LA PROPAGANDA DEL SIONISMO Y LA NEGACION DEL GENOCIDIO

ENOCIDIO

Por Carlos Fazio

La falsa equivalencia mediática sobre la guerra en Gaza entre una 

potencia militar nuclear apoyada por una armada multinacional 

compuesta por 11 países y grupos de la resistencia palestina, que por 

muy bien pertrechado que estén ?incluso con armamento traficado desde 

Afganistán y Ucrania? no representan un contrapeso al formidable 

poderío bélico del régimen de Tel Aviv, ha sido fabricada por los 

sofisticados aparatos de inteligencia militar israelíes como coartada 

para llevar a cabo un genocidio de manual con la complicidad del 

Occidente civilizado.

En forma paralela a la guerra de exterminio y limpieza étnica en vivo 

y en directo ?que supera ya 10 mil 500 muertos palestinos, incluidos 

más de 4 mil 200 niños?, en la batalla por el control y la 

manipulación de la opinión pública (israelí e internacional), desde el 

7 de octubre y hasta nuestros días el gobierno sionista de Israel ha 

librado una guerra sin cuartel en el campo de la (des)información, que 

como es natural, incorpora a su red de embajadas en el orbe; entre 

ellas, la de México.

Sólo que en su estrategia de negación del genocidio y por controlar el 

flujo noticioso y ganar la batalla por la mente y los corazones -al 

imponer un bloqueo mediático y asfixiar informativamente a Gaza?, el 

ejército israelí también ha tomado como blanco a periodistas: desde el 

lanzamiento de la Operación Inundación de Al Aqsa de Hamas, van 49 

trabajadores de la prensa asesinados y 24 corresponsales han sido 

capturados por el ejército de ocupación, lo que eleva a 39 el número 

de periodistas en cárceles de Israel.

Escudadas en la seguridad nacional y el patriotismo ?mediante la 

censura militar y la mentira-, las operaciones de guerra sicológica 

dirigidas a influir en la conducta del enemigo, la propia fuerza y la 

población civil (israelí e internacional), han logrado enmascarar (así 

sea parcialmente) la ideología etnonacionalista, colonialista y 

expansionista de Benjamín Netanyahu y el partido Likud, con su régimen 

de apartheid mesiánico y teocrático, su bestiario y su proyecto de 

borrar del mapa a Gaza y Cisjordania, y construir una falsa narrativa 

simplista y maniquea singularizada en Hamas, igual (o peor) que ISIS.

Una de las características de la gue-rra sicológica es el ocultamiento 

sistemático de la realidad. Con la fabricación de su verdad oficial, 

el gobierno de Israel busca manufacturar una reali-dad a modo y, con 

ello, moldear la per-cepción y las emociones generalizadas, 

distorsiona o falsea datos, o bien inventa otros, como las historias 

sobre los 40 bebés decapitados por Hamas y las niñas israelíes 

violadas y sus cuerpos arrastrados por las calles, que desde tiempos 

inmemoriales pertenecen al repertorio clásico, de rigor, de cualquier 

operación de propaganda de guerra. Se recurre e insiste en temas 

deliberados, de manera principal a través de la sugestión compulsiva, 

con miras a alterar y controlar opiniones, ideas y valores y, en 

última instancia, cambiar las actitudes sociales según propósitos 

predeterminados.

Como en tantos pogromos y matan-zas anteriores, que abrevan en un 

larva-do proceso de deshumanización y desindividualización mediática 

de las víctimas, en este caso, la población palestina (considerada 

genéricamente subhumana y terrorista), la historia oficial israelí 

sobre lo que ocurre hoy en Gaza (y Cisjordania) se impuso a través de 

un proceso de intoxicación propagandística, intenso y muy agresivo, 

facilitado por los medios de difusión masiva corporativos de Estados 

Unidos, el Reino Unido y el Occidente colectivo, que de manera 

negligente replican y amplifican la propaganda proisraelí sin 

verificar los datos, y a la que se respalda al poner en juego todo el 

peso de los más altos cargos oficiales, como en el caso de Joe Biden y 

los niños decapitados o del ministro de Defensa de Israel, Yoav 

Gallant, quien calificó a los palestinos de animales humanos y llamó a 

Hamas el ISIS de Gaza, lo cual fue secundado por Netanyahu y el 

secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin.

