Premio Nobel de la Paz: de símbolo
de prestigio a instrumento de guerra
La elección de figuras alineadas con la guerra y la desestabilización política ha transformado el Nobel de la Paz en un instrumento de poder y propaganda.
Paulo Cannabrava Filho*
El Premio Nobel de la Paz, que debería representar ideales universales de paz, hace tiempo que dejó de ser un símbolo de prestigio. Se ha convertido en un instrumento de legitimación política, con frecuencia en manos de los mismos intereses imperialistas que alimentan conflictos en todo el mundo.
No es de hoy que este premio provoca indignación. En plena guerra de Vietnam, galardonaron a Henry Kissinger, uno de los principales arquitectos de la política exterior de Estados Unidos, responsable de golpes de Estado, masacres e intervenciones militares en diversas partes del planeta, incluido Brasil, con su papel determinante en el golpe de 1964.
Décadas después, otorgaron el premio a Barack Obama, un presidente que no pasó un solo día de su gobierno sin estar en guerra. Bajo su administración, Estados Unidos intensificó bombardeos, mantuvo prisiones ilegales, amplió intervenciones en Medio Oriente y el norte de África y fortaleció la maquinaria militar. Premiar a Obama con el Nobel de la Paz fue, en la práctica, transformar el símbolo de la paz en un aval para la guerra.
Ahora, la elección de María Corina Machado representa otro golpe a la credibilidad del premio. Corina no es símbolo de paz, sino de confrontación. Está abiertamente alineada con el imperialismo estadounidense y forma parte de una estrategia para desestabilizar al gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, elegido democráticamente. Premiar a una figura así es legitimar intentos de golpe y agresiones contra la soberanía de un pueblo.
Venezuela, a diferencia de lo que repiten los medios de comunicación hegemónicos, tiene una población organizada y politizada, que participa en elecciones constantes y defiende su proyecto nacional frente a las agresiones externas. El premio a Corina sirve, por lo tanto, como una pieza de propaganda y no como un reconocimiento a los esfuerzos por la paz.
El Nobel, que alguna vez fue un símbolo de respeto global, hoy resuena más como instrumento de manipulación política. Cuando se premia a agentes de guerra y desestabilización, el nombre “Paz” pierde sentido. Es la desmoralización completa de un premio que, en el pasado, tuvo un gran peso simbólico mundial.
*Paulo Cannabrava Filho, periodista editor de la revista virtual Diálogos do Sul Global