Por Ricardo LUNA VEGAS
Texto remitido por Jorge Luna, hijo de Ricardo Luna Vegas, que actualmente radica en La Habana y trabaja en Prensa Latina
Aunque no está probado que Ernesto Che Guevara (1928-1967) se hubiese inspirado directamente en escritos de Mariátegui (1894-1930), hay evidencias de que los libros y revistas que el propio Amauta editó influyeron en algunos intelectuales y políticos cubanos.
En 1924 y 1927, a raíz del apresamiento de Mariátegui por la dictadura de Leguía, pidieron a éste su excarcelación los cubanos Julio Antonio Mella, Enrique José Varona, Emilio Roig de Leuschering, Rubén Martínez Villena, Juan Marinello y Alejo Carpentier. Mariátegui intercambió cartas con Varona, Roig y Marinello.
En 1936, el joven Osvaldo Dorticós Torrado, quien después del triunfo de la revolución cubana ejerciera el cargo de Presidente de la República, hizo el elogio de Mariátegui en la revista Polémica, de Cienfuegos, Cuba.
En su libro de 1945 titulado Del ensayo americano, Medardo Vitier sostuvo: “La generación que en los últimos años ha agitado la conciencia política tiene en Mariátegui su doctrinario. Después de él algunos de sus compañeros han ido más lejos en el carácter de la propaganda, pero ninguno ha examinado la estructura nacional de modo tan penetrante y abarcador en los histórico, en lo sociológico, en lo económico…”.
El periodista y dirigente de la revolución cubana, Carlos Rafael Rodríguez, en la década del 30, siendo director de la revista Dialéctica, auspició un debate sobre las ideas políticas de Mariátegui y en 1978 llegó a afirmar: “puedo decirte que uno de los héroes de mi iniciación revolucionaria e intelectual es Mariátegui… En aquel momento ya hay en muchos de nosotros, y en especial en el grupo de Cienfuegos, una ubicación muy clara hacia la izquierda, que en Cuba se presenta como la simpatía personal hacia Marinello… hacia el Partido Comunista, y en América Latina se concentra en torno a la figura de José Carlos Mariátegui…”.
En 1953, siendo prisionero de Batista por el fallido ataque al Cuartel Moncada, Fidel Castro, el principal líder de la revolución cubana, calificó al héroe nacional José Martí como el “autor intelectual” de la transformación revolucionaria de Cuba.
En 1928, en la revista Amauta, Mariátegui había predicho la originalidad de la revolución latinoamericana con estas visionarias palabras: “No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América Latina calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, con nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He aquí una misión digna de la generación nueva… Capitalismo o socialismo. Este es el problema de nuestra época. No nos anticipamos a las síntesis, a las transacciones, que solo pueden operarse en la historia”.
En 1960, al año siguiente del triunfo de la revolución cubana, apareció en La Habana una antología titulada José Carlos Mariátegui: El problema de la tierra y otros ensayos, publicado por la Editora Popular de Cuba y el Caribe, como parte del “Primer Festival del Pensamiento Político.”
Incluía una breve semblanza de Mariátegui que en parte decía: “Con treinta y cinco años escasos, dejaba una obra escrita, caudalosa y profunda, en la que se encerraba el enfoque sagaz y siempre actual de los grandes problemas político y sociales de nuestro continente. José Carlos Mariátegui fue un verdadero maestro para la juventud latinoamericana de los años 20, habiendo contribuido con sus escritos a la formación política de hombres que en el futuro desempeñarían un papel histórico en América”.
A partir de entonces se han publicado en Cuba varias ediciones de sus principales escritos y se ha rendido homenaje a su figura de pionero revolucionario.
Mariátegui y el Che, paradigmas de la Revolución Latinoamericana
Tal vez sea aun demasiado pronto para evaluar imparcialmente la trayectoria vital del Che y la de Mariátegui.
Pero, no lo es para señalar sus principales coincidencias en los planos ideológico, político y ético. En primer lugar, no hay que olvidar que ambos murieron antes de llegar a los 40 años de edad. Sin embargo, sus escritos y su ejemplo han tenido y tienen una gran trascendencia internacional.
Las obras completas de Mariátegui solamente pudieron publicarse en el Perú entre 1984 y 1994 y recién están siendo comentadas por los especialistas, los que todavía no han escrito su biografía completa y definitiva.
Los escritos del Che Guevara aun no han sido publicados en su integridad.