La vieja táctica colonial del llamado mundo Occidental y cristiano, de 

deshumanizar al otro con un lenguaje zoológico. Asimismo, como decía 

Franz Fanon, el opresor hace del colonizado una especie de quinta 

esencia del mal; el mal absoluto, impermeable a la ética, ausente y 

negador de valores. Al presentar a Hamas como salvajes, el objetivo de 

la propaganda de guerra israelí es igualarlo con toda la población 

gazatí (de la cual más de 40 por ciento son niños) y satanizarla 

colectivamente como bárbara ?o facilitadora de la barbarie?, como arma 

para justificar el genocidio y encubrir su propio salvajismo. Lo que 

configura, también, todo un caso de proyección sicológica (la 

inversión de la acusación, donde el verdugo se convierte en víctima).

A lo que se suman el socorrido ardid para justificar las matanzas, de 

que Hamas usa a la población civil como escudos humanos, y la 

equiparación del antisionismo con el antisemitismo para silenciar toda 

crítica al régimen colonialista de Israel. Cabe enfatizar que el 

racismo forma parte de la naturaleza colonialista, y el movimiento 

sionista no es la excepción. Las políticas de eliminación -que pueden 

adoptar las formas de genocidio, limpieza étnica y apartheid? forman 

parte del ADN sionista desde el inicio mismo del movimiento a finales 

del siglo XIX.

Tras la respuesta visceral y vengativa del gobierno de Israel, en 

realidad, de lo que se trata al utilizar el mito de la guerra bajo el 

falso argumento de la legítima defensa (poder del que carece Israel 

como potencia ocupante de acuerdo con el derecho internacional), es de 

demonizar al enemigo (Hamas peor que ISIS); arrancarle todo viso de 

humanidad y cosificarlo, de tal modo que su exterminio no equivalga a 

cometer brutales asesinatos en masa.

En medio de sus ataques de retaliación, punitivos e indiscriminados 

contra la población civil y la infraestructura edilicia, incluidos 

hospitales, mezquitas, escuelas, sedes de agencias de noticias y 

ambulancias (En urbes tienes que tomar decisiones difíciles sobre 

objetivos, justificó el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de 

Estados Unidos, John Kirby, durante una rueda de prensa en la Casa 

Blanca el 7 de noviembre), uno de los objetivos de la propaganda de 

guerra israelí es sustituir el razonamiento por las emociones (en 

particular el miedo, el odio, el rechazo, la abominación al palestino 

o árabe) y convencer a su propia población (y al planeta en general) 

de la necesidad de participar en una misión purificadora, 

reivindicadora o justiciera. (En sentido inverso, se recurre a la 

corrupción de la razón y el oscurecimiento del intelecto humano).

Al haber cumplido con la definición de crímenes de guerra y delitos de 

lesa humanidad, según el derecho internacional, los asesinatos en 

represalia y las prácticas de castigo colectivo aplicados por el 

régimen de Netanyahu -similares a los que llevaron a cabo los nazis 

para suprimir a la resistencia en Europa ocupada?, responden a una 

estrategia militar conocida como doctrina Dahiya, aplicada por el 

comandante de la Fuerza de Defensa de Israel, Gadi Eisenkot, durante 

la guerra del Líbano en 2006, y luego en Gaza, en 2008.

