Por: Franklin Ledezma Candanedo
(Periodista y Escritor)
Nos matan todos los días, nos matan a cada rato, nos matan cada segundo, y nos dicen que para morir nacimos, como si fueran el Dios de un pueblo que mata para hacerse el Dios universal, bárbara entidad política que crucifica todos los días a un pueblo al que le robaron su propia sombra, y lo condenaron a una “marcha por el retorno”, sin posibilidades de retornar a su pacha mama ancestral.
Alrededor de 190 palestinos han muerto desde el inicio de las protestas en el marco de la “Gran Marcha del Retorno”, el 30 de marzo de este año. Aed Abu Amro es un joven palestino de 20 años que acude cada lunes y cada viernes al lugar para protestar por la ocupación militar de Israel. Ahora, este manifestante se ha convertido en un icono de la reivindicación palestina.
El pasado 22 de octubre, Mustafa Hassouna, de la Agencia Anadolu de Turquía, fotografió al joven en plena acción, con una bandera palestina en una mano y una honda sobre su cabeza en la otra. El fotógrafo captó a Aed Abu Amro de tal forma que la imagen ya se compara con La libertad guiando al pueblo, el simbólico cuadro de Eugène Delacroix, que representa la Revolución de Julio en 1830, cuando el pueblo parisino se sublevó para derrocar al rey Carlos X de Francia en 1830.
En reportaje periodístico titulado ¡CUÁNTO ME DUELES, PATRIA MÍA!, enviado a fraternales contactos el pasado 12 de septiembre, hicimos un recuento, especial para los que convenientemente olvidan el pretérito ($$$), sobre la HISTORIA DE DOS HOLOCAUSTOS, el de los judíos a manos del criminal nazi fascismo, que duró tres años (1942-1945), y el de los hermanos Palestinos, que dura 70 años (1948-2018), que ha ejecutado –y ejecuta- la bestia (666) sionista.
Es oportuno advertir que, históricamente, este genocidio se inició realmente con la primera gran matanza ocurrida en el mercado de Haifa, el 6 de marzo de 1938, donde murieron al menos 18 árabes palestinos y más de 38 resultaron heridos, en un atentado perpetrado por los integrantes de las milicias extremistas sionistas del Irgun (Etzel) y Stern Gang (Lehi).
Hasta la fecha de esa entrega periodística, incontables son las víctimas del eterno holocausto del pueblo hermano palestino (asesinatos, heridos y discapacitados, principalmente niños, mujeres y ancianos), llevado a cabo por los genocidas sionistas, con el permanente apoyo de testaferros incondicionales y serviles aliados, desde 1920-2018, con aproximadamente 80 matanzas registradas, sin contar las víctimas de múltiples enfrentamientos bélicos, entre otros, la guerra de los seis días (1967) y la del Líbano (1982).
Cabe destacar que la última matanza de palestinos que logramos anotar, se produjo el 11 de agosto de 2018, con víctimas que suman, desde marzo del presente año, un total de 167 palestinos muertos y 18.000 heridos.
En ese reportaje expresamos que intenté y lo conseguí, como Periodista responsable, hacer un recuento de las matanzas causadas durante 70 años por el gobierno de Israel, de víctima convertido en victimario de un indefenso pueblo hermano, en lucha permanente por recuperar un territorio que, históricamente, fue suyo, hoy en manos sanguinarias y crueles, de bárbaros (israelitas), millones de veces peores que Atila, Nerón y Hitler juntos. PALESTINA: CUÁNTO ME DUELES, PATRIA MÍA!
El sionismo, que sostenía la idea del establecimiento de un estado judío en Palestina, se valió del asesinato desde un primer momento como instrumento para lograr su fin y, precisamente, desde la fundación el 14 de mayo de 1948, hemos visto cómo desplaza, expulsa y asesina a los palestinos para quitarles su tierra.
A 80 años de la Nakba, Israel es la mayor entidad terrorista del mundo. Durante casi diecinueve años del siglo XXI asistimos, en el plano internacional, a la consolidación de la impunidad como conducta, en materia de cumplimiento del derecho internacional, por parte de una de las entidades más terroristas, que ha dado la historia de la humanidad: el régimen sionista israelí.
