De acuerdo a un informe interno, revelado por «La Encerrona», el ejército peruano reconoce que no estaba preparado para controlar protestas en Ayacucho.
«La Encerrona», un medio de comunicación peruano reveló, en exclusiva, este viernes que en documentos secretos, los militares peruanos admitieron que debieron usar armas no letales «para salvaguardar la vida de la población» durante las protestas de Ayacucho coa la presidenta designada Dina Boluarte, en diciembre pasado.
Sin embargo, de acuerdo la exclusiva del medio peruano, les dieron 200 fusiles de guerra, todo ello con arreglo a los reportes de la 2da Brigada de Infantería Wari, desplegada en Ayacucho para controlar las protestas.
El medio reconoce que, desde hace meses, el Ejército peruano se negaba a entregar estos documentos a la Fiscalía y periodistas, los cuales lo pedían usando la Ley de Transparencia.
La información revelada, muestra que en cerca de 500 páginas, más de un mando militar admite que el Ejército no estaba preparado para controlar las protestas que tuvieron lugar entre el 15 y 16 de diciembre, en las cuales 10 ciudadanos murieron por impacto de arma de fuego en Ayacucho.
Denuncian que algunos de los fallecidos incluso no estaban protestando. El informe cita al teniente coronel Carlos Núñez, quien estuvo a cargo de una patrulla en Ayacucho, que explica que, como no tenían equipo antimotines, se vieron obligados a salir con fusiles que no están diseñados para hacer frente de manera eficiente a las protestas.
De acuerdo a «La Encerrona», el reporte también revela que no tenían un adecuado sistema de comunicación, que hubiera permitido controlar el uso de la fuerza de los soldados, ante lo cual tuvieron que usar sus celulares personales, pero no funcionaron en el aeropuerto porque cerca hay un penal con sistema de bloqueo.
Según este oficial, ambos factores ocasionaron que» cada militar en Ayacucho tuviera que decidir de manera individual cómo usar gradualmente la fuerza».
Más adelante citan los testimonios de oficiales y soldados, entre ellos el mayor Alexander Córdova, jefe de la patrulla número 3, el capitán de infantería Carlos Montalvo, que estuvo a cargo de la patrulla Bravo; el técnico de primera Alberto Bravo, jefe de la patrulla número 16, el técnico de primera José Córdova, jefe de la patrulla Delta, y el teniente Jhonatan Ochoa, líder de la patrulla Lince 4.
El 15 de diciembre, más de 250 soldados se desplegaron en Ayacucho, portando la misma cantidad de fusiles de guerra y más de 16.000 cartuchos de calibre 5.56 milímetros.
Según «La Encerrona», la cantidad exacta de balas usadas en Ayacucho, el 15 de diciembre, no se ha determinado, pues varias patrullas no las reportaron, a pesar de que reconocen que hicieron disparos al aire. Solo ocho patrullas reportaron el uso de por lo menos 800 municiones de calibre 5.56mm.
Por el momento, dos personas son investigadas por la matanza de Ayacucho: el Comandante General de la 2da brigada de Infantería Militar de Ayacucho, Jesús Vera Ipenza, y el jefe de la Macro Región Policial de Ayacucho, Ántero Mejía Escajadillo.
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