Por Gustavo Espinoza M.
Así se denominaba una interesante serie de la televisión USA en los años 70 del siglo pasado. Con Karl Malden y Michael Douglas como protagonistas, mostraba a la policía civil encargada de combatir el crimen organizado que pululaba en las arterias de esa ciudad.
Los detectives, no contaban con los Escuadrones Especiales con los que cuenta hoy la policía peruana, ni con la parafernalia que luce. Apenas se valía de su inteligencia propia y su información clasificada; y enfrentaba exitosamente las actividades delictivas pacificando la urbe, una de las más importantes ciudades del país del norte.
Dina no conoció esa historia, ni pudo recorrer las calles de San Francisco en su reciente visita a la APEC. No pudo desplazarse libremente, pero no por la acción de malhechores en retiro; sino por la movilización activa de centenares de colectivos que hicieron una convocatoria paralela a la cita Asia-Pacífico prevista por los organismos oficiales.
Miles de activistas de todos los colores se movilizaron allí para expresar su protesta por la presencia de los “altos dignatarios” convocados. Defensores de la Bio Diversidad y el medio ambiente; luchadores contra la contaminación ambiental; enemigos del calentamiento global y luchadores de los derechos humanos; se sumaron para alzar la voz contra las dictaduras, y repudiar el genocidio israelí en Gaza.
Como no sucediera antes, esas calles estuvieron pobladas por numerosos contestatarios. Dina, no habría podido desplazarse allí, como le ocurre cuando está por estos lares. Aquí tiene que acomodar y modificar rutas y adecuar auditorios, preparados para que no le muestren rechazo.
De todos modos, a través de la Tele, escuchamos su cacofónica perorata. Y no pudimos sino asociarla con la cháchara de los charlatanes de feria que ofrecen los productos que tienen entre manos señalando sus cualidades: “compren esta botella, está bien conservada y tiene líneas astrales y bellos colores”; suelen decir para embabucar a despistados viandantes.
Algo así dijo Dina aludiendo a las riquezas y bondades del Perú, a sus minas, a sus gentes y a sus paisajes; con la esperanza que algunos incautos le compren su oferta. Y es claro que otra vez estará sin suerte.
No se atrevió Dina a contar la realidad del Perú. No habló de la huelga y las movilizaciones que se operan en Huanta; ni de las manifestaciones masivas em Andahuaylas; ni de la huelga de los trabajadores de salud; ni de la iniciativa de los pobladores del Barrio Chino, en Ica, para bloquear carreteras; ni de las similares acciones de quienes viven en Chao y Virú; ni de las Marchas en Chiclayo, ni de las protestas en distintos lugares de la capital.
No les dijo que hoy Loreto entero se moviliza en defensa del Lote 8 de Petróleo; y Chumbivilcas, en Cusco, arde. Tampoco, claro, del absoluto fracaso de la “Emergencia” dictada en distritos de Lima y hoy rechazada por el 96% de su población.
Tampoco dijo que las recientes encuestas le reconocen apenas el 10% de aceptación ciudadana en un país que no visita. (el suyo) razón por la que un ingenioso en redes le recordó que ya viajó tres veces a Estados Unidos, y ni una sola a Puno. Y ni habló tampoco de la selección de futbol, que sigue “salada” y volvió a perder.
Y claro, hasta guardo silencio en torno a la censura parlamentaria a su ministro del Interior, al que -en consuno con Otárola- “apapachó” hasta el fin para salvarle el cargo. Esta vez fueron 75 los votos que sumó en contra Dina, abandonada por varias bancadas., la más numerosa de las cuales fue Fuerza Popular.
“Sin nosotros, no eres nada”, parecieron decirle los fujimoristas, que ahora toman distancia para no contaminarse con el maleficio que ataca a la presunta “Titular del Ejecutivo”.
Se avecina pronto el 7 de diciembre. Y el país recuerda que ese día, aprovechando un discurso del Presidente Castillo, la Mafia le asestó un verdadero Golpe, y lo derribó sumariamente confinándolo a una prisión que aspira sea perpetua.
Pero se acercan también otros aniversarios. Será un año de la matanza de Ayacucho, y de la de Andahuaylas; y después, un año de la masacre de Juliaca, que dejara 21 fallecidos; y los muertos en Lima, y en el norte. Total, 76
Y es que las calles de Lima, y las de otras ciudades del Perú, lucen más movidas que las de San Francisco, sin duda. (fin)