Por M.Sc. José Octavio Toledo-Alcalde
16/06/24
No sé con que armas se peleará la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta se peleará con palos y piedras.
Albert Einstein
Para Fidel Castro en 1962, la guerra o un ataque fueron inminentes durante la Crisis del Caribe o Crisis de Octubre. La similitud con los eventos actuales es abrumadora. La dinastía Kennedy enfrentó una de las amenazas más cercanas a la guerra nuclear. A tres años del triunfo de la revolución cubana, Cuba y Rusia alinearon misiles nucleares hacia Estados Unidos, quienes los tenían apuntando a Rusia al finalizar la Segunda Guerra Mundial. La retórica principista estadounidense sobre la soberanía cubana, asumida por la revolución y la presencia de la ex U.R.S.S, fue, al igual que en la actualidad, descaradamente moralista y de doble rasero. No es casual que lo dicho por Eisenhower sobre Fidel Castro, «la política de hostilidad deliberada de Fidel Castro», se alinee exactamente con lo sostenido por Stoltenberg (OTAN) sobre las condiciones de Putin para llevar adelante un acuerdo de paz: «En estas últimas semanas hemos visto oleadas de sabotajes, ciberataques, migración instrumentalizada y otras acciones hostiles por parte de Rusia».
La amenaza nuclear es una sirena de guerra que avizora el desastre de forma permanente. Las medidas coercitivas del pasado son las mismas de hoy; nacieron con la Carta de las Naciones Unidas. Todo indicaría que las arbitrarias sanciones provienen del Consejo de Seguridad el cual en el artículo 41 señala que, en búsqueda de la paz internacional, «interrumpirán total o parcialmente las relaciones económicas y de las comunicaciones ferroviarias, marítimas, aéreas, postales, telegráficas, radioeléctricas, y otros medios de comunicación, así como la ruptura de relaciones diplomáticas». De allí que por más oposición, de la mayoría de países, contra las inhumanas sanciones contra Cuba, no tienen carácter vinculante con lo decidido, no solo en Washington, sino en el seno del organismo garante de la paz mundial, el Consejo de Seguridad.
Fue en el contexto de la crisis de 1962 donde la Guerra Fría alcanzó su más alto nivel de tensión, tal cual sucede hoy. La confrontación dialéctica no es en esencia entre progreso liberal y atraso comunista, totalitarismos y democracias o libertad liberal y opresión socialista. En la encarnecida confrontación, por el control hegemónico planetario, están en juego, antes que democracias, derechos humanos o Estados de derecho, yacimientos petroleros, lagunas con minerales, zonas acuíferas, nevados con litio. Lo que fue en el pasado es exactamente en el presente. El sentido hegemónico del tiempo solar gregoriano es lineal, los tiempos lunares de las culturas originarias son cíclicos, circulares.
Está claro que los escenarios son los mismos, pero las circunstancias cambiaron. En 1962, la URSS defendió a Cuba frente al asedio norteamericano, asumiendo el conflicto por la soberanía de la Isla. La crisis actual se configura desde la defensa de los intereses de Rusia y de los pueblos no alineados, los cuales no son ajenos a los cubanos en la lucha contra hegemónica. Vale decir, la presencia de Rusia en Cuba hoy, a través de embarcaciones de guerra, no es la misma respecto al escenario estratégico mundial en juego que lo fue en aquella época. Lo que hoy se mantiene, en condiciones de igualdad, es el comportamiento coherente de Cuba respecto a su histórico aliado. Está claro que los tiempos cambiaron y la Cuba de hoy no es la misma que la Cuba de Fidel, pero en términos generales, Cuba (y con ella Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Colombia y la región), en materia de defensa de la soberanía territorial y autonomía política, está demostrando que sigue siendo uno de los puntales principales a nivel internacional en la lucha contra las pretensiones expansivas de los Estados Unidos, Israel, Europa y la OTAN.
En palabras de Fidel: «Yo pensé, si esperamos que los soviéticos luchen por nosotros y corran riesgos por nosotros e incluso vayan a una guerra por nosotros, sería inmoral y sería cobarde de nuestra parte negarnos a aceptar la presencia de aquellos proyectiles aquí». En ese contexto, Kennedy sentenció, días antes de planear la intervención a Cuba, aquello que le costó la vida: «Las fuerzas armadas de EE.UU. no intervendrá Cuba bajo ninguna condición. Este gobierno hará todo lo posible que pueda para cumplir con sus responsabilidades y asegurarse de que ningún estadounidense tome parte en acciones dentro de Cuba». El ataque a Bahía Cochinos se materializó ni bien concluido el discurso y en menos de 72 horas comieron el polvo de la derrota. Pocos meses después, John Kennedy fue asesinado. Cinco años más tarde la misma suerte corrió Robert Kennedy. Y, como siempre, Fidel tuvo razón, «lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es que estemos aquí y que hayamos hecho una revolución socialista en las propias narices de los Estados Unidos».