Efectivamente, a 80 años de la Nakba (catástrofe en árabe), a 51 años de la Guerra de Junio de 1967, a un poco más de un cuarto de siglo de lo que fue el fraude de los Acuerdos de Oslo y a 12 años ya del bloqueo criminal contra la Franja de Gaza, Israel demuestra ser una maquinaria criminal. Un vecino inamistoso, un régimen depredador, que no dejará de ocupar territorio palestino, a no ser por la fuerza de la razón y la acción de Palestina y su pueblo, como también el trabajo de aquellos que creemos en la justicia, así si ella se ejerce con todas las formas de lucha contra el terrorismo institucionalizado a partir de la creación de la entidad sionista.
Un régimen surgido de determinaciones arbitrarias y el peso de la conciencia de una comunidad internacional que quiso, mediante la partición de Palestina – Resolución N° 181 de noviembre del año 1947 – ceder aquello que no le pertenecía, tratar de apaciguar su responsabilidad frente a los crímenes del nacionalsocialismo, pero en cuya deuda el pueblo palestino ha sido el que ha pagado las consecuencias, sin tener arte ni parte. Y, en ese proceso, con un sionismo que ha pasado de ser considerado víctima a convertirse en una sociedad victimaria.
A 80 años de la Nakba ha quedado establecido que Israel, no dejará de ocupar los territorios usurpados de la ribera occidental, seguirá violando todas y cada una de las resoluciones emanadas de organismos tan diversos como las Naciones Unidas, su Consejo de Seguridad, la Asamblea General, la Unesco o cualquiera otra que ha demandado a Israel que cese su policía criminal contra el pueblo palestino. Un Israel que seguirá enfrascado en su política colonialista, racista y criminal y que nos permite, con justa razón, parafrasear su actuar, definiéndola como un régimen nacional sionista terrorista.
¿Cómo no definir a la entidad sionista como un régimen terrorista, una imitación siniestra del régimen nazi, si cada una de sus acciones así lo refleja desde que comenzó su proceso de asentamiento en Palestina a fines del siglo XIX? Pruebas al canto, entre otras, protege su proceso de colonización previo al año 1948 con el actuar de bandas armadas como la Haganá. Este movimiento realizaría acciones armadas contra la población palestina y que posteriormente, con apoyo británico, conformaría una fuerza de ataque compuesta por 50 mil milicianos que concretaría el nacimiento de la entidad sionista en mayo del año 1948. Un movimiento paramilitar que participaría en crímenes de guerra, expulsando a cientos de miles de palestinos de sus tierras ancestrales.
La entidad surgida tras su proclamación signó como pruebas para ese nacimiento, espurios derechos mitológicos, como también aquellos disfrazados de legalidad, derivados de la Declaración Balfour e incluso de victimismo y crisis de conciencia, surgidos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. El 14 de mayo de 1948 fue también el disparo de inicio, para un proceso de limpieza étnica, que continúa hasta el día de hoy: La Nakba.
Destacamos el caso de la Franja de Gaza, con un bloqueo cruel, inhumano, criminal, que impide un mínimo desarrollo de lo que es el campo de concentración más grande del mundo. Un territorio asediado, que en las últimas semanas ha tenido que sufrir el ataque bárbaro contra su población movilizada en aras del derecho al retorno, una población que ha servido de tiro al blanco, para que cientos de francotiradores gocen en la ignominia de su acción criminal. Crímenes que sólo el día lunes 14 de mayo significó la muerte de 50 palestinos y heridas a 3 mil de ellos a manos de las fuerzas terroristas del Ejército sionista. Una masacre que se daba en el mismo momento que Estados Unidos inauguraba su sede diplomática en Al Quds – en un traslado desde Tel Aviv – causando la lógica indignación de los palestinos y la alegría desbordante e indigna del régimen de Netanyahu.
Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/05/15/palestina-crimenes-del-sionismo-tras-la-creacion-de-israel-en-1948-ii/
Pablo Cofré Leal: https://www.hispantv.com/noticias/opinion/377143/palestinos-israel-terrorista-nakba-jerusalen