse importantes pasos hacia la construcción de un mundo post-unilateral.

El tema de conversación en Moscú

En Moscú se está debatiendo intensamente cómo poner fin a la guerra por poderes en Ucrania.

La paciencia taoísta de Putin ha sido duramente criticada, no necesariamente por observadores informados con conocimiento interno de la geopolítica más dura. Estos sectores no entienden que Washington nunca aceptará las principales demandas rusas. Al mismo tiempo, cuando se trata de la desnazificación total de Ucrania, la decisión de Moscú de conformarse con un régimen meramente “amistoso” en Kiev no es suficiente.

Parece haber consenso en el sentido que el Occidente colectivo no reconocerá bajo ningún concepto la soberanía de Rusia sobre Crimea, ni tampoco todo lo conquistado en los campos de batalla de Novorossiya.

En definitiva, la prueba principal es que Putin decidirá todos los matices del plan de negociación de Rusia, y eso está cambiando constantemente. Lo que propuso –con bastante generosidad– en vísperas de aquella patética cumbre de paz en Suiza en junio ya no está sobre la mesa después de Kursk.

Todo depende, una vez más, de lo que ocurra en los campos de batalla. Si –o mejor dicho, cuando– el frente ucraniano se derrumbe, se hará realidad el chiste recurrente en Moscú: “Pedro [el Grande] y Catalina [la Grande] están esperando”. Bueno, ya no esperarán más, porque fueron ellos los “Grandes” quienes incorporaron de facto lo que es el este y el sur de Ucrania a Rusia.

Y eso sellará la humillación cósmica de la OTAN. De ahí la perpetuación del Plan B: NO a una Tercera Guerra Mundial, sino a una implacable Guerra CONTRA el Terrorismo alimentado por los Otanistas .

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