SANTIAGO MASETTI, PERIODISTA de CLAE
La derecha no sólo buscará enturbiar y callar la decisión de millones de venezolanos, sino también generar un clima de confusión generalizada en todo el país.
El vicecanciller de Venezuela Rander Peña encendió la luz roja del alerta democrático. Ante un grupo de veedores internacionales denuncio que, frente su muy probable derrota en las urnas, la principal fuerza opositora se prepara para iniciar una ola de violencia contra, apelando a una técnica desestabilizadora recurrente: proclamarse vencedora antes que el Consejo Nacional Electoral (CNE) haga públicos los resultados oficiales.
Las palabras del responsable del área latinoamericana del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela sintetizan casi sobre las vísperas de los comicios lo que el propio presidente y candidato Nicolás Maduro viene señalando en los últimos días en cada una de sus presentaciones. En ese sentido, Peña destacó que la derecha no sólo buscará enturbiar y callar la decisión de millones de venezolanos, sino también generar un clima de confusión generalizada en todo el país.
A menos de 48 horas de las elecciones presidenciales, la derecha recurre en forma sistemática a la desinformación y busca la creación de un escenario de caos postelectoral como estrategia antidemocrática.
Desde hace dos semanas, la derecha venezolana y continental salió al unísono a inundar los medios de comunicación tradicionales y las redes con todas sus baterías propagandísticas.
Una recorrida por las pantallas de las principales cadenas de TV de Estados Unidos América Latina replican un mismo discurso manipulador: hablan de “fraude electoral” por parte del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para las elecciones que se celebrarán este domingo 28 de julio.
Es la punta de lanza mediática para justificar las acciones violentas y terroristas que tiene la oposición ante una muy posible derrota.
Las operaciones de desestabilización no fueron muy originales. Se basan en la publicación de artículos periodísticos cargados de falsedades; editoriales políticas que buscan lastimar la legitimidad del PSUV.
En un mismo sentido hay que sumar la aparición de encuestas de dudosa rigurosidad y todo con el objetivo de cuestionar no sólo lo que pareciera ser un triunfo cómodo de Nicolás Maduro, sino el sistema de votación que rige en esta nación suramericana.
Los llamados “trabajos de campo” publicados durante estos días por diversas consultoras varían muchísimo uno de otro y en su inmensa mayoría se encuentran asociados a las ONG´s y centros de estudio vinculados a la oposición. Un dato relevante: las famosos “bocas de urna” que la oposición reclama se encuentran prohibidos por la legislación electoral venezolana.
La estrategia de la derecha en Venezuela persigue lo mismo que plantea la política estadounidense en el mundo: la destrucción del Estado para allanar el camino y los negocios de las grandes corporaciones en pos de los recursos estratégicos, entre ellos el agua potable, petróleo el petróleo y otras fuentes energéticas, el litio, la biodiversidad y las cuencas de producción alimentaria.
Se trata de una estrategia admitida en su oportunidad por la generala del Ejército estadounidense, Laura Richardson, al enumerar las razones por las cuales Estados Unidos posa sus ojos en el continente.
En América Latina y Venezuela en particular se encuentran en disputa dos modelos: Uno que plantea un rol central de un Estado que garantice a sus ciudadanos el acceso a la salud, la educación, la cultura, el esparcimiento y el deporte; frente a otro que propone un modelo económico y cultural que busca condenar a millones de personas en la pobreza. Así de simple aunque los dispositivos comunicacionales de la derecha tiendan a ocultarlo.