Por Patricio Montesinos Desechos por la derrota que sufrieron en las elecciones del pasado 3 de noviembre, el saliente mandatario de EE.UU., DonaldTrump, y el próximamente despedido secretario de Estado, Mike Pompeo, son hoy dos mofetas terroristas agresivas contra Cuba, el país que siempre ha patrocinado la solidaridad. Ambos cadáveres políticos, que aún alucinan ser los dueños del planeta tierra,siguen obsesionados con la Revolución cubana porque soñaron con derrocarla durante su perversa y truncada permanencia en la Casa Blanca, y no lo lograron como tampoco lo pudieron hacer todos sus predecesores en los últimos 60 años. Trump y Pompeo, conocidos incitadores de la violencia, el uso de la fuerza y los golpes de Estado en EE.UU. y en el mundo, decidieron incluir nuevamente a la mayor de las Antillas en la lista espuria de Washington de naciones patrocinadoras del terrorismo. Tal determinación no es otra cosa que un síntoma clásico de los estertores de la muerte que padecen ambos, y de la impotencia que los tiene en estado terminal sin cura por no haber podido con Cuba, pese a que le arrecieron el bloqueo y las agresiones a la isla, en medio de la pandemia de la Covid 19. Se van muy pronto al lugar que les toca, al basurero de la historia, y como muy bien se dice en castellano, con la cola entre laspiernas, además de despreciados por la humanidad y sus propios compatriotas. Saben muy bien también que su destino puede ser incluso peor, dado que razoneshay para sentarlos en el banquillo de los acusados, y juzgarlos por crímenes de lesa humanidad en un tribunal internacional. Cuba, en cambio, goza del mayor prestigio de su historia porque a pesar de la postura agresiva y el cerco que le impone Washington, ha demostrado ser una vez más una nación patrocinadora de la solidaridad, de la salud, de la colaboración y del humanismo. Mientras Trump y Pompeo son responsabilizados con la muerte de milesde estadounidenses a causa de la Covid 19, la mayor de las Antillas es reconocida por salvar miles de vidas en numerosos países de todos los continentes con sus brigadas médicas internacionalistas que han enfrentado la pandemia donde se les ha solicitado. Por supuesto que esa conducta de Cuba le duele mucho a los muy pronto desempleados de la Casa Blanca, y esas mofetas terroristas quieren obstaculizarleel camino a la próxima administración delpresidente, Joe Biden, en sus futuras relaciones con la isla antillana. Sin embargo, Biden puede echar por tierra esa vieja y fracasada política una vez asuma las riendas de Washington, e iniciar una nueva etapa en los vínculos entre ambos países vecinos que ponga fina seis décadas de hostilidad y bloqueo criminal contra los cubanos. |