Dicha doctrina ?que recoge el nombre del barrio de Dahiya en Beirut 

occidental, según recordó en la coyuntura Scott Ritter, ex oficial de 

inteligencia del cuerpo de marines de Estados Unidos?, implica el 

ataque deliberado a la población y la infraestructura civil con el 

propósito específico de causar grave sufrimiento y angustia a los 

habitantes del objetivo elegido, al destruir simultáneamente al 

enemigo (Hezbollah, en el caso libanés; Hamás en Gaza). Incluye, 

además, el asesinato intencional de mujeres, niños y ancianos (lo que 

califica a Israel como un Estado terrorista), porque en su intento por 

borrar a Hamas de la faz de la Tierra y convertirlo en escombros 

(Netanyahu y Gallant dixit), en esa guerra híbrida asimétrica no hay 

leyes que protejan a los no combatientes (amén de que a priori todos 

los gazatíes han sido igualados a Hamas, por lo que el único gazatí 

bueno es el gazatí muerto). Peor: según publicó la ONG israelí 

Breaking the silence, soldados han reconocido recibir órdenes del alto 

mando israelí de disparar a matar contra niñas y niños en Palestina. 

La situación ha llegado a tal grado que hasta el secretario general de 

la ONU, Antonio Guterres, aseveró que Gaza se convirtió en cementerio de niños.

T

odo indica que la ferocidad genocida del gobierno ultraderechista del 

Likud, en la coyuntura, alcanza a sus connacionales, incluidos 

soldados, agentes de inteligencia y civiles. Con el paso de las horas 

y los días, nuevas declaraciones de testigos israelíes parecen 

confirmar que, desbordados por el todavía difuso ataque relámpago de 

los militantes de Hamas, el 7 de octubre, mandos militares israelíes 

recurrieron a la artillería pesada -incluidos tanques y helicópteros 

de ataque Apache?, para enfrentar y neutralizar a los insurgentes, e 

incluso pusieron en práctica el llamado procedimiento Aníbal, que 

ordena a las tropas israelíes matar a sus compañeros soldados antes de 

permitir que sean tomados cautivos para ser canjeados por presos palestinos.

Esa habría sido la razón del autoataque a la enorme instalación 

militar israelí ubicada en el paso fronterizo de Erez, sede de la 

Coordinación de Actividades Gubernamentales en los Territorios 

-Ocupados- (Cogat), que funciona como centro neurálgico del asedio 

israelí a Gaza, y también a residencias del kibutz Be’eri y otros 

cercanos que habían sido copadas por los fedayines, así como contra 

vehículos que regresaban a Gaza (con presuntos guerrilleros y rehenes) 

desde el festival de música electrónica Nova.

Citando información de medios de difusión israelíes como el diario 

Haaretz, Mako, Radio Israel, Yedioth Aharanoth ( Ultimas Noticias, el 

mayor periódico en lengua hebrea publicado en Tel Aviv) y la cuenta de 

Telegram de South Responders, periodistas de investigación como Max 

Blumenthal y Jonathan Cook, desmontaron y denunciaron ?como antes 

Robert Inlakesh y Sharmine Narwani en The Cradle?, la propaganda de 

guerra del régimen supremacista de Netanyahu, incluida la diatriba del 

embajador de Israel ante la ONU, Gilad Erdan, el 26 de octubre pasado, 

quien portando una estrella amarilla adherida en el pecho con la 

leyenda nunca más ( never again), gesticuló y bramó airadamente en el 

podio que su país estaba luchando contra animales, antes de exhibir un 

papel que mostraba un código QR con la leyenda:Escanee para ver las 

atrocidades de Hamas.

