Paulo Cannabrava Filho
En este 1º de mayo, la Consolidación de las Leyes del Trabajo (CLT) completa 80 años, mutilada por los agentes del neoliberalismo. Creada por Getulio Vargas, en la década de 1940, para regular las relaciones entre el capital y el trabajo, aseguró, por décadas seguidas, los derechos de los trabajadores. Hasta que, en 2016, el gobierno ilegítimo de Michel Temer, advenido de un golpe de Estado (lawfare) contra la presidente Dilma Rousseff, con un plumazo borró conquistas que costaron años de sudor y sangre de los trabajadores.
La precarización con desregulación del mercado de trabajo se procesaba desde los años 1990 cuando adoptaron para la gestión económica del gobierno el pensamiento único impuesto por el capital financiero, sistematizado en la cartilla del Consenso de Washington. Con Temer ha sido el golpe fatal la liberalización casi que total del mercado de trabajo.
Eso de un lado. De otro lado, el proceso de desestatización, privatización, desnacionalización y desmonte del Estado, sumiso a centros de decisión foráneos, violando la Constitución y la Soberanía. Desindustrialización y precarización del trabajo simultánea, todo eso sin reacción de los sectores más afectados, que son los trabajadores.
1º de mayo llama a la reflexión
Las organizaciones de los trabajadores, consagradas por la CLT, perdieron el sentido de la lucha de clase y por ende perdieron también la noción del imperialismo como enemigo principal de la humanidad, el señor de todas las guerras. Más grave, perdieron la noción de Soberanía. Conciliaron con el neoliberalismo, lo mismo que conciliar con el imperialismo. En ese proceso se ensanchó la dependencia, se transformó el país en mero productor de commodities agrícolas y minerales.
El gobierno que asumió el poder en enero de 2013, ha sido electo en una marea contra ese status quo. Ese es el gran desafío para el presidente Lula. Asumir el control de los centros de decisión, revertir el orden económico. En otras palabras, recuperar la Soberanía e Independencia nacionales.
Se ha devuelto el pobre al Presupuesto de la Unión. Pero, ya no son 30 o 40 millones los excluidos. El retroceso en 40 años de neoliberalismo ha sido tan grande que un país de 100 millones de habitantes -mitad de la población- esta excluido de la economía formal y en régimen de subnutrición. El analfabetismo funcional ultrapasa los 70% de la población.
La correlación de fuerzas en la arena política sigue desigual. Se podría decir que la derecha le da de 7 a 3 en el parlamento.
Con sabiduría y habilidad el presidente Lula está consiguiendo formar una base de apoyo. Justifica los 37 ministerios que componen su gobierno. Ministerios demasiados para seguir la tradición del “es dando que se recibe”. Tiene que dar cargos y prebendas para recibir apoyo. Es el sistema. Es la praxis desde la instalación de la República.
Un ministerio tan heterogéneo perjudica la gobernabilidad, torna difícil la ejecución de un proyecto. Y, hay que decir, no hay proyecto. La unidad entre los ministros se tiene que dar en torno de un Proyecto Nacional. Con las técnicas y los aparatos de comunicación disponible, hacer que el pueblo conozca y apoye ese proyecto. Por ejemplo, puede en cadena nacional explicar como el Banco Central está a impedir el desarrollo manteniendo la más alta tasa de interés del planeta, 13,75%.
Como lo hizo en este 1º de mayo: en cadena nacional, el presidente Lula anunció el aumento del Salario Mínimo para R$ 1.320, y la exención del Impuesto a la Renta para quienes perciben hasta dos salarios: R$ 2.640, con la promesa de librar del impuesto quienes ganan hasta R$ 5 mil hasta el final del mandado, lo que agrada a la clase media.
¿Por qué un ejecutivo de una empresa tiene que ganar N veces más si es el trabajador el que lleva la empresa?
El salario del trabajador cayó 6,9% de 2021 a 2022, mientras lo que gana el ejecutivo subió 23,8%, informó la Oxfam, con datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Por otro lado, según el Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Sociales (Dieese) para sostener una familia como reza la Constitución el mínimo debería estar en torno de R$ 5 mil, por lo menos.
