Héctor Vargas Haya
Con este titular, el diario LA REPÚBLICA, del 25 de octubre de 1998, dio cuenta del trágico suceso acaecido en Iquitos y denunció: “Carro policial arrolla manifestantes y mata madre de familia de 52 años y una niña de dos Una bala acabó con la tercera víctima, en protesta por el acuerdo con Ecuador; “pobladores incendian oficinas del Poder Judicial, Contraloría. Sede de la Región, Canal 7 y el hotel donde se encontraban ambos representantes del Gobierno. “Loreto pide referéndum”, fue otro titular, en tanto, el ilustre Director y fundador de dicho diario Gustavo Mohome Llona, dejó fijada su enérgica y patriótica protesta contra el baldón suscrito en octubre de dicho año 1998, por el que se entregaba a Ecuador dos enclaves económicos, en los puertos de Pijuayal y Saramiriza, por un plazo de 50 años prorrogables, es decir, a perpetuidad. Diplomáticos ecuatorianos habían declarado que Ecuador ganó con la firma de dicho tratado, en tanto que el entonces presidente ecuatoriano Jamil Mahuad celebraba con alborozo, lo había calificado de “conquista de una soberanía funcional”. Se cumplía consejo del tirano chileno, Augusto Pinochet, edl que al inaugurar la Escuela de Guerra Ecuatoriana, en 1970, en Quito, había sugerido al Ecuador que “colocara dos puntas de lanza en el amazonas, porque ellas correrán solas”.
Son los enclaves que ya habían sido concertados con el presidente Rodrigo Borja Cevallos, oficializados por cartas del presidente Fujimori, de 24 de noviembre de 1991 y 10 de enero de 1992, más 37 anexos, documentos básicos registrados en la Revista Nº 27 de la Academia Diplomática del Perú. Son cómplices principales de la entrega Fernando de Trazegnie y el embajador Mariano Ponce Vivanco, entre otros, y los congresistas, cuyos nombres se hallan en los registros del Congreso. Hubo ilustres peruanos, que rechazaron la entrega: el senador Gustavo Mohome Llona, director fundador del diario “La República”, Hugo de Zela, Alfonso Benavides Correa, Eduardo Ferrero Costa, el general Juan Salinas Sedó, entre otros patriotas, cuyos pronunciamientos fueron desoídos. El ya extinto general Armando Chávez Valenzuela, tenaz patriota opositor, en su libro “GEOPOLÍTICA: GUERRA CON EL ECUADOR” calificó al Tratado de “botín de guerra”, desastre del Cenepa y sostenía que “la victoria del Ecuador alcanza un nuevo umbral en el viejo conflicto: Ecuador infligió una derrota militar al Perú por primera vez desde la batalla del Portete de Tarqui en 1829….Denunció el drama de los peruanos, sometidos a luchar en inferioridad de condiciones, privados de los más elementales medios, sometidos al sacrificio, sin botas anti minas, víctimas de mutilaciones y muerte; no había dinero para la adquisición de armamentos, equipos y alimentos, consecuencia de la corrupción. Sostenía que el enfrentamiento en el Cenepa fue un suicidio, Ecuador impuso condiciones en la firma del referido Tratado de Comercio y Navegación” en el que no se tuvo en cuenta que la libre navegación ya se hallaba establecida en el Protocolo de Río de Janeiro de 1942, “tratado” igualmente entreguista, suscrito por Manuel Prado, que cedió a favor de Ecuador 100,000 km2 de territorio donde se halla el rico yacimiento petrolero de Sucumbios.
Debe recordarse que la ciudadanía loretana, había rechazado la ignominia, en multitudinario plebiscito, silenciado por la violencia. Aquel historial consta de un libro “Historia de una Traición”, mancomunadamente escrito con el extinto general Chávez Valenzuela, y que quedó inédito por respeto a su penosa ausencia. Los testimonios de la entrega son los ya referidos enclaves, que parece no conmover a los aplaudidores del malhadado “tratado”, al que el ex presidente Mahuad, acompañado de Fujimori, había visitado el puerto de Saramiriza, donde se halla el enclave, cuya entrega física donde se construirán centros de comercio y navegación, con soberanía ecuatoriana.
Viene a cuento este recuerdo, a propósito de la antipatriótica actitud de la presidenta Boluarte y sus aláteres, que sin recato celebraron en Palacio de gobierno, el aniversario de dicho baldón con la presencia de diplomáticos ecuatorianos y la desbordante alegría de una presidenta que parece incurrir en una imperdonable ignorancia, inadmisible en quien representa a la Nación.