La fuerza del dinero y la corrupción se imponen
Por Luis Manuel Arce Isaac
El desastre que acaba de ocurrir en el terreno político en Panamá, no me sorprende. Para mí el panorama de una derrota del Partido Revolucionario Democrático (PRD) estaba sumamente clara.
En mis cuatro años de corresponsal en ese país durante el mandato de Ricardo Martinellei, tuve la oportunidad de conocer muchos detalles internos de ese partido creado por el general Omar Torrijos, y vivir un poco su proceso de deshistorización, que ha dado como resultado en las elecciones del 5 de mayo el renacimiento del martinellismo con uno de sus principales subalternos, José Raúl Mulino, nuevo presidente de Panamá.
La fuerza del dinero y el poder de la corrupción, se vuelven a imponer en Panamá llevadas de la mano de una pésima dirección del PRD cuyo fundador debe revolverse en su tumba ante el imperdonable hecho de que sus actuales líderes lo hayan empujado al abismo.
Lamentablemente el domingo 5 de mayo se vio concretado el anhelo de uno de los personajes más ambiciosos, frustrante y de reconocida actividad delincuencial en la historia del país istmeño, Ricardo Martinelli -inexplicablemente asilado en la embajada de Nicaragua a pesar de su oscuro prontuario- de regresar por sus fueros y continuar a través de su benjamín José Raúl Mulino, uno de sus bastones principales en el gobierno nefasto de un presunto «cambio democrático» que convirtió a Panamá y su economía, en una gran propiedad privada.
Mulino Quintero, uno de los ministros principales de Martinelli, a quien como presidente del país protegió de todo acto delictivo desde sus cargos de ministro de Seguridad Pública, de Gobierno y de Justicia, encarna ahora a su jefe y guía, gracias a que lo sustituyó en la candidatura debido a la inhabilitación política por cargos judiciales de lavado de dinero.
Representante de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa y del Consejo Nacional de la Empresa Privada y presidente de esos organismos ante la Cruzada Civilista que apoyó la invasión de los Estados Unidos a Panamá en 1989, fue mano derecha de Guillermo Endara en sus locuras y escándalos, y factor insustituible de Martinelli en sus planes faraónicos de convertir todo Panamá en una propiedad privada de su grupo.
Las obras que se realizaron bajo el slogan de «hacer en cinco años más que en cincuenta», fruto del cual fueron las remodelaciones de algunos viales en la capital, la construcción del metro, la ampliación del aeropuerto internacional de Tocumen y del Canal, si bien se concretaron bajo la euforia de crear un Panamá moderno (idea que se había iniciado con el general Torrijos y sus acuerdos con el expresidente James Carter sobre la vía interoceánica, las bases militares y la zona del canal), fueron el pivote perfecto para aumentar a grados exagerados no solamente la fortuna de Martinelli, sino su control en el paquete de acciones de numerosas industrias y sectores clave como la del cemento
José Mulino fue el abogado del diablo en los esfuerzos de Martinelli de intentar hacer quebrar la zona franca de Colón, para trasladarla a la zona del canal rescatada de manos yanquis, y convertirla en el emporio comercial más grande de América Latina y el Caribe por su posición estratégica entre los dos océanos
Ese proyecto debería concretarse en el nuevo gobierno que sustituiría a Martinelli, encabezado por el autosuficiente candidato de Cambio Democrático y adlátere suyo, José Domingo Arias, exministro de Economía y hombre de gran confianza a quien daba por seguro vencedor.
El gobierno de Arias o la continuidad de Martinelli, ejecutaría el proyecto que incluía convertir el área colindante del aeropuerto de Tocumen en un hub internacional para almacenar y redistribuir las ayudas internacionales a América Latina y el Caribe para casos de desastres naturales. Por suerte para los panameños.se produjo lo inesperado: la derrota de Arias a manos de Juan Carlos Varela.
Este conservador y miembro del Opus Dei, logró el éxito en buena medida gracias a la malintencionada campaña presidencial del aspirante del PRD, Juan Carlos Navarro, quien hizo todo lo posible por hacer una campaña atroz en favor de su tocayo, de allí que muchos en su partido lo calificaran de traidor.