Recuperación de los salarios debe ser una bandera de los sindicalistas, no la de participar del gobierno.
Las más de una docena de Centrales Sindicales realizaron actos unitarios en las diversas capitales estaduales y en la capital federal para conmemorar el 1º de mayo. Es un avanzo en dirección a la unidad necesaria. El presidente Lula necesita del apoyo de las masas trabajadoras para conseguir devolver los derechos que fueron usurpados, principalmente el derecho al trabajo, el empleo que solo aparece con el desarrollo en todas las áreas, fundamentalmente con la reindustrialización.
La regla de que es preciso dar para recibir no puede valer para los trabajadores.
Dirigentes sindicales asumiendo puestos en el gobierno o en consejos de instituciones, como los Fondos de Pensión, liquida con la independencia de la clase trabajadora. El papel del liderazgo es estar junto a las bases esclareciendo la difícil situación del gobierno, formando una base de sostenimiento consistente por ser consciente.
El compromiso del trabajador organizado es el de dialogar con el gobierno desde una posición de independencia, cobrar las reivindicaciones de clase. Este no es un gobierno de los trabajadores para en el asumir funciones. Este es un régimen en que más de mil personas han sido rescatadas del trabajo esclavo en lo que vá del año. Hay mucho por que luchar para cambiar eso. Y solo cambia con el apoyo de la masa consciente de que se trata de la liberación nacional. Liberación Nacional interesa a todos, menos a los traidores de la patria.
Peor del mundo en 43 años
Brasil se ubica entre las peores economías del mundo: salió del 4% en 1980, y enmarcó 2,3% en 2022. La medición hecha por el FMI no por el PIB de producto sino por el de Paridad del Poder de Compra. Aparece con la clasificación más baja en el PIB global en 43 años. Es la edad que tiene el pensamiento único impuesto en los años 1990, es la más cara evidencia del fracaso del modelo neoliberal. No obstante, los neoliberales resisten.
Las décadas de 1980 y 1990 quedaron en la historia como décadas perdidas. Ahora están se concientizando de eso, admitiendo que son necesarias inversiones productivas, que el capital financiero tiene que financiar también la producción. De facto, es necesario un regreso al capitalismo desarrollista y la coyuntura es favorable, y el lo que están intentando en los Estados Unidos.
Hasta los años 1970 Brasil crecía. El PIB per cápita de Brasil, Corea del Sur y China equivalían, siendo que el de China era el menor. Con modelos diferentes de gobierno, ambos crecieron con tasas consistentes por década y son considerados potencia económica. Además, China, fábrica del mundo, por Paridad de Poder de compra ya ultrapasó Estados Unidos como potencia económica.
¿Cómo no ver que el modelo neoliberal es regresivo? ¿Qué es lo que lleva una persona a insistir en esa tecla? No será fácil virar esa página, tan hondo el hueco cavado.
Impresionante. Mismo después del gobierno federal anunciar el fin de las privatizaciones, en los estados federados siguen a insistir en privatizar sectores estratégicos como de producción de energía, o del de agua y sanidad básico. Están en juego ahora la Copel de Paraná, la Cemig en Minas Gerais y la Sabesp en São Paulo, además de la Eletrobrás, víctima de artificios legales que dificultan la reestatización.
Cuarenta años de recesión impuesta por el modelo neoliberal, el desempleo llegó a 14%, ahora está entre el 8 y 9%. Parece que disminuyó, pero es ilusión, porque aumentó el número de los que están fuera del mercado de trabajo, los 100 millones que están en la informalidad y en inseguridad alimentar.
Hay que seguir luchando por mudar de concepto: capitalismo financiero versus capitalismo productivo. Capitalismo desarrollista solo es posible con intervención del Estado, con el Estado actuando como inductor del desarrollo. En el caso brasilero, ahondar el concepto de liberación nacional. Conseguir ser libre, dueño de los centros de decisión será un gran avance.
Paulo Cannabrava Filho, periodista y escritor editor de la revista Diálogos do Sul.