4 CONCLUSIONES DE LA INVESTIGACIÓN DEL NEW YORK TIMES XOLBRE LOS COLONOS ISRAELIES

– A través de documentos, videos y más de 100 entrevistas, se revela 

cómo las facciones violentas del movimiento de colonos israelíes han 

llegado a convertirse en una grave amenaza para los palestinos de los 

territorios ocupados y para el propio Estado de Israel.

Por Ronen Bergman y Mark Mazzetti

Durante décadas, la mayoría de los israelíes han considerado que el 

terrorismo palestino era el mayor problema de seguridad del país. Pero 

hay otra amenaza que puede ser aún más desestabilizadora para el 

futuro de Israel como democracia: el terrorismo y la violencia de los 

judíos, y la falta de aplicación de la ley contra ellos.

Nuestra investigación, que ha durado un año, revela cómo las facciones 

violentas del movimiento de colonos israelíes, que son protegidas y a 

veces instigadas por el gobierno, han llegado a convertirse en una 

grave amenaza para los palestinos de los territorios ocupados y para 

el propio Estado de Israel. Recopilando nuevos documentos, videos y 

más de 100 entrevistas, descubrimos un gobierno sacudido por una 

guerra interna, que esconde los informes que encarga, neutraliza las 

investigaciones que asigna y silencia a los denunciantes que, en 

algunos casos, son altos funcionarios.

Es un relato descarnado, contado en algunos casos por primera vez por 

funcionarios israelíes, de cómo la ocupación llegó a amenazar la 

integridad de la democracia del país.

Los colonos que quieren un Estado teocrático se han convertido en legisladores

Los funcionarios nos dijeron que durante décadas se ha permitido que 

grupos de colonos marginales -a veces criminales y empeñados en lograr 

que se instaure un Estado teocrático- actúen con pocas restricciones. 

Desde que el gobierno de coalición del primer ministro Benjamin 

Netanyahu llegó al poder en 2022, elementos de esa facción han llegado 

al poder, dirigiendo las políticas del país, incluso en la guerra de Gaza.

Los infractores de la ley se han convertido en la ley.

Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas y funcionario del gobierno de 

Netanyahu encargado de supervisar Cisjordania, fue detenido en 2005 

por el servicio de seguridad nacional Shin Bet por planear el bloqueo 

de carreteras para detener la retirada israelí de Gaza. Fue puesto en 

libertad sin cargos. Itamar Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional 

de Israel, fue condenado en múltiples ocasiones por apoyar a 

organizaciones terroristas y, ante las cámaras de televisión en 1995, 

amenazó vagamente de muerte al primer ministro Isaac Rabin, quien fue 

asesinado semanas después por un estudiante israelí.

La violencia de los colonos ha sido protegida e instigada durante décadas

En teoría, todos los colonos de Cisjordania están sujetos a la misma 

ley militar que se aplica a los residentes palestinos. Pero en la 

práctica, se les trata de acuerdo con el derecho civil del Estado de 

Israel, que formalmente solo se aplica al territorio dentro de las 

fronteras del Estado. Esto significa que el Shin Bet podría investigar 

dos actos de terrorismo similares en Cisjordania -uno cometido por 

colonos judíos y otro por palestinos- y utilizar herramientas de 

investigación totalmente distintas.

La tarea de investigar el terrorismo judío recae en una división del 

Shin Bet conocida comúnmente como Departamento Judío. Pero es mucho 

menos importante, tanto en tamaño como en prestigio, que el 

Departamento Árabe, la división encargada principalmente de combatir 

el terrorismo palestino.

Los judíos implicados en atentados terroristas contra árabes en las 

últimas décadas han recibido una considerable indulgencia, que ha 

incluido reducciones de las penas de prisión, investigaciones leves e 

indultos. La mayoría de los incidentes de violencia de los colonos 

-como el incendio de vehículos, y la tala de olivares- son competencia 

de la policía, que tiende a ignorarlos. Cuando el Departamento Judío 

investiga amenazas terroristas más graves, a menudo se ve 

obstaculizado desde el principio, e incluso sus éxitos a veces se han 

visto socavados por jueces y políticos que simpatizan con la causa de 

los colonos.

