MÉXICO. LÓPEZ OBRADOR ANTE LA CUMBRE DE LAS AMÉRICAS


Por: Luis Manuel Arce Isaac

Ciudad de México, 13 may (Prensa Latina) Apenas se publicó la
convocatoria del mandatario estadounidense, Joe Biden, a una Cumbre de
las Américas, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador,
planteó sus críticas a lo que para su gusto cojea mucho.

Es que desde el principio se percibió muy claramente su espíritu
excluyente, inaceptable para López Obrador.

Fue el primer dignatario en darse cuenta y en rechazarlo, y no solo
porque fuera una decisión predeterminada contra Cuba, Venezuela y
Nicaragua, únicos que quedarían fuera de la cita, sino por los vientos
mediáticos soplados por el Departamento de Estado norteamericano.

Al margen de las interpretaciones de que es una convocatoria parida con
fórceps en busca de solvencia política de un gobierno en baja
aceptación, México demostró que es una decisión ilegal de la Casa
Blanca.

Estas cumbres -al margen de su origen para tratar de imponer entonces la
fracasada Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) por parte de
Estados Unidos- funciona con un país anfitrión -nueve hasta ahora México
incluido-, el cual no tiene derecho a decidir quién participa por
tratarse de un mecanismo multilateral consensuado entre naciones del
continente y presidencia rotativa.

La posición excluyente muestra a las claras que la política interna del
país anfitrión contamina el mecanismo y que sus intereses están más
concentrados en objetivos políticos hacia el interior de la Unión que
hacia afuera, por las elecciones congresionales y de gobernadores el 8
de noviembre.

Pero Biden no acaba de desentrañar el mensaje de López Obrador, le
cuesta trabajo adivinar que quiere ayudarlo y tiene puestas las luces
largas ante los retos actuales y futuros cada vez más claros después de
las dramáticas consecuencias de la pandemia de Covid-19 y ahora la
guerra de Ucrania.

López Obrador avizora un cambio de época que exige eliminar doctrinas
obsoletas como la Monroe de América para los americanos y le ha dicho
con crudeza a Biden que Estados Unidos no es el dueño del continente,
pero no parece que desee quitarse las anteojeras que ponen a caballos
para que no miren a los lados.

A esas verdades repetidas por López Obrador, los conservadores del patio
las califican de provocación, desafío o boicot, o que buscan hacer
fracasar la cumbre, cuando es todo lo contrario.

Le están marcando el camino en el tono más amigable y racional a fin de
que no caiga en una ilegalidad ni atrofie los mecanismos de concertación
en política exterior que vienen deteriorándose desde los tiempos de
Donald Trump.

También le advierten de conceptos recuperados de miasmas pretéritas que
no dejan de ser nostálgicos como el de buscar un “regreso de Estados
Unidos” a la región que guarda recuerdos tan desagradables como la época
de las cañoneras, patio trasero, invasiones, golpes de estado y dominio
monopólico.

López Obrador se esfuerza en traerlo a la realidad y lo insta a ver lo
de hoy y mañana, y no lo del pasado, y que América del Norte, sin una
América del Sur aliada, económica y socialmente fuerte y tratada en
igualdad y respeto a su soberanía, no será nada en un futuro que no se
parecerá a la vida de hoy y menos a la de ayer.

Aunque lo ha repetido numerosas veces, el mandatario mexicano insistió
este jueves desde Nuevo León, que ya no debe de haber una política
hegemónica en América ni en el mundo, ni bloqueos ni castigos injustos,
y hay que respetar la soberanía e independencia de cada país, eliminar
la confrontación y buscar la unidad.

Le está diciendo a Biden que aproveche las cosas en común en América
continental, su potencial económico, su fuerza de trabajo calificada, la
posibilidad de un comercio dinámico por las cortas distancias, la gran
masa de consumidores y una identidad cultural, todo lo cual merece ser
fortalecido mediante la buena vecindad.

A las insinuaciones de sus adversarios de que con ello quiere llevar a
Biden al fracaso, López Obrador replica que es todo lo contrario, va a
ser su triunfo, sostiene.

Yo sí pienso, dijo, “que si se invita a todos va a inaugurarse una etapa
nueva en las relaciones en América y se le va a deber al presidente
Biden, y nosotros vamos a reconocerlo; y si no se puede cambiar —ya esta
es como la quinta llamada— si no se puede cambiar y se excluye a algunos
países, yo en definitiva no asistiría”.

jha/lma
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