Por Carlos Fazio
Nadie detiene el genocidio bíblico y las operaciones de castigo
colectivo y limpieza étnica de Benjamin Netanyahu y su gabinete de
guerra en Gaza y Cisjordania transmitido en vivo y en directo urbi et
orbi. Sin embargo, la propaganda negra de los servicios de
inteligencia y la niebla de guerra ocultan o difuminan las acciones de
la resistencia palestina sobre el terreno. A manera de ejemplo, cabe
consignar que, pese a la intensificación y brutalidad de la agresión,
el 25 de mayo combatientes de las Brigadas Al-Qassam, brazo armado del
movimiento Hamas, atrajeron, emboscaron y enfrentaron a quemarropa a
una fuerza militar israelí en uno de los túneles del campo de
refugiados de Jabaliya, el mayor campamento en Gaza ubicado en el
norte de la franja, y detonaron explosivos contra el grupo de soldados
enemigos que fue a socorrerla.
Meses atrás, el alto mando del ejército de ocupación había anunciado
el desmantelamiento de 20 de los 24 batallones originales de Hamas en
Jabaliya, pero todo indica que la estructura combativa de la
insurgencia estaba intacta. Desde una perspectiva militar, la acción
tiene una importancia cualitativa al provocar bajas en las filas
israelíes entre soldados muertos, heridos y prisioneros, y apoderarse
del equipamiento militar, ya que eso fortalece la posición de la
resistencia y desestabiliza la imagen del ejército sionista.
A escala política, la acción constituye una carta adicional de la
resistencia para consolidar su fuerte posición en las negociaciones
para un alto al fuego en caso de reanudarse. Asimismo, la traumática
emboscada acentuará la división interna del régimen israelí y tal vez
profundice la disputa entre Netanyahu y el nivel militar y de
seguridad sobre la conducción de la guerra y el arreglo de intercambio
de prisioneros, cuyo primer indicio es la renuncia del ministro de
Defensa, Benny Gantz. En el plano sicológico, la operación eleva la
moral del pueblo de Gaza a la luz de la trágica realidad impuesta por
la guerra de exterminio. En sentido contrario, y dado el estado de
confusión dentro del ejército de ocupación, la operación envió a los
soldados israelíes el mensaje de que sus esfuerzos fueron en vano,
mientras la resistencia permaneció fuerte y fue capaz de devolver a
las fuerzas ocupantes a la primera casilla en el norte de la franja.
La situación sobre el terreno en Jabaliya revela algo más que un mero
enfrentamiento militar entre una fuerza invasora y los combatientes de
la resistencia que libran una guerra de guerrillas. La implicación más
profunda es que Israel está mucho más enredado de lo que quiere
reconocer, reflejando la experiencia de Estados Unidos en su
desastroso atolladero de Vietnam. Pero como indica un reporte de
Khalil Harb para The Cradle, a diferencia de la Ruta Ho Chi Minh en
Vietnam, Gaza es una franja de tierra llana que carece de cruces,
pasos de montaña o bosques para que la resistencia pueda desplazar
personal y armas con facilidad a través de extensiones de terreno.
El resurgimiento de la resistencia en Jabaliya cogió desprevenido al
ejército israelí y exhibe que su estrategia de primero segar la hierba
para controlar el norte y el centro de la franja, antes de centrarse
en arrasar el sur (Rafah), siempre fue falsa y que la resistencia aún
conserva fuerza y liderazgo y está preparada para una larga guerra de
desgaste. Las tropas de ocupación siguen chocando contra el muro del
Viet Cong palestino y su incesante despliegue de nuevas tácticas:
engaño, emboscadas, sabotaje, espionaje, sacrificio y, lo que es más
importante, paciencia estratégica. Según fuentes de la resistencia
citadas por Al Mayadeen, los combatientes palestinos salen de los
escombros y del subsuelo para librar una auténtica guerra de pulga
contra miles de soldados israelíes estacionados allí.
A su vez, el jefe de Hamas en la franja de Gaza, Yahya Sinwar, cuya
captura o muerte sería el mayor trofeo de guerra de la ofensiva
militar israelí, no cambió sus posiciones ni fue afectado por las
operaciones punitivas en Rafah, y siguió comprometido con el objetivo
central: la supervivencia; el régimen de Netanyahu se vio obligado a
negociar con él, así sea de manera indirecta, y ha sido incapaz de
destruir el laberinto de túneles de la resistencia, con sus fábricas y
depósitos de rifles, misiles portátiles antitanque y municiones,
centros de mando, enfermerías, dormitorios y líneas de comunicación.
A la realidad de un ejército con soldados de reserva agotados y signos
de indisciplina en sus filas, se suman los grandes daños sufridos en
el norte de los territorios palestinos ocupados, como resultado de las
operaciones militares ejecutadas por la Resistencia de Líbano
(Hezbola) los últimos días. La recopilación de información precisa por
la unidad de inteligencia de Hezbola ?tan buena como la 8200, su
equivalente en el ejército de ocupación?, le ha permitido destruir
cuatro instalaciones del sistema cúpula de hierro israelí (entre ellas
el cuartel general del Batallón de Agrupación Militar israelí de
Yarden, en el Golán sirio ocupado), y al menos otras dos resultaron
dañadas, según ratificaron medios de Tel Aviv que desafían la censura.
De igual modo confirmaron la destrucción del globo Tel Shamayim, en la
base Ramot Naftali, fuera de funcionamiento a partir del ataque de
Hezbola, que además destruyó casi todos los sistemas de cámaras de
seguridad fronteriza.
El ex jefe de la división de inteligencia del Mosad, Haim Tomer,
reveló que la fuerza aérea israelí ya no puede operar libremente sobre
Líbano debido a los sistemas de detección de Hezbola, y que en caso de
un escalamiento del conflicto la resistencia libanesa podría lanzar
mil 500 misiles diarios en los primeros días de combate, paralizar
completamente al Estado colonialista de Israel y afectar puertos y
aeropuertos en el norte, poniendo en riesgo de destrucción ciudades
como Kiryat Shmona, Acre, Tiberíades y posiblemente Haifa y Tel Aviv.
Medios israelíes admiten que el regreso de los 100 mil colonos
supremacistas armados que abandonaron la Palestina ocupada (otras
estimaciones hablan de 80 mil) después del 7 de octubre de 2023, ya no
volverán, lo que significaría un duro golpe al colonialismo de
asentamientos, como estrategia de anclaje y palanca para asegurar el
control de la tierra que ocupa Israel. Incluso, el diario Haaretz
destacó que tras un posible alto el fuego, Hezbola está en camino de
establecer una nueva zona de seguridad en la frontera
libanesa-palestina ocupada por Israel.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2024/06/10/opinion/017a1pol