PRINCIPIOS DE NUREMBERG APLICAN A NETANYAHU Y A TRUMP

Por Luis Manuel Arce Issac

El cese el fuego en Gaza fue forzado porque ya el genocidio cometido era insostenible para sus autores ante la resistencia del pueblo gazatí de no ser doblegado y la enorme presión mundial. Estos factores fundamentales llevaron al denominado Plan de Paz de Donald Trump, que, en su esencia, es una derrota en el objetivo de exterminar y controlar ese territorio, y convertirlo en un enclave del sionismo.

     Sobre ese acuerdo persisten las dudas de su intencionalidad y de la voluntad de Trump y Benjamín Netanyahu de proseguir las negociaciones de las demás partes, pues ellas implican tener en cuenta las posiciones de independencia y soberanía planteadas por Hamas y apoyadas por el resto de los grupos palestinos. Además, lo pactado no libera en modo alguno ni al presidente de Estados Unidos ni al primer ministro israelí de ser catalogados criminales de guerra por la envergadura del genocidio y la violación de los derechos humanos y de otros tipos.

              ¿Nobel de la Paz para el señor de la guerra?

No resulta extraño, por lo tanto, que el entorno del gobernante estadounidense trabajara en vano arduamente para que se le concediera el Premio Nobel de la Paz, cuando él es todo lo contrario: el Señor de la Guerra, y quiso encubrirlo con un plan de paz que no cumple ni las mínimas condiciones para denominarlo así, como denunciaron medios de comunicación y analistas en muchas partes, sin dejar de reconocer la importancia de lo ocurrido en Sharm El-Sheikh este jueves 9 de octubre de 2025. Pero Netanyahu no ha detenido la matanza en Gaza.

    De todas formas, aunque no se le haya otorgado porque era demasiado bochornoso, el Comité del Premio de la Paz sigue hundiendo en el pantano y la falacia un premio que alguna vez fue muy justificado y que se ha desacreditado en extremo al politizarse y elegir personajes de dudosa trayectoria pacifista como George Marshall, Henry Kissinger, Andrei Sajarov, Menachen Begin, Lech Walesa, Oscar Arias, Mijail Gorbachov, Isaac Rabin, Shimon Pérez y Barak Obama, y ahora a una impulsora de la violencia criminal en Venezuela con hechos probados, María Corina Machado.

                     La pertinencia de los Principios de Nuremberg

    El desatino de Trump y Netanyahu es solo es comparable con el de Adolf Hitler y Benito Mussolini, y los dos primeros, al igual que los dos últimos, son acreedores a que se les apliquen, en general, los principios sustanciales que el Tribunal de Nuremberg inauguró en el proceso judicial a los criminales de guerra nazi-fascistas, además de los correspondientes a las leyes, la constitución y la jurisprudencia en sus propios países.

   Basten tres graves violaciones del Derecho Internacional el genocidio en Gaza, lo que hace Estados Unidos contra Venezuela, y la guerra no declarada a Irán para sentar a ambos socios en un banquillo de acusados fuera de sus fronteras, si en sus respectivos países no los juzgan.

   Más allá de esos crímenes, sus amenazas guerreristas, mortales, concretadas en ilegales bloqueos militares y agresiones específicas a Gaza, incluidos ataques a navegantes en altamar que llevaban ayuda humanitaria -caso Netanyahu-, y hundimiento de naves y asesinato de sus tripulantes en aguas cercanas a Venezuela violando los derechos de navegación y convenciones internacionales -caso Trump-, siguen perturbando la paz mundial. Hay una crueldad sin límites en uno y otro personaje. ¿Por qué soportar tal desatino criminal? ¿Por qué no juzgar a los culpables?   

    Hoy, más que nunca, es importante regresar a los principios aún vigentes que dieron origen al Tribunal de Nuremberg, el cual se organizó para enjuiciar a los nazis por crímenes de guerra.

   Entre los principales que recaen en las responsabilidades de Trump y Netanyahu están los que se refieren la comisión de delito en violación del Derecho Internacional.

    El sexto de esos principios considera punibles delitos contra la paz, participación en un plan común o conspiración para la realización de cualquiera acto de agresión, y entre los crímenes de guerra incluyen, pero no se limitan, asesinato, malos tratos o deportación o cualquier otro propósito de la población civil, malos tratos de prisioneros de guerra o personas en el mar, muerte de rehenes, saqueo de propiedad pública o privada, destrucción gratuita de ciudades, pueblos o aldeas, o devastación no justificada por necesidad militar.

   Para más información se puede consultar el texto de los principios aprobados por la ONU y consultar los anuarios de la Comisión de Derecho Internacional, por ejemplo, el de 1950, vol. II, págs. 374-378 sobre ejemplos, en particular el VI sobre delito contra la paz, así como el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de 1998.

     Lo importante a destacar es que se trata de principios legales y morales cuya violación es sancionable, y establece que cada individuo, incluyendo a los jefes de Estado y de Gobierno, es responsable de sus actos y está sujeto a sanciones penales, y que los juicios de Nuremberg sentaron las bases para el derecho penal internacional.

             Las guerras multifacéticas de Trump y Netanyahu

En ambos, todo es guerra y violencia. Guerra contra la institucionalidad y la libertad de expresión en sus países, guerra contra los movimientos antifascistas, guerra diplomática contra el mundo, guerra económica, comercial y financiera, guerra racial, guerra de presiones y amenazas que ponen en peligro la paz mundial, guerra multifacética contra Rusia y China, contra la proclamación de Zona de Paz de América Latina y el Caribe, contra dirigentes y funcionarios de gobiernos extranjeros con la aplicación de castigos económicos y diplomáticos.

   Guerra contra formaciones económicas y comerciales como la de los países BRICS, guerra geográfica de posiciones al proclamar ilegítimamente zona de exclusión aérea y marítimas aguas internacionales, guerra sicológica contra el mundo que lucha por la paz.

   Donald Trump y Benjamín Netanyahu son antítesis de la paz y ya eso es más que suficiente para ser juzgados sobre la base de los Principios de Nuremberg.