Por MANUEL VALDIVIA RODRIGUEZ
Un cuento de autor francés cuyo nombre está extraviado en mi memoria, relata un caso sucedido en la ciudad de París ocupada por las tropas nazis durante la segunda guerra mundial.
Un escritor modesto, nada notable, se había enterado de que el consumo de yogur era bueno para el cerebro. Se le ocurrió entonces que convenia promover entre poetas, pintores y artistas de teatro el consumo de yogur. Para ello reprodujo decenas de cartelitos con el lema «Intelectuales: tomad Yogur».
Soldados alemanes lo atraparon pegando estos carteles en la calle. Fue llevado a juicio acusado de ser miembro de la Resistencia. La prueba, su cartel promoviendo la toma de una ciudad. Sin averiguar si tal ciudad existía, lo fusilaron sin juicio, cómo hicieron con otros luchadores franceses.
En estos días en que vivimos una crisis tan grave que puede desembocar en una dictadura que ya está mostrando sus garras, me sorprendí pensando que tal vez quienes buscamos el mejoramiento de la lectura en las escuelas nos estábamos pareciendo a ese modesto escritor francés que impulsaba el consumo de yogur.
Pero dejé pronto esa idea tan liviana. No. Estamos haciendo lo que debemos. Porque la lectura, bien enseñada puede contribuir vivamente a formar personas lúcidas, críticas, nada dispuestas a seguir eslóganes ni creer a pie juntillas lo que pregonan la personas y la Tv., tan sometidas al poder económico.
La lectura es liberadora, decía Paulo Freire, porque nos enseña a leer la realidad, que es lo que más importa para actuar con autonomía. Es liberadora porque nos hace tomar conciencia y superar la alienación, ese estado fatal de ‘ser otros’, sometidos a fuerzas ajenas.
Pero los lectores no se forman solos: se necesita la escuela. No promovemos la lectura para tener legión de lectores, sino para formar personas que al leer sean capaces de comprender la situación -concepto recientemente introducido por la investigadora francesa Caroline Golden-, para mejor actuar en la realidad con decisión de mejorarla.
Esta es, ahora, tarea urgente de la escuela; tarea irrenunciable.