Esta situación ha empeorado en el último año. Hemos analizado una 

muestra de tres decenas de casos ocurridos en Cisjordania desde el 7 

de octubre que demuestran hasta qué punto ha decaído el sistema 

judicial. En casos que van desde el robo de ganado a incendios 

provocados y agresiones violentas, ni un solo sospechoso fue acusado 

de delitos; en un caso, un colono le disparó a un palestino en el 

estómago mientras un soldado de las Fuerzas de Defensa de Israel 

miraba, pero la policía solo interrogó al tirador durante 20 minutos y 

nunca como sospechoso de delito.

Ami Ayalon, jefe del Shin Bet a finales de la década de 1990, nos dijo 

que los dirigentes gubernamentales «indican al Shin Bet que si matan a 

un judío, es terrible. Si matan a un árabe, no está bien, pero no es 

el fin del mundo».

Pero los judíos también han sido blanco de los ultranacionalistas. El 

primer ministro Rabin fue asesinado después de que unos rabinos le 

impusieran lo que equivalía a una sentencia de muerte por su apoyo al 

proceso de paz de Oslo.

Se ha silenciado a los críticos y se han enterrado las investigaciones

En 1981, después de que un grupo de profesores de Jerusalén planteara 

su preocupación por la posible connivencia entre los colonos y las 

autoridades y la «actividad policial privada» ilegal contra los 

palestinos en los territorios ocupados, se pidió a Judith Karp, que en 

ese entonces era la fiscal general adjunta de Israel para funciones 

especiales, que dirigiera un comité para investigar el asunto. Su 

informe detectó un caso tras otro de allanamiento, extorsión, agresión 

y asesinato, mientras las autoridades militares y la policía no hacían 

nada o realizaban investigaciones ficticias que no llevaban a ninguna parte.

El ministro del Interior de ese entonces respondió a su informe con 

una reprimenda. «Entendí que quería que lo dejáramos», nos dijo Karp.

Dos décadas más tarde, otro informe corrió la misma suerte. Talia 

Sasson, a quien se le encargó la elaboración de un dictamen jurídico 

sobre los «puestos avanzados no autorizados», descubrió que, en un 

lapso de poco más de tres años, el Ministerio de Construcción y 

Vivienda había expedido decenas de contratos ilegales en Cisjordania. 

En algunos casos, el ministerio incluso pagó su construcción.

Sasson y sus colegas del Ministerio de Justicia calificaron de 

«absoluta locura» las distintas leyes bajo las que veían que se 

administraba Cisjordania.

El informe tuvo escasa repercusión, ante la maquinaria iniciada para 

ampliar los asentamientos.

Las preocupaciones de los funcionarios de seguridad

En Cisjordania, una nueva generación de ultranacionalistas ha dado un 

giro aún más radical contra la noción misma de un Estado israelí 

democrático. Su objetivo es derribar las instituciones de Israel e 

instaurar un «gobierno judío»: ungir un rey, construir un templo en 

lugar de las mezquitas de Jerusalén que son sagradas para los 

musulmanes de todo el mundo, e imponer un régimen religioso a todos los judíos.

Siempre estuvo claro, nos dijo Lior Akerman, antiguo funcionario del 

Shin Bet, «que esos grupos salvajes pasarían de intimidar a los árabes 

a dañar propiedades y árboles y, finalmente, asesinarían a personas».

En octubre del año pasado, según un documento clasificado que 

revisamos, el general de división Yehuda Fox, jefe del Mando Central 

de Israel responsable de Cisjordania, escribió una carta a su 

superior, el jefe del Estado Mayor de Israel, diciendo que el aumento 

del terrorismo judío y la violencia llevada a cabo en venganza por los 

atentados del 7 de octubre «podría incendiar Cisjordania».

Otro documento describe una reunión celebrada en marzo, en la que Fox 

escribió que, desde que Smotrich asumió el cargo, el esfuerzo por 

reprimir la construcción de asentamientos ilegales se ha reducido 

«hasta el punto de haber desaparecido.»

Gaza ha vuelto a centrar la atención del mundo en la larga incapacidad 

de Israel para abordar el tema de la autonomía palestina. Pero es en 

Cisjordania, en manos de colonos envalentonados que, en algunos casos, 

están en el poder, donde los efectos corrosivos de la ocupación tanto 

sobre los palestinos como sobre el Estado de derecho israelí son más evidentes.