4 AÑOS DEL INTENTO DE GOLPE MADE IN USA
Asociación de Amigos de Nicaragua
Hace cuatro años –abril del 2018- y luego de 90 días de agudas tensiones, Nicaragua recuperó su hálito de paz. El ataque sedicioso organizado por la oligarquía local, y orquestado por el Imperio, conoció el polvo de la derrota luego de dos acontecimientos: la recuperación de las localidades “capturadas” por las bandas delictivas; y la celebración del 39 aniversario de la Revolución Sandinista, en la Plaza de la Fe, hech que ocurriera, apoteósicamente, el 19 de julio de ese año en la ciudad de Managua, y en otras ciudades del país.
En ese abril para el recuerdo, la “contra” y sus auspiciadores, nunca tuvieron “las de ganar”, pero amagaron con cierto éxito en un inicio, montados en el caballo de la confusión. Ni el FSLN ni el gobierno –ni el pueblo de Nicaragua- pensaron nunca que un operativo de esa envergadura pudiera procesarse en un país que sólo a comienzos del año, fuera considerado por diversos organismos internacionales como “el más seguro de América Central”.
A partir del 18 de abril, como un verdadero vendaval se desató una ofensiva que puso en peligro la estabilidad nacional y en riesgo las conquistas alcanzadas por el Sandinismo en los anteriores once años de gestión gubernativa. Y es que las fuerzas “alzadas” no sólo contaron con inmensos recursos económicos, sino también con armas. Y con el apoyo de una prensa envilecida que alentó sus acciones. A trasluz, asomó una Jerarquía Eclesiástica, en extremo conservadora, que no tuvo escrúpulos en usar toda la parafernalia religiosa en el intento de golpear al régimen.
Fue esa Jerarquía la que tomo un puesto de mando, proclamando la intención de “mediar” en un conflicto que tensaron las bandas facciosas. Al hacerlo, exigió como “condición” el acuartelamiento del ejército Popular, y la reclusión de la Policía Sandinista en sus estaciones, con lo que las ciudades, quedaron en manos de las turbas soliviantadas y agresivas.
Al final de los hechos, se habló de 350 muertos; pero lo que no se dijo fue la mayoría de ellos fueron abatidos por los vándalos en el intento de apoderarse del control de ciudades y poblados; que otros, fueron jóvenes militantes de la Juventud y el Frente Sandinista; que los hubo también policías –hombres y mujeres- secuestrados, torturados y asesinados vilmente; y que hasta se registró el caso de “el falso muerto”, personas que por 500 o algo más pesos, aceptaron “pasar por muertos” y hasta fueron “velados” en sentidas ceremonias; y otros, proclamados difuntos, cuando caminaban por las calles de Madrid. República Dominicana y hasta los Estados Unidos. Todo eso –felizmente- quedó rigurosamente documentado.
El enfrentamiento final ocurrido en Masaya -una pequeña localidad situada a 20 kilómetros de Managua, y más precisamente en el distrito de Morimbó- marcó el fin -y la derrota- de los insurgentes. En esa circunstancia, asomaron todas las expresiones de la violencia terrorista puesta en marcha: el papel de los “tranques”, el uso de tácticas militares por parte de los alzados, y hasta la vesánica conducta del cura de la Iglesia de la Magdalena que recomendó “esconder en el inodoro” el cadáver de un guardia asesinado. Nada de eso dio resultado a quienes actuaron, finalmente, como carne de cañón para servir intereses ciertamente ajenos.
Ese hecho luctuoso tuvo lugar el día anterior al 19 de julio, pero sirvió para que en esa fecha, y celebrando el aniversario Sandinista, el Comandante Daniel Ortega, desenmascarara a algunos elementos de la Alta Jerarquía Eclesiástica y fuera atentamente escuchada por el embajador del Estado Vaticano, y Nuncio Apostólico, desde la Tribuna de los Invitados de Honor. El corolario del incidente, fue la decisión Papal de llamar a Monseñor Báez, Primado de la Iglesia Nicaragüense, para que se constituya en Roma y asuma allí otra función en la que aún hoy se mantiene.
Por todo eso, bien puede decirse que el 19 de julio acabó la primera etapa del conflicto vivido en la Patria de Sandino. Y concluyó con la derrota política y militar de los golpistas.
Las declaraciones formuladas por la Casa Blanca, y la campaña de mentiras sostenida por la CNN y repetida por todos los medios al servicio de la reacción; marcaron el inicio de una segunda etapa, que aún no concluye.
Ella tuvo su epicentro sobre todo, en el escenario exterior: Las amenazas de la administración yanqui; la Nic-Act, Alnagro y la OEA, las presiones y sanciones económicas y otras; buscaron vanamente crear una profunda crisis económica y social en Nicaragua. Eso, no ocurrió
En procura de ella, la reacción interna y algunos empresarios organizaron un intento de desabastecimiento de productos, que fracasó; buscaron generar el caos en la economía para provocar la inflación. Intentaron también despedir trabajadores de sus centros productivos, alegando “dificultades derivadas de la inestabilidad”. En otras palabras, alentaron el desgobierno con la idea sentar las bases para un colapso de la economía. No obstante sus “bajas”, la Jerarquía Eclesiástica se sumó en alguna medida, y sin mucho escrúpulo, a la misma tarea.
El Sandinismo no tuvo más alternativa que radicalizar la Revolución tensando al máximo sus propias fuerzas. Para ese efecto, nada fue más útil que la férrea unidad del FSLN y su ligazón estrecha con el pueblo. Fue esa, su garantía de victoria, como quedó confirmado el 7 de noviembre del 2021, cuando Daniel Ortega fue ratificado en la conducción del Gobierno. .
Los hechos ocurridos en abril del 2018 y su posterior desenlace dejaron planteado el gran tema de la solidaridad. Diversos países de América Latina, y de otros continentes –como a Federación Rusa y la República Popular China, ayudaron a la Nicaragua Sandinista a enfrentar la situación de manera exitosa. Pero no fue solo la ayuda material la que alentó al pueblo a resistir el acoso del Imperio y de sus áulicos; también lo fue el respaldo político de las fuerzas más amplias, en todos los países.
Como en los años 30 del siglo pasado, cuando Augusto C. Sandino luchaba en Las Segovias contra la infantería de Marina de los Estados Unidos; aún hoy resulta indispensable el respaldo activo, constante y sostenido de nuestros pueblos.
Nicaragua, el 2022, inicio una nueva etapa de su historia. Vive tranquila y en paz. Ha vencido exitosamente la Pandemia del COVID, registrando la mayor solvencia en la región; y ha vuelto a ser el país más seguro de América Central. Ha logrado superar la crisis económica sin mayores dificultades y hoy mismo no sufre los estragos del conflicto armado que estremece al mundo, gracias a la conducción certera por parte de su gobierno.
En abril del 2022 se recuerda el pasado como una experiencia y una lección. Nicaragua hoy, se yergue invencible (fin)