Pero ni Cuba es el satélite político y militar soviético de los sesenta, ni Rusia es la amenaza comunista de Nikita Jrushchov. Ahora, más que luchas ideológica, lo que está en juego son territorios energéticos. Cuba no es una amenaza por ser socialista o castrista, ni Venezuela por ser chavista o madurista, ni China o Rusia por ser comunistas. Estados Unidos y sus aliados entendieron que las luchas ideológicas pueden extinguirse corrompiendo voluntades. Se puede ser presidente de la Internacional Socialista, siendo un pro fascista o miembro de la extrema derecha, o, como en el caso del Perú, ser un abanderado de la izquierda latinoamericana, como Ollanta Humala y Susana Villarán, y claudicar ante el dios Mammon representado en Odebrecht. La verdadera ideología es el dinero mal habido, y en esto no ven amenaza alguna los Estados Unidos, Europa, la OEA o la OTAN. La lógica del lavado de dinero, el lucro multimillonario de la industria de armas y el programa genocida a nivel mundial no representan una amenaza para la paz global. El robo del tesoro de las naciones no alineadas está permitido. Con el dinero de Venezuela se pagaron sicarios de la oposición política venezolana y mercenarios extranjeros a sueldo; con el dinero ruso se paga a Ucrania.
El potencial militar soviético de los sesenta no es el de nuestros días. Sus misiles de medio alcance se convirtieron en supersónicos 9 veces más veloces que la luz y tardarían segundos en llegar de Cuba a Washington o minutos desde Rusia. La soberbia como muestra del dogmatismo visionario del imperio le impide ver las fortalezas del enemigo. Lo dicho por Roger Hisman, ex asesor de Kennedy y Director de la Oficina de Inteligencia e Investigación entre 1961 a 1963, lo confirma: «Los soviéticos nunca habían colocado armas nucleares fuera de sus fronteras y no creímos que llegaran hacerlo. La verdad de este asunto es que nunca pensamos que asumieran un riesgo de este tipo».
Lo que la soberbia y egoísmo del occidente, como señaló Putin, nos les permite ver es que están destinados a sucumbir ante sus propias armas. Occidente es el creador de sus propias armas de destrucción. Los tiempos han cambiado y en el proceso el poderío nor-europeo está más aislado que nunca. Fue parte de un ilusorio pasado donde creyeron ser todopoderosos. Lo impensable hace algunos años, hoy Rusia se encuentra en las costas cubanas y de allí seguro serán las nicaragüenses, venezolanas y más temprano que tarde las costas peruanas. La arrogancia de 1962 no están en condiciones de repetirla como lo indicaban a los cuatro vientos sus voceros: «El Pentágono afirma que EE.UU. está preparado para hundir los buques del bloque comunista que se dirijan a Cuba y que se nieguen a detenerse y a ser registrados. Si es necesario se utilizará la fuerza para detener y registrar cualquier barco que se dirija a Cuba». Ahora los Estados Unidos atinan a señalar que la presencia rusa en Cuba (12 al 17 junio) forma parte de las maniobras regulares de Rusia: «Los despliegues de Rusia son parte de una actividad naval rutinaria y nos les preocupa ya que no representa una amenaza para los Estados Unidos».
Occidente se autodestruirá como resultado de sus crímenes. ¿En medio de la creciente tensión militar entre Rusia, Estados Unidos y la OTAN, se ha activado el estado de emergencia conocido como «Condición de defensa» (DEFCON, Defense Condition), que se ajusta según el nivel de gravedad militar? DEFCON, que tiene cinco niveles, en donde el nivel 5 es para «tiempos de paz» (pax romana o norteamericana), desciende al nivel 1 conforme la situación se vuelve más crítica. Sin embargo, en estados de emergencia relacionados con los intereses estadounidenses, se pueden activar siete niveles de alerta conocidos como LERTCON, incluyendo cinco condiciones de defensa (DEFCON) y dos EMERGCON. Durante la crisis de los misiles en Cuba, DEFCON descendió al nivel 2, siendo una experiencia similar a la fase inicial de la Operación Tormenta del Desierto en la guerra del Golfo (1991), considerada el paso previo a una catástrofe nuclear.
