UN AÑO EN GUERRA

Por Gustavo Espinoza M.

Recientemente se recordó un año de la guerra que aún se libra en territorio de Ucrania y que tiene al mundo en tensión. La “Prensa Grande” usó la circunstancia para pergeñar “balances” y diseñar escenarios no siempre reales.

En lo fundamental, ellos estuvieron guiados por las simpatías políticas de quienes los alimentan. Es bueno, entonces, aportar elementos orientados a percibir una visión más objetiva de los hechos. Veamos

Aunque se admite que la guerra comenzó en febrero del año pasado, realmente se inició en 1991. Con la desaparición de la URSS, Ucrania alentó su propio protagonismo. Consciente de su ubicación geográfica, Kiev -luego del régimen soviético- buscó jugar un papel de “equilibrio” entre Oriente y Occidente. Se valió para eso, de la misma composición de la sociedad ucraniana integrada por “europeos” y “eslavos”.

Desde el 92 y hasta el  2013 el régimen de Kiev -alentado por la Casa Blanca y la gran burguesía europea-  buscó jugar una partida a dos bandas. Miró a Europa con creciente simpatía, pero procuró mantener sus lazos con Rusia consciente de su rol como “puente” entre las capitales occidentales y Moscú. Este escenario hizo crisis cuando la UE exigió a Kiev consolidar sus vínculos, rompiendo palitos con el mundo oriental.

Aunque el gobierno de Yanukovich hizo alguna resistencia a esa política, ella fue captando adeptos. En febrero del 2014 ocurrió el “Golpe del Maidán”, una asonada que derribó   al gobierno. e impuso un viraje a Occidente. El sentimiento anti Ruso afloró con fuerza en Kiev, y derivó en una política de ese signo sobre todo en la parte oriental del país.

Este sentimiento tuvo antecedentes históricos. En los años de la II Guerra Mundial, los ucranianos “de occidente” simpatizaron abiertamente con la Alemania Nazi; y Stephan Bandera organizó un ejército “colaboracionista” con los invasores hitlerianos cuando estos hollaron el suelo de Ucrania en 1941. Miles de combatientes anti fascistas fueron asesinados por grupo clandestinos Neo Nazis que cooperaron con los ocupantes germanos.

Después del 45, el régimen socialista forjado en Ucrania no logró cimentarse sobre bases firmes. Desde fuera del país, pero también desde la clandestinidad, operaron grupos ilegales que sabotearon la construcción del socialismo usando para ello toda clase de recursos, desde la actividad parasitaria hasta el terrorismo desembozado. Los esfuerzos de Moscú por contrarrestar estas acciones, no siempre alcanzaron el éxito deseado.

Por eso fue posible después del 91, cuando levantaron cabeza los grupos Neo Nazis, alcanzando posiciones de Poder. El Batallón “Azov”  o Partidos como el “Svoboda” o “Derecho”;  lograron posiciones decisivas en la administración de Kiev, e impusieron una severa política anti rusa.  Esta, se orientó a liquidar todo vestigio de la cultura rusa prohibiendo incluso el uso del idioma en poblaciones que eran de ese origen.

Por lo demás, hubo brutales masacres en el Donbás, que fue sistemáticamente bombardeado, en operativos, desplegados por Ucrania. Episodios crudelísimos, como el incendio de la Casa del los Sindicato de Odessa  fueron quemados vivos algo más de 50 dirigentes obreros, fue una muestra mayor de salvajismo. De ese modo se perfiló una verdadera guerra de exterminio que se extendió por espacio de 8 años, entre el 2014 y el 2022, en buena parte del país.

Pero a esta política, se sumó otra: el acercamiento de Kiev a la OTAN y su empeño en aplicar, en suelo ucraniano, la estrategia militar  imperialista de  Washington. La colocación Misiles yanquis contra Rusia en la frontera de Ucrania, fue definida por Kiev, que resolvió sumarse a la OTAN.

Las poblaciones del Donbás, particularmente Luganst, Donetz y Mariupol resistieron heroicamente los ataques de Kiev, y combatieron contra ellos con las armas en la mano. En el 2022 mediante referéndum expresaron su voluntad de anexarse a la Federación Rusa. La decisión de Moscú, de actuar militarmente hace un año, se fundamentó en el hecho de proteger a esas poblaciones.

Hoy no se puede hablar de un conflicto entre Rusia y Ucrania. Se trata de una guerra en suelo ucraniano, liderada por la OTAN, impuesta por los Estados Unidos y sus socios de la Unión EU.

El Pentágono la entiende como un paso en su enfrentamiento con Pekín, al que considera su adversario estratégico. Después de todo, China, enarbola bandera socialista. Si hay un derrotado aquí, es Ucrania, usada como carne de cañón y sicario destinado a asesinar militares rusos capturados.

Como parte de la guerra, USA impuso “sanciones” a Rusia.  Pero fracasó en toda la línea.  Hoy, Rusia tiene poderosos aliados. No sólo está China, sino también el BRICS, Irán e incluso Turquía. En nuestra región, varios gobiernos ven mejor a Moscú, que a Washington. Y en Africa, ocurre lo mismo.

Eso no sucede con la Unión Europea, que está a punto de quiebre, en tanto que Estados Unidos afronta severos problemas de orden económico y social. El dólar pierde peso, pero el rublo se fortalece como moneda de cambio. Rusia ha roto todo vestigio de bloqueo económico y la empresa Gas Prom ha incrementado su actividad comercial en el exterior. .

La guerra es difícil sobre todo por sus características. Para Rusia no incluye operativos de destrucción, ni ataca a poblaciones. Es selectiva y busca destruir estructuras armadas, unidades militares y núcleos neo nazis. Pero es, sobre todo, una opción de defensa ante la estrategia imperialista de la OTAN.  Hoy Putin habla tranquilamente en Moscú, mientras Biden asoma en Kiev apuntalando a un Zelensky que sólo celebra sobrevivir.

Washington intenta imponer su dominio. La opción rusa, es otra. No busca un mundo unipolar ni bipolar sino multipolar, en el que impere la paz, la igualdad y la justicia.  Una buena bandera, sin duda (fin)