VENEZUELA ANTE LA AMENAZA DE TRUMP

Tomado de WAYKA PERÚ s

El presidente de Venezuela, Nicolas Maduro, le ha pedido a EE.UU. que levante las sanciones contra su país ante la pandemia del COVID-19, que hasta el 26 de marzo reportaba para Venezuela 107 casos de contagio y un muerto.

También Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los DD.HH., pidió a EEUU que levante las sanciones contra países como Venezuela, Cuba, Siria, Irán y Corea del Norte. Y el Secretario General de la ONU, António Guterres, habló de la necesidad de una política exterior “humanitaria”. 

Sin embargo, la respuesta fue el extremo opuesto. Este 26 de marzo, el Departamento de Justicia de EE.UU. anunció que iba a enjuiciar por “narcoterroristas” a las principales figuras del gobierno de Maduro. El mismo Mike Pompeo, a nombre del Departamento de Estado de EE.UU. ofreció una recompensa de US$ 15 millones para quienes permitan el arresto de Maduro. 

A esto se sumó el senador Marco Rubio, quien dijo que Venezuela era un narco Estado y promotor del “terrorismo internacional”.

El fiscal general, William Barr, encargado de llevar este caso en EE.UU., dijo: “Anunciamos cargos criminales contra Nicolás Maduro por llevar adelante una sociedad narcoterrorista con las FARC por los últimos 20 años”. 

Sin embargo, “un estudio reciente de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA) concluye que Venezuela no es uno de los países desde los que se envían mayores cantidades de drogas hacia Estados Unidos.

La denuncia de EE.UU. contra Venezuela anuncia un futuro sombrío y peligroso para ese país y para la Región. 

Ariana Fajardo, fiscal federal para el sur de Florida, dijo: “Tengo un mensaje para los altos cargos del chavismo: la fiesta se les está acabando”. Era como anunciar que la “guerra”.

La respuesta inmediata de Venezuela fue denunciar un complot internacional para derrocar al Gobierno y asesinar al propio Maduro. La otra respuesta fue acusar al autoproclamado presidente Juan Guaidó de promover abiertamente un golpe de Estado. 

Sin embargo, en este juego de acusaciones, hay cabos sueltos.  

EE.UU. acusa a Maduro y otras cuatro personas. Uno de esos acusados es Cliver Alcalá, mayor general que reside en Colombia desde hace años y por quien ofrecen US$ 10 millones de recompensa. Pero Alcalá  es un militante activo del antichavismo que hace dos años envió una carta pública a Maduro donde le exigía el cese de las persecuciones “contra militares activos y retirados de la Fuerza Nacional Bolivariana”.

Al conocer esta orden de detención del gobierno norteamericano, Alcalá ha dicho que el autonombrado presidente Juan Guaidó está comprometido en un complot para “deponer” a Maduro. “En una entrevista con la W Radio de Colombia, Alcalá aseveró que la operación militar se hizo con apoyo de agentes norteamericanos de  “empresas contratistas”, y denunció la existencia de un contrato vinculado al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR)”, donde supuestamente aparecen las firmas de Guaidó y J.J Rendón. 

No hay que olvidarse que Colombia es uno de los países que pide que se le aplique a Venezuela esta suerte de zombi internacional que es el TIAR.

Pero hay más. A Cliver Alcalá, autoridades colombianas le incautaron recientemente 26 fusiles de asalto y material de guerra. En esa misma entrevista dijo que ese cargamento era una “pequeña parte” de otro más grande y que había logrado ingresar al territorio venezolano una mayor cantidad de armas que “se encuentran a buen resguardo” y que “desde hace muchos meses venimos trabajando en la conformación de una unidad por la libertad de Venezuela”.  

El temor que tiene Alcalá es que la denuncia de EEUU lo convierta en un “falso positivo”, sistema que se emplea mucho en Colombia y que consiste en acusar a una persona inocente de “terrorista” para luego “desaparecerlo” y decir que ha sido un triunfo de la lucha antisubversiva.

Según Jorge Rodríguez, ministro de Comunicación de Venezuela, Alcalá “habría sido incluido en la lista por no haber logrado acelerar los objetivos de las operaciones militares”.

Lo que demostraría el caso Alcalá es que EEUU, Colombia y Guaidó estarían comprometidos en un complot para derrocar a Maduro y que se estarían creando, con la ayuda de estos mismos países y de otros, grupos armados de oposición en la propia Venezuela lo que indicaría que la solución a la crisis venezolana, en este actual y difícil contexto, podría tomar un camino violento. 

En realidad, esta última acusación de EE.UU. contra el gobierno de Maduro, recuerda la invasión a Panamá el 20 de diciembre de 1989 que representó la “recuperación política” de ese país para los intereses norteamericanos. El depuesto presidente Noriega, que el 15 de diciembre había declarado “estado de guerra” contra EEUU por las críticas de este país, era un agente activo de la CIA que gobernaba con “mano dura” y que tenía conexiones con el narcotráfico internacional. La administración de George Bush, padre, lo acusó de delitos de extorsión y narcotráfico. 

Nunca sabremos si la invasión y luego la captura de Noriega se hizo para que no hablara sobre sus relaciones con la CIA y el narcotráfico internacional. Noriega murió en mayo de 2017 llevándose a la tumba una información muy valiosa y que probablemente hubiese echado luces sobre las causas reales de la invasión.

Con ello no pretendo decir que lo mismo pasará en Venezuela. Panamá, militarmente, fue un “paseo” para EE.UU. Pero Venezuela sería una guerra. Sin embargo, hoy creo que estamos en un momento en el cual cualquier opción, inclusive la militar, como le gusta decir a Trump, está sobre la mesa. Tanto la crisis que ha provocado la epidemia del COVID-19, como la crisis económica internacional y las próximas elecciones presidenciales en EE.UU., son terreno fértil para la amenaza militar. 

Hace unos días le pregunté a una amiga que vive varios años en EE.UU. cómo veía el futuro político en ese país. Esta fue su respuesta: “[Esta jugada contra Maduro] le va a permitir [a Trump] hacer lo que quiera. Va a exacerbar el nativismo gringo”. 

El futuro no es bueno. Al llamado de Xi Jinping en la última Cumbre del G20 de entablar una guerra total contra el COVID-19 e “intensificar la cooperación internacional” le sale al frente tiene al frente el “America First” de Donald Trump. 

Como dijo el exembajador de EE.UU. en Venezuela, William Brownfield: “Quizás la mejor solución sería acelerar su colapso (se refiere a Venezuela)”. Así de simple.