Nuestras sospechas. Todo indica que el nivel de DEFCON, ante la presencia en Cuba del submarino ruso de propulsión nuclear Kazan, la fragata Almirante Gorshkov, el petrolero y el remolcador de salvamento Nikolai Chiker, se encuentra en tránsito del nivel 4 al 3. Al mismo tiempo que las embarcaciones rusas llegaron a Cuba, llegó el buque canadiense Margaret Brooke, y desde el 13 de junio, en la Bahía de Guantánamo, se encuentra el submarino estadounidense de ataque rápido USS, según portavoces del gobierno norteamericano, «como parte de una visita de rutina». El nivel cuatro indica la entrada en acción de inteligencia, aunque esta acción es constante, aumentando medidas de seguridad nacional si es necesario. Estados Unidos afirma que no hay muestras de peligro inminente y esto es signo de encontrarse en este nivel. La movilización del buque canadiense y el submarino norteamericano a Guantánamo nos hace sospechar de la activación de DEFCON 3. En este nivel, sin representar aún una amenaza seria para la estabilidad norteamericana, las fuerzas militares se mantienen en un «nivel elevado de alerta». El tiempo de inicio de operaciones podría ser no mayor a 15 minutos. Todo indica que, dependiendo de las decisiones tomadas en los próximos días, la alerta de emergencia podría acercarse al nivel 2. Si nuestras sospechas se confirman y se ajustan a la realidad del sistema de seguridad norteamericano, en las próximas dos semanas, EE.UU., Europa y la OTAN o Rusia tendrían que dar el primer paso hacia un punto de no retorno.
¿Tendrán armamento nuclear táctico las embarcaciones rusas? Fue Putin quien se encargó de despejar dudas sobre su presencia en Cuba: «No tenemos armas nucleares, incluidas las tácticas, en el territorio de otros países, pero los estadounidenses sí, en Turquía y en varios otros países europeos». Pero, tampoco dudó en señalar: «Si alguien cree que es posible suministrar tales armas a una zona de guerra para atacar nuestro territorio y crear problema para nosotros ¿por qué no tendríamos el derecho de suministrar armas del mismo tipo a las regiones del mundo donde habrá ataques en instalaciones sensibles de esos países que hagan esto contra Rusia?».
Las amenazas y exigencias de desarme, con las cuales Estados Unidos amedrenta al mundo, no han cambiado de formato desde la crisis de los misiles. No solo los análisis de Fidel están vigentes, sino de Jrushchov dirigidas a John Kennedy: «Usted está preocupado por causa de Cuba. Usted dice que Cuba le preocupa porque hay una distancia de tan sólo 145 kilómetros desde ella a la costa americana. ¿Considera acaso que tiene usted derecho a demandar seguridad para su país y la retirada de todas aquellas armas a las que califica de ‘ofensivas’ y no reconoce que el mismo derecho nos asiste a nosotros?»[1]
La desfachatez del imperio está en su estado final. Su patología, como engendros de la monstruosidad, radica en subyugar la vida a los mercantiles valores agregados de accesorios militares. Los misiles en Turquía e Italia siguen apuntando a Moscú bajo la venia del Consejo de Seguridad. Ucrania es defendida con el mismo frenesí psicópata con el que se defiende la Bahía de Guantánamo o las Islas Malvinas, Georgias o Sandwich. ¿Cuántas bases militares tiene Rusia alrededor del mundo? ¿Cuántas bases militares rusas existen en territorios fronterizos con Estados Unidos? No se registra presencia militar alguna. Sin embargo, ¿Cuántas bases militares norteamericanas existen a las puertas de Rusia? Redzikowo en el norte de Polonia, a 200 km de Kaliningrado; la Estación Aérea Eareckson en la isla de Shemya, Alaska, a 500 km del territorio ruso. Más de 800 bases militares en más de 80 países del mundo están ocupadas por militares estadounidenses, y muchas más siguen abriéndose, como en Argentina. El hegemón por su naturaleza patológica carece de razón. Paradójicamente, sus alucinaciones todopoderosas se basan en la instrumentalización colonial de la razón. Su autodestrucción en progresión es inminente. El estado de «Condición de defensa» (DEFCON) debería decretarlo el mundo y no el hegemón.
Pero al igual que en la Crisis de Octubre, en la crisis del 2024, la vigencia de Fidel, a favor de la vida, da muestra de su histórico valor profético y la urgente necesidad de escucharlo en medio de la lujuriosa sordez del poder: «El uso de las armas nucleares en una nueva guerra implicaría el fin de la humanidad […]. Cualquier gobierno del mundo está obligado a respetar el derecho a la vida de cualquier nación y del conjunto de todos los pueblos del planeta. Hoy existe un inminente riesgo de guerra con empleo de ese tipo de armas y no albergo la menor duda de que un ataque de Estados Unidos e Israel contra la República Islámica de Irán [hoy haría alusión a Rusia] se tornaría inevitablemente en un conflicto nuclear global. Los pueblos están en el deber de exigir a los líderes políticos su derecho a vivir cuando la vida de su especie de su pueblo y de sus seres más queridos corren semejante riesgo nadie puede darse el lujo de ser indiferente ni se puede perder un minuto en exigir el respeto a ese derecho, mañana sería demasiado tarde. En una guerra nuclear el daño colateral sería la vida de la humanidad. Tengamos el valor de proclamar que todas las armas nucleares o convencionales, todo lo que sirva para hacer guerra, debe desaparecer» (octubre 15 del 2010).
[1] Carta de Nikita Jrushchov a John. F. Kennedy 26 de octubre de 1962 https://humanidades.com/crisis-de-los-misiles-1962/.