Varela derrotó a Arias por una ventaja mínima de 143 mil votos que enfureció a Martinelli y fue tal la exasperación que fue personalmente al instituto electoral a contar los votos y revertir la derrota suya.
Por mucho que lo intentó, no logró maquillar las cifras y admitió finalmente la derrota de su representante con todo lo que implicaba para él, pues sus adversarios en Estados Unidos eran muy fuertes, y así lo demostraron encarcelándolo a él y a sus hijos por enriquecimiento ilícito, tráfico de influencia y lavado de dinero.
Sin embargo, su poder y habilidad le permitió que el juicio se trasladara a Panamá donde sabía que tenía grandes posibilidades de salir libre a pesar de que habían fallado sus planes de buscar inmunidad a través de algún cargo parlamentario. Para él no fue obstáculo que estuviera de presidente un integrante del PRD, su enemigo.
Una vez allí, dejó el partido Cambio Democrático y su lema de cinco más que en cincuenta, que lideraba Arias, y creó «Realizando Metas» (con las siglas RM que en realidad querían decir Ricardo Martinelli), con el cual se postuló como candidato presidencial y su esposa Marta Linares de vice. Pero esta renunció después de apresados sus hijos, y asumió Mulino como compañero de fórmula, y luego candidato presidencial cuando Martinlli fue inhabilitado y pidió asilo a Nicaragua.
¿Qué va a hacer Mulino en su gobierno? Muy poco por iniciativa propia ni más allá de lo que le dicte Martinelli. Lo más probable es que mueva a todos los empresarios nacionales y extranjeros, en particular el capital ligado al gobierno de Israel, para reverdecer los viejos proyectos faraónicos para apoderarse de las riquezas y el privilegio geográfico de Panamá.
Pienso que es posible el emprendimiento de nuevas grandes obras, como el nuevo ferrocarril, y otras de esa naturaleza en cualquier sector, aunque no signifique desarrollo, pero sí inversión, para beneficiar a su red de empresas, bastante maltratadas en estos últimos años.
El triunfo de Mulino -uno de los ministros más criticados en aquella época- no responde en forma alguna a una preferencia de los electores, sino que es el resultado de una decadencia que no se puede ignorar del PRD, una crisis de liderazgo, y un gobierno muy errático y de privilegios de Laurentino Cortizo Cohen cuyas consecuencias se expresan en el insignificante 8,0 por ciento que obtuvo su aspirante José Gabriel Carrizo.
Algunos analistas achacan la debacle del PRD a la pandemia de Covid-19 y a los problemas económicos que en realidad no son resultados únicos de los problemas de agua del canal ni del virus SarsCov-2, sino de una crisis interna del partido que perdió su esencia torrijista hace años ni del pensamiento revolucionario que guio al general, asesinado por la CIA como todo el mundo reconoce y que pocos o nadie se atrevió a averiguar ni llegar al fondo del asunto, tal como se ha hecho con la invasión de 1989 con el general Noriega como chivo expiatorio.
Tampoco es causa del conflicto minero que existe desde mucho antes de Nito Cortizo en una batalla por el control que se libra entre Estados Unidos y Canadá por el oro, y en la que intervienen los ambientalistas que han denunciado a las empresas de esos países de una contaminación brutal y peligrosa del subsuelo y de los ríos.
De igual manera tampoco lo es el deterioro económico y el aumento de la deuda externa, aunque hay que reconocer que todos ellos son agravantes del verdadero problema que es la crisis político-ideológica de un PRD que perdió toda su esencia fundacional fincada en el pensamiento nacionalista de Torrijos, en el que el panameño común dejó de creer hace tiempo y terminó por casi abandonarlo en el gobierno que concluye.
En consecuencia, las causas de esa derrota del PRD que llevaron a la victoria de Mulino son más profundas y complejas, y todo hace indicar que no se resolverán nunca pues el futuro del PRD como agrupación política torrijista es muy incierto, y nadie debe sorprenderse que ya se le compare con un saco vacío.
Torrijos tenía su célebre frase: en política no hay sorpresas, sino sorprendidos, y lamentablemente en esta contienda de 2024 se venía venir una victoria de los poseedores de dinero mal habido porque no tenían enfrente ningún muro de contención. (fin)
lma