Héctor Vargas Haya
El 26 de agosto, en ceremonia oficial, presidida por el presidente Castillo, fue recordado y celebrado el Día de la Defensa Nacional, efemérides que seguramente se celebraba durante toda la etapa republicana, pero no se ha explicado al país por qué, paulatinamente, el territorio peruano, contrariamente fue reducido, de tres millones y ochocientos mil kilómetros cuadrados, con los que contaba antes de la instalación de la República, a un millón doscientos ochenta y cinco mil kilómetros, que quedan actualmente, después de haber sido lotizado y negociado mediante los denominados “Tratados de Paz”, más propiamente baldones, por los que se enajenó, muy generosa y antipatrióticamente, enormes extensiones de territorio entre los países vecinos: Brasil, Bolivia, Colombia y Ecuador, y Chile vencedor en la guerra de 1879, beneficiado por el Tratado de Ancón, gestado por la traición del general Miguel Iglesias y de Nicolás de Piérola, autor del Contrato Dreyfus y fugitivo que huyó a la Sierra por Canto Grande, acompañado de un grupo de oficiales, después de haber disuelto las tropas peruanas que facilitó el ingreso de los chilenos por Miraflores y Chorrillos.
Autocalificado el Perú como país “campeón de la pacificación”, por haber dilapidado el suelo nacional, vio deformado el mapa peruano con la estrambótica figura geográfica actual, después de haber sido durante el Virreinato, hasta la Declaración de la Independencia, uno de los países de mayor territorio en Suramérica. En los trescientos años de la etapa virreinal el territorio peruano sí fue estrictamente cautelado. El retaceo y reducción territorial se inició con la instalación de la República.
Más de dos millones y quinientos mil kilómetros cuadrados, pasaron, muy risueñamente a la geografía brasileña, desde el Acre, Cruzeiro do Sul, hasta el Yavarí; luego Colombia se benefició con la extensa y rica provincia de Leticia, vendida por Leguía por el Tratado Salomón Lozano y después de haber sido recuperada por los loretanos, fue devuelta en 1932, por el traidor Benavides. Por el denominado Protocolo de Río de Janeiro, durante la tiranía de Prado, el Perú le cedió, al Ecuador, grandes extensiones de suelo, en el que se halla el triángulo petrolero de Sucumbios, y por el Tratado de 1998, Fujimori cedió al Ecuador dos enclaves territoriales -aún no posesionados- pero como una espada de Damocles, cerca de la ciudad de Iquitos.
Fue durante la etapa de 300 años del Virreinato en la que sí fue cautelado y defendido el territorio peruano y no se concedió ni un centímetro de suelo. La depredación se perpetró durante la etapa republicana, cuando ya el país pasó al poder de los peruanos, qué ironía, qué tragedia.