Por Gustavo Espinoza M.
Aún se recuerda el caso de una destacada figura del Fujimorismo que se preciaba de contar con una prodigiosa inteligencia. Jorge Trelles fue Ministro en 1994, paseó su imagen por los predios parlamentarios, vivió virtualmente en Palacio de Gobierno y fungió siempre en su condición de elevado “asesor” presidencial. Fue tanto, en la materia que sus áulicos -que los tuvo-, le llamaban “la inteligencia en acción”.
No obstante, este singular prodigio de la naturaleza cayó desde lo más alto del níspero en el que habitaba cuando en una presentación en la Tele, Beto Ortiz le habló de los a asesinados en el régimen fujimorista, y los comparó con las que corrieron la misma suerte en los años de Alan García. “Si –dijo- Pero nosotros, matamos menos”.
Su frase, dio la vuelta al mundo; y mediante ella el Perú entero pudo tener una idea de lo que significaba para esa dictadura el tema de los derechos humanos, la democracia y las libertades públicas. Luego de tan letal expresión, el sabio de marras cayó en desgracia. Ni la apoltronada “Prensa Grande”, pudo cobijarlo. Hoy vive en el olvido. Nadie lo entrevista.
La frase viene a la memoria porque hace muy poco otro espécimen de inteligencia superdotada acuñó una frase referida a la protesta ciudadana registrada a lo largo y ancho del país en diciembre pasado. Era “una insurrección terrorista”, dijo el Jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional, la DINI, ante el asombro de los peruanos.
Así, este personaje que desempeñaba los más altos cargos en la materia, se dispuso enfrentarla con lo que tenía a mano: los Galil de la Policía Nacional y el armamento de guerra de la Fuerza Armada. ¿El resultado? El país lo conoce, aunque aún de manera insuficiente: 30 muertos, y más de 250 heridos de bala.
De ese modo pasó a la historia el coronel Juan Carlos Liendo O’Connor, calificado “experto” en materia de inteligencia, coordinador del Comando Sur de los Estados Unidos con la Fuerza Armada Peruano; hombre del staff del SIN en los años prodigiosos en inteligencia de Alberto Fujimori, subordinado del hasta hoy reo en cárcel general Julio Salazar Moroe, asesor de la Comisión de Defensa del Congreso de la República y descollante eminencia gris de Willax TV precisamente como opinólogo en la materia.
La frase, le costó el cargo. Ni siquiera Dina Boluarte que lo había nombrado pomposamente asegurando que se rodearía de los “técnicos más capaces”, pudo soportarlo. Ante el asombro de propios y extraños, la versión peruana de Lenin Moreno, simplemente le cortó el cuello.
Es curioso. El improvisado y precario gobierno que dirige Alberto Otárola tras interpósita persona, sostuvo después del 7 de diciembre, que en el Perú reinaba la más absoluta tranquilidad. Luego de las manifestaciones de los días siguientes, aseguró que fueron “pequeños grupos” –“no más de ocho mil personas en todo el país”- los que generaron resistencia.
Cuando lo dijo, el Otárola en cuestión, sabía que mentía. Y tanto lo sabía, que dictó medidas punitivas. Declaró el Estado de Emergencia, primero en las regiones, y luego en todo el territorio nacional. Inmediatamente después, dispuso la intervención militar para enfrentar a esos “pequeños grupos”.
A la sombra de tan desconcertante conducta, los canales de la Tele informaron, por ejemplo, que cinco mil “vándalos” habían tomado por asalto el aeropuerto de Huamanga. Nadie podría entender de dónde habría surgido ese nutrido ejercito de “vándalos”, capaz de emprender una acción de ese signo en una pequeña ciudad del interior Un reto no sólo a la inteligencia, sino también al sentido común.
El asunto es que la acción de esos “pequeños grupos de vándalos” no solo persiste, sino que se incrementa. Incluso soldados en algunas poblaciones, se han unido a la protesta, y se han sumado al cierre de caminos y a otras modalidades de lucha, aunque todo eso ha sido ocultado por la “Prensa Grande” y sólo conocido a través de las redes sociales. Eso explica que hoy la inamovilidad absoluta, es decir, el Toque de Queda en varias ciudades.
Los contrastes, son notables: las autoridades organizan y promueven una “Marcha por la paz” en la que desfilan policías de civil acompañados de sus familiares, luego que mataran peruanos; e izan, con desparpajo, una bandera blanca clamando: no más muertos. Quizá expresaban su decisión de guardar las armas; pero en todo caso, no lo hicieron.
El mismo día que hablaron de paz y permitieron a los suyos una concentración en la Plaza San Martín, que negarían a sus críticos al día siguiente; molieron a palos a un periodista, y a los pobladores que ocupaban la Plaza Manco Capaz en La Victoria. Adicionalmente, arrastraron con vileza a una combativa mujer, Zaida Arias, a la que amenazaron de muerte. Qué más da. Todos, son terroristas. Por eso, usaron el hecho con fines intimidatorios. La cara del terror muy bien mostrada.
Como otra expresión democrática, anunciaron nuevo juicio contra el congresista Guillermo Bermejo. Como salió absuelto en los dos primeros, iniciaron un tercero, a ver si en éste, de una vez lo condenan. Lo harían diez veces, hasta encontrar un juez que lo sentencie
Por si fuera poco, con 93 votos a favor, autorizaron el ingreso al país de un navío yanqui con personal de guerra armado en territorio nacional; arreciaron sus ataques contra Evo Morales por “opinar” sobre temas peruanos; y presentaron proyectos de ley para defenestrar al Presidente del Jurado Nacional de Elecciones y al Jefe de la ONPE.
Lo quieren todo, y a su manera. La Inteligencia en acción (fin)