Sin embargo, de acuerdo con los testimonios y el análisis de 

información y videos que circularon en las redes sociales y los medios 

israelíes, incluidas ocho espeluznantes imágenes de cuerpos quemados y 

ennegrecidos, así como un montón de cadáveres masculinos carbonizados 

en un contenedor, que se encontraban tras escanear el código exhibido 

por Erdan en la ONU, más que demostrar las presuntas atrocidades de 

Hamas generaron interrogantes como la formulada por Max Blumenthal en 

The Grayzone: «¿Se habrían deshecho los rescatistas y médicos 

(forenses) de los judíos israelíes muertos (el 7 de octubre) de esa 

manera? Con el agregado de que 12 horas después de la teatralización 

de Erdan en la ONU, el archivo de Google Drive sólo contenía un breve 

video y entre las fotos misteriosamente desaparecidas estaba la imagen 

del contenedor lleno de cadáveres carbonizados. Cuestiona Blumenthal: 

«Se había borrado porque mostraba a combatientes de Hamas calcinados 

por un misil Hellfire, y no a israelíes ‘quemados hasta la muerte’ por Hamas?»

Pero sin duda, la que parece ser la operación de fuego amigo más 

singular, es la que ocurrió en la sede militar que alberga a la 

División de Gaza del ejército de Israel, asiento de la Cogat, tras ser 

asaltada por milicianos de Hamas y la Yihad Islámica Palestina. Videos 

grabados con cámaras GoPro presuntamente instalados en los cascos de 

los combatientes palestinos, exhiben a soldados israelíes abatidos en 

rápida sucesión, muchos de ellos todavía en ropa interior. Blumenthal 

señala que allí habrían muerto al menos 340 soldados en activo (entre 

ellos algunos burócratas al servicio de la administración civil) y 

oficiales de inteligencia (cerca de 50 por ciento de las bajas 

confirmadas ese día), incluidos oficiales de alto rango como el 

coronel Jonathan Steinberg, comandante de la brigada israelí Nahal.

Según Haaretz, el comandante de la División de Gaza, el general de 

brigada Avi Rosenfeld, se atrincheró en la sala de guerra subterránea 

(del cuartel) junto con un puñado de soldados (entre los que había 

personal femenino), intentando desesperadamente rescatar y organizar 

el sector atacado. El general Rosenfeld se habría visto obligado a 

solicitar un ataque aéreo contra la propia base (en el cruce de Erez) 

para repeler a los terroristas. El diario consigna que muchos 

soldados, que no eran personal de combate, murieron o resultaron 

heridos en el exterior. Un video publicado por la Cogat 10 días 

después de la batalla -y del ataque aéreo israelí? muestra graves 

daños estructurales en el tejado de la instalación castrense.

Según Jonathan Cook ?quien criticó de negligente a la BBC de Londres, 

por apegarse a la narrativa del ejército israelí elaborado para ellos 

y otros medios occidentales cuando había evidencias en contrario de 

los propios órganos de prensa israelíes?, los helicópteros (Apache) 

parecen haber disparado indiscriminadamente, a pesar del riesgo que 

representaba para los soldados israelíes en la base que aún estaban 

vivos. De acuerdo con Cook, Israel usó una política de tierra arrasada 

para impedir que Hamas lograra sus objetivos de capturar soldados para 

canjearlos después por prisioneros palestinos. Eso, a su juicio, puede 

explicar la gran cantidad de soldados israelíes muertos ese día.

Al igual que Max Blumenthal, Cook señaló que el ejército uso la 

llamada Directiva Aníbal, un procedimiento militar establecido en 1986 

tras el Acuerdo de Jibril, por el que Israel intercambió mil 150 

prisioneros palestinos por tres soldados israelíes. Tras una fuerte 

reacción política, el ejército redactó una orden de campo secreta para 

evitar futuros secuestros. La directiva ordena a las tropas matar a 

sus propios compañeros soldados en lugar de permitir que sean tomados 

cautivos, dado el alto precio que la sociedad israelí insiste en pagar 

para garantizar el regreso de sus soldados.

Otro medio israelí, Mako , recogió declaraciones de militares que 

dijeron que tras el rápido colapso de la División Gaza del ejército, y 

cuando la mayoría de las fuerzas (palestinas) de la oleada de invasión 

original ya habían abandonado la zona en dirección a Gaza, tenían en 

el aire dos escuadrones de helicópteros Apache (ocho aparatos), pero 

casi no había información de inteligencia que ayudara a tomar 

decisiones. Los pilotos testificaron que «dispararon una enorme 

cantidad de municiones, vaciaron la ‘panza del helicóptero’ en 

minutos, volaron para rearmarse y volvieron al aire, una y otra vez. 