Desgraciadamente, no conocí a Mariátegui, quien falleció cuando yo tenía apenas 16 años. En cambio, sí pude escuchar y ver de cerca en Nueva York, en el edificio de las Naciones Unidas, donde trabajé hasta 1965, a Fidel Castro, al Che y a Camilo Cienfuegos, los principales líderes de la revolución cubana, cuya trayectoria he seguido y sigo con sumo interés.
Al jubilarme como funcionario de la ONU, me dediqué a estudiar y divulgar desde Lima la vida y la obra de Mariátegui. Desde 1975, he publicado seis libros sobre Mariátegui y uno sobre la historia del APRA. En mis libros mariateguianos, refuté a los que llamé “tergiversadores” de su obra y propugné tenazmente la pronta publicación de sus escritos que permanecieron inéditos hasta 1984.
Soy un convencido de que el mensaje que realmente vale es el contenido en los escritos de Mariátegui y no en los que, a falta de éstos, pretenden “interpretarlo”.
En junio de 1996 la prestigiosa revista chilena Punto Final me hizo la deferencia de publicar el ensayo que titulé: ¿Hay un socialismo indoamericano? El pensamiento político de Mariátegui.
En ese contexto las trayectorias vitales de Mariátegui y del Che, aunque dramáticas y heroicas, fueron muy breves desde el punto de vista histórico.
En diciembre de 1917, el joven periodista peruano expresó públicamente su entusiasmo por la novísima revolución bolchevique. “En 1918, nauseado de la política criolla, me orienté resueltamente hacia el socialismo”, escribió en 1928 al editor argentino Samuel Glusberg.
Aunque permaneció en Europa desde 1919 hasta 1923 gracias al auspicio del gobierno de Leguía, nunca abjuró de sus ideas socialistas. Entre 1923 y 1924, ya de regreso en el Perú, dictó un ciclo de conferencias en la Universidad Popular.
En ese último año expresó: …”La verdad de nuestra época es la Revolución. La Revolución que será para los pobres no solo la conquista del pan, sino también la conquista de la belleza, del arte, del pensamiento y de todas las complacencias del espíritu”.
En 1925 escribió y editó su primer libro: La escena contemporánea. Desde 1926 hasta su muerte dirigió Amauta, la revista que él mismo tuvo el acierto de calificar de “histórica”. En 1928 editó su libro fundamental: 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana.
La dictadura de Leguía clausuró sus publicaciones, lo tuvo preso a pesar de su delicada salud y asaltó y saqueó su domicilio. Pero Mariátegui no claudicó ni se doblegó. En una importante carta que Mariátegui escribió a César Miró en 1929 le relata el último asalto a su domicilio de la policía de Leguía y concluye con estas valientes palabras:
“No hace falta agregar que Labor continua prohibida. Ni tampoco que estoy más decidido que nunca, mientras permanezca en el Perú, a no cejar en la lucha por el socialismo y por la organización del proletariado”.
¿Qué sabemos del pensamiento de del Che Guevara? Después de muchos años he vuelto a leer la monumental edición de la Casa de las Américas de Cuba, de sus Obras escogidas, que consta de dos tomos y 1328 páginas, publicada en 1970. A quienes conocen poco o nada del pensamiento del Che les recomiendo leer esa obra.
Es necesario que se difunda la verídica versión dada por el Che de la cruenta lucha que libró en la Sierra Maestra desde su desembarco del Granma un puñado de guerrilleros mal armados hasta la increíble derrota del ejército de Batista, apoyado por los Estados Unidos, el 1° de enero de 1959. Allí también pueden leerse los primeros discursos del Che que se distinguen por su carácter autocrítico, didáctico y motivador. Así como el relato de su experiencia de médico y guerrillero convertido en Ministro de Industrias y presidente del Banco Central de Cuba; y, sobre todo, de las importantes misiones comerciales y financieras que realizó, en representación del Gobierno Revolucionario, en la Unión Soviética y otros países de Europa, Asia, África y del Hemisferio Occidental.
Particularmente interesantes son sus ensayos sobre la construcción del socialismo y el hombre nuevo y, finalmente, sus emotivas cartas de despedida de Fidel y de sus menores hijos, antes de la misión guerrillera sudamericana que inició en Bolivia, para lo que el Che renunció a la compañía de su esposa y tiernos hijos así como a todos los títulos y honores que, con su denodado esfuerzo, había conquistado en Cuba.
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