Pero no sirvió de nada y lo entienden».

De acuerdo con las versiones de testigos oculares y de los propios 

pilotos de las fuerzas especiales, el alto mando militar también les 

ordenó disparar contra los vehículos que regresaban a Gaza después del 

festival, con aparente conocimiento de que en su interior podía haber 

rehenes israelíes, y contra personas desarmadas que salían de los 

coches o caminaban a pie por los campos de la periferia de Gaza. Un 

pilotos declaró que tuvo que enfrentar el tortuoso dilema de disparar 

o no contra las personas y los vehículos donde podía haber cautivos 

israelíes, pero optó por abrir fuego de todos modos; otro señaló que 

no sabía sobre qué disparar, porque son muchos, y uno más dijo que 

nunca pensé que iba a disparar a gente en nuestro territorio.

Igual ocurrió con los puestos avanzados, asentamientos y kibutz 

tomados inicialmente por los combatientes de Hamas. Según el diario 

Yedioth Aharanoth, los pilotos dijeron que no podían distinguir quién 

era un terrorista y quién un soldado o un civil, hasta que se dieron 

cuenta de que tenían que saltarse las restricciones y empezaron a 

rociar a los terroristas con los cañones por su cuenta, sin 

autorización de sus superiores. Así, sin ningún tipo de inteligencia 

ni capacidad para distinguir entre palestinos e israelíes, los pilotos 

soltaron una furia de cañonazos y misiles.

Uno de los casos más utilizados por el ejército israelí para exhibir 

las aparentes atrocidades cometidas por Hamas, fue el del kibutz 

Be’eri. Diferentes versiones indican que cuando el ejército llegó y 

estuvo en posición, los militantes de Hamas estaban bien atrincherados 

y habían tomado a sus habitantes como rehenes dentro de sus propios 

hogares. Testimonios e informes periodísticos sugieren que Hamas 

estaba tratando de negociar un paso seguro a Gaza, utilizando a los 

civiles de escudos humanos, y el objetivo era cambiar después a los 

rehenes por la liberación de presos palestinos.

El diario Haaretz ha destacado el testimonio de Tuval Escapa, 

coordinador de seguridad del kibutz, quien aseguró que los comandantes 

militares israelíes ordenaron el bombardeo de casas con sus ocupantes 

adentro para eliminar a los terroristas junto con los rehenes.

Según el periódico, el ejército pudo tomar el control sobre el kibutz 

después de que tanques bombardearon las casas, con el precio terrible 

de al menos 112 residentes asesinados. A su vez, en su testimonio a 

Radio Israel, Yasmin Porat dijo que cuando llegaron las fuerzas 

especiales a Be’eri, eliminaron a todos, incluidos los rehenes en 

medio de un fuego cruzado muy, muy intenso. Agregó que después de un 

fuego cruzado demencial, dispararon dos proyectiles de tanque contra 

una casa. La cuenta en Telegram de los South Responders de Israel y el 

diario conservador New York Post informaron que bajo los escombros 

aparecieron varios cadáveres carbonizados, incluido el de un niño.

Asimismo, la cuenta de South Responders divulgó un video que muestra 

un auto lleno de cadáveres carbonizados a la entrada del kibutz 

Be’eri, que el ejército israelí presentó como víctimas de 

connacionales ejemplo de la sádica violencia de Hamas. Sin embargo, 

como señaló Max Blumenthal, la carrocería de acero fundido y el techo 

derrumbado del vehículo, así como los cadáveres en su interior, 

«evidencian el impacto directo de un misil Hellfire».

Tomado de La Jornada, 13 y 15 de noviembre de 2023